Siempre he pensado que si no caminamos la vida nos empuja
y si no estamos bien parados nos caemos.

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Muchos de nosotros dejamos las decisiones importantes en espera quizás por miedo a las consecuencias, por no salir de nuestra zona de confort, querer esperar el tiempo “perfecto” o la solución “perfecta” o porque tomarlas nos estresa. Y sí, es verdad, muchas veces es mejor dejar que el tiempo pase y las cosas se acomoden solas, pero debemos aprender a distinguir entre las situaciones que dependen de nuestra decisión para resolverse y no esperar que la vida tome el control.

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Nos de una buena patada y nos toque decidir o decidir sin más opciones, posponerlo nos acarreará una serie de problemas tales como:

Angustia.

Desvelo.

Depresión.

Dolores de cabeza.

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¿Cómo conseguimos instruirnos en la toma decisiones?

• Cuando se trate de algo significativo, debemos estudiar todas las elecciones, calificarlas del 1 al 10 y eligir la mejor.

• Aplicar una llave de trabajo como el PNI /POSITIVO, NEGATIVO E INTERESANTE)

• Recapacitar nada logramos arrinconando las decisiones, pues tarde o temprano nos alcanzarán.

• debemos ver de frente el problema, y plantearnos todas las salidas factibles.

• No debemos negociar demasiado con nosotros mismo. De seguro terminaremos dejando la toma de decisión para luego.

• Comprendamos que a veces es mejor tomar las decisiones sin prisa y estudiando cada recurso viable y adecuado a nuestras necesidades y agrado, no cuando ya no quede otra salida que decidir o decidir nos gusten o no las opciones.

• Recordemos que es mejor que las consecuencia sean de nuestras propias decisiones y no de los demás.