
Anhelé en un momento crucial de mi vida escribir un relato, por
ello leí tantos libros y manuales , para ver si algún estilo o forma
cuajara en mí. Después, ante la inutilidad del asunto, reduje la
lectura a un solo autor, a la obra de un amigo, el gran César
Chirinos, y leí su libro Buchiplumas, y quedé sin plumas; lo que
hizo que deslizara mi lectura a su obra Mezclaje y quedé sin
mezcla (realmente no entendía nada). Ante tal frustración, decidí
preguntarle personalmente al autor sobre la escritura de un relato, y este me dijo que había que empezar por el medio, ir al principio y después al final; o en su defecto, empezar por la octava parte
del texto, descender a la mitad de su octava parte, hasta llegar al
vacío. Dios mío, era preferible que hiciera matemáticas, para ver si
en el embrollo de los números, con cierto margen de probabilidad, el relato, el deseo, se pudieran materializar sin tener que acudir al
infinito