DE LA RISA
Dice un proverbio oriental que la risa expresa poder, mientras que el enojo debilidad. Javier Bertel tal vez lo sabía. Se denominaba un chistólogo. Su fortaleza era la risa (hacer reír) y asumió este arte como una profesión digna de cuidado. Lo conocí en la Facultad Experimental de Ciencias, comenzaba a estudiar Biología pura (no se si era pura por la pureza de las hojas, de los caimanes o de las serpientes) y yo Matemáticas, pero realmente donde descubrí su talento histriónico fue en casa de Xiomara Vazquez, una hermosa morena, bailarina de danzas nativas, de la que estuve enamorado, en silencio; y esa noche reímos hasta el cansacio, porque el hombre era máquina de chistes. Terminó, por supuesto, dejando la carrera y dedicándose a lo que le gustaba, a la risoterapia, a vivr riendo. No sé si esta fue un invento de él, pero la forma como la prácticaba llevaba el sello de su talento, de su originalidad. No me atrevo a decir que fue un humorista. Esta palabra tiene una connotación más intelectual, un compromiso más con el arte. Lo de Javier Bertel era un desvocamiento más Dionisíaco. Cuidado no era más bien un morir riendo. Pero no porque se ría mucho se vivirá mucho. Y el hombre se enfermó de pronto, pudo más bien la risa de la muerte y relativamente joven dejó a la risoterapia de luto en nuestra región cálida,