Pan and febe

in literatura •  7 years ago  (edited)

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Cruzo la habitación en dirección al portarretrato. Allí me veía unos años más ingenua y ahora con esta edad sigo sintiendo ese miedo de cuando era pequeña. Donna frota su cuerpo contra la tela del pantalón, y siento un cosquilleo agradable. Miro el reloj en mi muñeca, las 13:30 h. Odio los minutos de espera. Es como si me condujeran a un túnel, solo para encontrarlo a él al final. Parece que estuviera en todo y a la vez en nada.

Donna me hace pegar un salto cuando entre caricias y jugueteos me clava los dientes, supongo que no estoy siendo una buena ama. La miro. Me siento un poco molesta, hasta que me encuentro con sus ojos, uno azul y el otro marrón. Le sonrío; —Tienes unos ojos hermosos, gata tonta.

Suelto un bostezo y me abalanzo sobre la cama. El día está en su punto medio y mi cuerpo ya no da para más. Afuera sigue lloviendo y el agua se filtra por una grieta en mi techo. Coloco los ojos en blanco. Ya perdió su bonito color perla, ahora es amarillo con manchones marrones. El sonido de las gotas retumban por toda la habitación. Me llevo una mano a la cara e intento ignorar el mundo a mi alrededor. Entonces siento una cosa gorda y peluda derrumbarse sobre mi mano. Me extraña que aunque tenga sensibilidad en ella. Pensé que se caería por las horas bajo el agua helada.

La cosa peluda tiene unos dientes pequeños y afilados, con los que mordisquea mi dedo anular. Hago muecas exageradas de dolor y luego le lanzo chillidos sobreactuados a mi atacante. La cosa gorda y negra se lanza sobre mi cuerpo y me mordisquea tramos de piel descubiertos. He quedado desprotegida ante tal enemigo y solamente me queda hacerme la muerta. Aspiro ruidosamente y luego dejo salir el aire con estrépito, caigo desmallada entre las sabanas. La bestia peluda le maúlla a mi cuerpo flácido, y yo aguanto las carcajadas lo más que puedo. Pero mis aullidos hacen que Donna pegue un brinco y salga corriendo, cobarde. ¡Gata tonta!

Me río hasta que el dolor abdominal me obliga a detenerme. Ahora la lluvia a cesado, solo queda el silencio infernal y yo. Sonrío nostálgica. Me gusta romperme; romperse a lo Malzieu. Romper a llorar o a reír. Porque sí, tiene razón, vale la pena volverse añicos por esos sentimientos. No paro de sonreír mientras la mar me lleva hasta un sueño ligero. El pensamiento de un anhelo, una vida mejor. Quería fama y riquezas, y justo ahora solo tengo a Donna y Amaranta. ¡Ah, lo tengo a él! Pero para qué me miento, realmente la suya soy yo.

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