¿Te has sentido alguna vez cien por cien entregada a alguien? Sentir rozar todo tu cuerpo desnudo por el viento fresco en una tarde cálida?
Me contó.
Cuando estaba junto a él me sentía única; era vivir el paraíso una y otra vez, ni siquiera podía pensar en nada más que no fuera él. Admiraba su vigor, su torso desnudo y perfectamente cincelado dejándome sin respiración innumerables veces. No puedo describir con suficiente exactitud cuánto amaba su trasero; me gustaba mucho y todavía más cuando este se contraía bajo las sábanas antes q él despertará. Sabía que aquello significaba una enorme erección por la q esperaba pacientemente y a la que no me resistiría, nunca lo hice.
Sentir su aroma tan perfecto embriagarme hacia que me diera mil vuelcos corazón. Sus grandes manos siempre me exploraron con frenesí, sus besos ávidos y febriles; húmedos pero no demasiados. Me llevaban por sobre las nubes y dejaban q reposara allí para hacerme un tour del que nunca me aburrí. Es gracioso, lo descubría a menudo observándome con una hermosa y amplia sonrisa en sus tiernos labios. Era encantador.
En una mañana con mucho viento recuerdo q desperté en la cama y junto a mí había un hermoso girasol, mi flor favorita. Justo a su lado había también una nota escrita a mano, estaba todavía muy adormecida pero de la emoción pude leer: "Te ves preciosa justo así, te veo en nuestro jardín" Me tomó por sorpresa. Confiaba plenamente en él sabía que estaría impaciente por que despertara.
Me abrí paso por el enorme espacio, en medio del jardín justo debajo de nuestro árbol de manzanos y sobre el césped había una manta blanca tendida, sobre ella yacían esparcidos infinitos pétalos amarillos. De pronto sentí alguien detrás de mí. Pude sentir en mi cuello su respiración, sus manos se posaron se posaron suavemente sobre mis hombros y descendieron hasta mis brazos mientras bordeaba con sutiles besos mi garganta. Aferré mis manos a sus muslos para descubrí su desnudez. Suspiré. Con los ojos cerrados involuntariamente sentí como la punta de su lengua recorrió mi clavícula abriéndose camino por mi cuello hasta mi oreja; sentí su respiración de nuevo seguida de un leve soplido que me hizo estremecer al sentir el frío camino q antes había surcado con su húmeda lengua, era una sensación extremadamente intensa y llena de expectación.
De un tirón desabrochó el sujetador dejándome libre, con una de sus manos desde atrás empezó a explorarme hasta llegar a uno de mis pechos, jugueteaba alrededor y dejaba escapar mi pezón de vez en vez en un juego de incitación donde perdería la cordura de seguro. Lo tomo entre sus dedos sujetando lo con precisión y delicadeza y lo apretó solo lo suficiente como para arrancarme un gemido y luego haló y soltó, una nueva sensación me recorrió completa arrebatándome de placer. Con la mano que le quedaba libre y en casi un roce fue descendiendo desde mis pechos pasando por mi abdomen hasta mi vientre y más abajo, separó la liga de la parte Inferior de mi conjunto, todo aquello sin dejar de prestar atención al juego que tenía con cada uno de mis pezones mientras me besaba y me tocaba. Uno de sus dedos se acercó a mi entrada deslizándose por mi sexo, comprobando mi humedad lo introdujo de pronto paso de hurgar a moverse alternando ritmos y profundidades y a combinarlos con potentes círculos que hacían difícil en mantenerme de pie. Pude sentir su excitación a través de su dureza que golpeaba mi trasero, en otra ocasión hubiese dudado de poder con todo aquello pero sabía que mi amado podría hacerme delirar de placer con su herramienta y sus besos.
De repente salió de mis profundidades y llevo su mano a mis labios. Sabía lo q debía hacer, así q los abrí para él, me dio a probar aquel fluido que brotaba de mi centro, a él le fascinaba saborearme en mis propios labios. Estaba al límite y podía sentirlo, su excitación era evidente y muy palpable.
Me alzó de pronto en sus brazos al tiempo que me daba un intenso y profundo beso, me tumbo sobre la manta. Deseaba tocarlo, acercarlo a mí, sentir cada musculo de su espalda contraerse y relajarse sobre mí, sin embargo el tenía mis manos aprisionadas a cada lado de mi cabeza. Se acercó, suspiró y pasó la punta de su lengua por el borde de mis labios, cuando estuve a punto de besarle se separó y terminó de quitarme lo poco que me cubría. Me tomó con decisión una pierna y me dio vuelta quedando de cara a los pétalos y con su rodilla impidió que juntara las mías, con ímpetu me dio un azote, pude oírlo fuerte y claro y aunque me sorprendí no me dolió solo sentía como me escocía la zona, me gustaba y era magnífico. Cuando caí en cuenta estaba sobre mis rodilla y algo suave y a la vez tan firme presionaba en la entrada de mi sexo, sabía lo q vendría. Suspiré y acto seguido exhalé lo que me quedaba de cordura, tenía sus labios recorriendo centímetro a centímetro mi espalda en ascenso simultáneamente su erección también se deslizaba a la misma velocidad dentro de mí, soltamos el aire como si estuviésemos con teniéndolo durante años. Mis piernas titubearon y aún faltaba, casi no podía sostenerme.
Hacia círculos dentro de mí al mismo tiempo clamaba por profundidad con un ritmo tortuoso y extremadamente lento para mi gusto, era lo más placentero que había sentido en mi vida, mi mente no podía reaccionar sólo me dedicaba a sentir y morder mi labio para no gritar del placer que me provocaba tenerlo y sentirlo parte de mi.
De pronto la frecuencia de sus embestidas empezó a aumentar siendo profundas y certeras. Me sujetaba desde atrás con sus manos la cintura y el cuello sintiendo su aliento en mi oído.
Estaba muy cerca, solo él podía causar esa sensación en mí, sentía como me quemaba; estaba rozando el gran "O" cuando sus manos hicieron de nuevo malabares conmigo y en segundos estaba tumbada viéndolo directamente a los ojos con mis tobillos sobre sus hombros, una vista espectacular aquel enorme hombre moviéndose vigorosamente dentro y fuera de mí.
Con una de sus manos llevo las mías a su trasero, sabía que sentirlo contraerse hacia mí me excitaba, nunca intenté poner un dedo allí, solo me gustaba sentirlo moverse de esa forma. Se abrió paso entre mis piernas sujetando e desde abajo y me alzó sobre él. Me sujeté a su cuello y él se deslizaba a gran velocidad en mi interior. Lo besaba sin parar mientras sonidos guturales llenaban mis oídos.
Sentí como me alcanzaba el placer, mi sexo se contrajo una y otra y otra vez, mientras sentía como la piel de mi amado se erizaba bajo mi tacto. Su cuerpo se estremeció junto al mío y lo escuche decir mi nombre mientras terminaba dentro de mí. Era solo mío y yo indudablemente suya.
Nos acostamos a observar nuestros cuerpos sudorosos y nuestros ojos llenos de lujuria desenfrenada, a reír y a besar nos, fue sin duda el mejor desayuno que he probado.
— ¿Y él donde está ahora?— pregunté
— Ahora. Solo en mi memoria.
Escritor: Luis Izquierdo (mi persona)
amigo @luisizquierdo, excelente post
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