Lo que tiene Jesucristo para ti, es mayor que lo que tu no tiene en la vida. Mira tus manos y por lo menos cuenta con ellas las bendiciones que ya has recibido. Te darás cuentas que no te alcanzan los dedos para ellos. Son más las bendiciones que los problemas en tu vida. Entonces no cuentes con los dedos y cuéntaselas a los demás.