Es posible que algunos no estén de acuerdo con el término de marketing ecológico por convertir a la naturaleza en un producto comercial. Sin embargo, su origen data de los primeros años de la década de los noventa del siglo pasado. Fue entonces cuando empezó a crearse una cierta conciencia en la sociedad sobre la importancia del cuidado de la naturaleza, recuerda Gustavo Copelmayer.
Fueron los años en los que se comenzó a hablar de la lluvia ácida y de la capa de ozono, menciona Gustavo Copelmayer y agrega, que así surge por primera vez lo que hoy llamamos “conciencia ambientalista”.
El incremento hacia los asuntos ecológicos y la visión de algunas marcas que aprovecharon este impulso para impactar en la mentalidad de los consumidores fue la oportunidad para acuñar el término, marketing ecológico, señala Gustavo Copelmayer.
“El marketing de productos que son mostrados como ambientales y que pueden aplicarse a variadas posibilidades como la modificación de productos, cambios en los procesos de producción y también en el embalado y paquetería sostenible”, refiere Gustavo Copelmayer.
El marketing ecológico no se limita a modificar el enfoque, adaptar o mejorar el pensamiento, indica Gustavo Copelmayer, lo que busca es desafiar esos enfoques y ofrecer una perspectiva sustancialmente diferente. A estas alturas, no es una mera moda, se puede afirmar que el modelo de sociedad está cambiando hacia una tendencia creciente en realzar la mentalidad eco-sostenible.
Este cambio de paradigma incluye la producción de productos ecológicos hasta la mejora de procesos para reducir emisiones contaminantes derivados de la producción o movilidad urbana. Todo esto supone, en conclusión, indica Gustavo Copelmayer, que el marketing ecológico, lejos de ser una moda, es una estrategia significativa pues las marcas quieren asociar su imagen a campañas ambientales y los ciudadanos quieren un empresariado ecológicamente responsable.