"Samuel, volviste a mojar la cama!"-dice el papá- Otra vez ese rayo no te dejo ir al baño. “Papi, no es un rayo… una luz en la ventana del pasillo me quiere llevar y no puedo salir al baño"_- responde Samuel-. El padre enfadado le dice: “Hoy llega tu nuevo hermanito y ese es el ejemplo que darás?” Entristecido porque no le creen, Samuel se prepara para el colegio y se va. Al regresar, ve a su mamá cargando un lindo niño que llora desconsoladamente. Corre emocionado y le dice: “Que bonito es mi hermanito¡… no le digas que mojé la cama. Y por qué llora tanto?”. La mamá le responde: “Hola mi amor, si es tu hermanito David y no sé porque está así. Desde que llegamos no ha parado el llanto. Llama a tu papá para que me ayude”. El padre toma al niño en sus brazos y, al hacerlo, una corriente corre por su ser, erizándose y encorvando su cuerpo tal cual un gorila. Los ojos se salían de sus órbitas y estaban más brillantes que nunca. Samuel exclamó: “La luz de la ventana está en los ojos de papi¡”. La mamá aterrada tomó al bebé en sus brazos, y el papá, caminando con dificultad y haciendo gestos grotescos, apoyó sus brazos en la ventana y gritó: “Deja a mis hijos en paz¡ Vete de aquí”. Poco a poco, el cuerpo del papá fue recobrando su postura. David paró de llorar y, desde ese día, Samuel no mojó más la cama.
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