#LUGARESMAGICOS/ Museo del Oro-Bogotá-Colombia-parte2

¡hola queridos amigos de Steemit!
Brevemente vamos a retomar nuestro tema del museo del oro, que quedamos de ampliar. Es mágico llegar al museo y encontrarse con un sin número de información y de objetos dorados. En las próximas líneas veremos como impacto este metal a dos mundos; ¡unos querían, los que otros tenían!

Se cuenta de una ceremonia de unción con alguna resina y polvo de Oro; que un cacique hacía, mientras los súbditos festejaban con chicha (licor embriagante, a base de maíz) esto lo hacían desde una balsa, probablemente en la laguna de Guatavita. En el centro de la laguna, arrojaba sus ofrendas de oro y esmeraldas y se sumergía en las aguas. En ese momento del rito, los indígenas chibchas hacían sus oraciones y ofrendaban sus tunjos a la laguna.

En base a estas tradiciones y atraídos por “la fiebre del metal dorado” No importaban las penalidades, las selvas, los ríos, ni las grandes llanuras, las mesetas o las grandes montañas, que tuvieran que atravesar los conquistadores. Todo lo abandonaban en sus tierras de origen, cuando escuchaban estos relatos; quizás algo exagerados. La búsqueda del ORO fue el incentivo de la conquista y la colonia de las tierras americanas en la primera mitad del siglo 16. Siempre querían más, cuenta la historia que no hubo saciedad.

Este metal precioso atraía a los conquistadores, y eso los lanzaba a combatir a los indígenas; ellos querían los tesoros, estuvieran donde estuvieran, en minas, en tumbas, en cuevas, la verdadera pasión era llegar al botín; claro sabían que estos venían en compañía de plata y piedras preciosas. Si no lograban doblegar a los aborígenes; entonces buscaban secuestrar al cacique, para luego pedir su rescate, en oro y piedras preciosas, como las esmeraldas que también abundaban. El objetivo único y final: - la cabeza del cacique-

Los conquistadores buscaron el Dorado en Guatavita, en los llanos, en las selvas amazónicas, en la Orinoquia; también tenían aviso de tesoros de Metha, el tesoro de Xerira y en la legendaria cuidad de Manoa. En Europa se propagó como pólvora la noticia que, en la expedición de Diego de Ordaz, un indio les señalo la existencia de selvas llenas de oro y piedras preciosas, incluso que hasta los niños jugaban con balones hechos de oro; sobraría decir que estos relatos los volvían locos. De ahí la fiebre por venir y pasara lo que pasara, tenían que encontrar dichas selvas y sus tesoros.

Entonces, cuentan los historiadores que mientras unos saltaban al mar, para llegar a las riquezas; los caciques pensaban como protegerse de los invasores y esconder sus tesoros; de ahí que se refugiaran en las selvas y en sitios difíciles de llegar. Las tradiciones de la selva señalan que en Manoa “la ciudad dorada”, fueron escondidas las riquezas del indio Atahualpa, posiblemente en la laguna Parima. Se creía que, para descifrar el mapa del tesoro, era necesario pasar por 68 cascadas, difíciles de atravesar, sin saber que peligros esperar.

Hubo entonces otra sorpresa al llegar; los indígenas tenían la costumbre de hojas de coca masticar- mambear- o chupar, al igual que las hojas de tabaco; lo cual le daba más resistencia a la hora de pelear o escaparse de los intrusos invasores y conquistadores. Un corsario Ingles también se aventuro con 100 soldados; para el Dorado encontrar. Cuentan los relatos que fracaso la expedición; y llegaron a pensar que todo era solo una leyenda.

Observamos como tenían instrumentos con el dorado metal, para las hojas pulverizar y poder fumar la coca junto al tabaco; objetos especializados supieron elaborar. Dicen las historias que era todo un ritual, para invocar a sus dioses y ancestros, para que los protegieran de todo peligro y mal. La espiritualidad cobrara un lugar principal, lo cuentan los cuencos y vasijas que se hallaron.

Amigos, lectores y seguidores lo relatado en estos renglones, son elementos de la historia que reposa en el museo, administrado por el banco de la república; el cuál posee miles de piezas prehistóricas, con el objeto de honrar la historia y todas sus situaciones; que para mal o para bien, están acompañados de relatos y versiones de historiadores, que se han dado a la tarea, para no dejar en el olvido estas joyas indígenas; tanto en oro, tanto en moralejas.

Ya terminando les presentamos uno de los Poporos, piezas ilustrativas y Banderas del museo. En esta imagen vemos uno en forma humana. Cuenta la leyenda que cada indígena o cacique llevaba consigo una bolsa con hojas de coca, que masticaban para conseguir un efecto ligeramente estimulante. Cuando dos caciques se encontraban, se intercambian un puñado de hojas como señal de amistad y respeto mutuo.

La balsa muisca es quizás la pieza más custodiada y más preciada por la organización del museo; la foto no pudo quedar mejor debido a que reposa en una caja de cristales de seguridad y el recinto es a media luz.
Queda mucho por mostrar y decir; ¡sin embargo, quedamos atentos a sus comentarios con nuestro cordial abrazo virtual!

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#dejandohuella

Fotografía por @hermandadsteem
Redacción @jayjes @cheysanta
Colaboración de @azabacheclaro @criollos-steemit

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