Hace demasiados meses que mis payasadas no provocan tus ganas de reír; no es que ya no me interese, sin embargo, el tiempo de los besos y el sudor quedo para algunas horas de dormir.
Doliéndome verte siempre recogiendo las cenizas que el placer dejo tras de sí y cambiando las sabanas mojadas resultado del fuego en que por momentos ardimos, pero así es el tiempo, y en él un Dios triste y aburrido nos castigó, por trepar juntos al árbol y comernos la flor de la pasión, probando así aquel sabor que nos embriago por algún tiempo.
Pero no nos dimos cuenta que el agua apagaría el fuego y al ardor los años, convirtiendo así el amor en un juego en que un par de ciegos juegan a hacerse daño, haciéndolo cada vez peor y cada vez más roto, hablando cada vez de tu o cada vez de yo , pero sin rastro de nosotros, no encontrando inocentes ni culpables, pero si corazones destrozados por el temporal de la rutina; donde no soy yo ni tú , ni nadie, son los dedos miserables que le dan cuerda a nuestro reloj dejándonos sin tiempo, y no hay lagrimas que valgan para hacernos volver a meternos juntos en la ducha o detrás del asiento de nuestro auto.
Así como lo hacíamos al comenzar este amor, poniéndonos a tomar un café, sentados sin saber porque lo hacemos, sin tema para conversar y sin saber dónde mirar pues le huimos a las miradas y a las palabras que terminan en discusión, queriéndonos, pero sin ese amor de otrora, odiándonos sin rencor, buscándonos y huyendo a la vez, dejando solo que el silencio nos una, y que la soledad nos dé un abrazo, sin que aceptemos nuestro fracaso , pretendiendo devolver el amor que ya se fue, haciendo ver que todo está bien, pero con silencios y café, esperando que regrese el ayer , así prolongamos nuestro final, aunque ya todo lo vivido, logrado u obtenido nos de igual en este juego triste del amor donde nunca jamás habrá un ganador.
Siempre pensando en lo que pudo ser , pero ninguno logra comprender que entre silencios, el vivir, es otra forma de morir y que algo que empieza en alegría, cuando está por terminar siempre es agonía dándonos una dolorosa confusión donde no encontraremos nunca alguna explicación y solo con silencios envolveremos esa promesa que matamos cuando nos dijimos te amo , pero que con silencio traicionamos, pero seguimos en esta silente guerra, donde El agua apaga el fuego Y al ardor los años, jugando el juego del amor en que ciego jugamos a hacernos daño poniéndolo cada vez peor y cada vez más roto y cada vez más tú y cada vez más yo sin rastro de nosotros , no permitiendo saber que entre silencios el vivir es otra forma de morir.