Al salir casi a media noche, la luna estaba tan grande que podía tocarla desde la Tierra. Puedo recordar el camino hasta casa porque el cielo estaba tan despejado que las estrellas eran como los bombillos que pusimos en la terraza, el viento estaba muy frío que saqué la bufanda de la cartera.
Cada paso que daba por lo que veía no quería llegar a mi destino pero el frío estaba insoportable.
Al llegar a casa, antes de entrar estuve otro rato contemplando la luna.