Tenía muchos días escondido: una semana agachado en el pequeño cuarto secreto del pasillo. El sentimiento que me embargaba y paralizaba en mi escondite no había hecho más que crecer: estaba completamente paranoico. Cualquier sonido, cambio de temperatura o movimiento extraño aceleraba mi corazón. Oh, suenan esas voces, esas voces que huelen a maldad, que huelen repugnante. Si, sus voces olían a averno, olían a infierno.

Hace 7 días invadieron mi hogar, rompieron mi equilibrio: entraron a mi mansión, golpeando estrepitosamente las puertas. La primera criatura que vi era la más pequeña y repugnante creación jamás concebida, levantada sobre sus dos patas traseras y cubierto con pieles de quién sabe qué animal; su voz era aguda, era lo más agudo que podía haber olido nunca. Me encerré en mi zona segura cuando lo vi. Ahora sé que hay 5, de diferentes tamaños y colores.

El hambre, tarde o temprano, le gana al miedo: para poder seguir con vida debía alimentarme, debía ser el depredador. Contra lo que se me había inculcado, debía devorar a esa pequeña criatura. Acerqué mi cola a la puerta secreta y escuché. Al oler la voz de la criatura, abrí el pasadizo y brinqué sobre ella. Mis garras empezaron a desmembrarla, con mi cola tragaba su blanca y floja carne. La criatura, con su repugnante voz, gritaba "mamá", hasta que mi brazo, el que sale desde el centro de mi torso, le arrancó la cabeza. Lo más delicioso fue la pequeña extremidad cubierta de piel, que salía desde la zona más baja de su cuerpo, entre las patas. Saciada mi hambre en menos de dos minutos, olí el sonido de los demás. Volví a mi escondite. El pasillo se escuchaba manchado de sangre, y pude oler cómo una criatura, en tono sollozante, decía "mi hijo".

El miedo vuelve a paralizarme, pero sé que volveré a tener hambre. Veremos que pasa.

Aquí dejo el link del concurso para todo aquel que quiera participar. Estoy abierto a sus opiniones. ¡Gracias por leer!