Estoy sólo. Sólo. Desesperado, aterrado. Sin salida. No sé qué hacer, tiemblo, no puedo llorar ni gritar aunque quiero. Quiero huir de todo, pero no tengo a donde, quiero huir de mí, quiero que todo termine, sólo hay una salida pero no quiero hacerlo, no quiero obligarme a mi mismo a eso. Estoy desesperado. No puedo más.
Tengo frío, la habitación está oscura, pero hay mayor oscuridad dentro de mí. Sólo quiero dormir, pero no puedo, quiero comer pero me da asco, todo me da asco. La misma existencia me da asco, pero la amo, quiero hacerlo. No hay nada, no hay nadie, estoy sólo.
Camino de un lado a otro, me quedó quieto. No sé qué hacer. Necesito ayuda, nadie ve que necesito ayuda, la ayuda que necesito pero no quiero, no quiero decirlo.
Me veo y no me veo, me extraño, me quiero, me odio. Caigo de rodillas. Creo que el momento ha llegado, al parecer no poder mantener mi máscara por más tiempo, esa que uso a diario para ocultar todo.
Comienza a sonar la música, si es la música. Esa música que cada noche me arrastra al infierno de mis pesadillas, el reflejo de mi infierno personal al que llamó vida, ese mundo que alegremente mi inconsciente crea y modifica con mayores horrores para recordarme se su existencia aún mientras duermo, mi único escapen transitorio. En ese mundo expresó mi odio, por cada cosa en la existencia y en especial por mí mismo, pero también hay temor que viene del amor que siento por todo, el temor de no querer perder nada. Expresó mi dolor, que es tan grande y que está en cada parte de mí ser día a día.
Pero ahora está aquí, sí, nunca antes había pasado, despierto. Esta aquí para arrastrarme y llevarme a los 9 círculos de mi infierno, a mi desgracia, a mi mala suerte, mi dolor, mi pena constante, ¿estaré realmente despierto? Lo estoy.
Es una tonada hermosa, asquerosa, buena, mala. La odio y quiero que termine, pero espero con ansias y pasión su llegada cada noche y espero como niño en navidad a los terroríficos regalos que me trae.
En medio de mi asombro, desespero y sorpresa todo se convierte en un gran y amplio salón con 9 círculos; me toma suavemente y me envuelve en sus brazos la soledad y mientras danza suave y lentamente me susurra al oído que no hay nadie en este mundo para mí, me hace sentir vacío por dentro. Pasamos al siguiente círculo del salón y me entrega a los brazos de la frustración, danza conmigo en un compás de vaivén, llorando por cada cosa que pudo ser y no fue, ni será, por todos los sueños y deseos rotos, me suelta desesperadamente e inmediatamente siento debajo de mis brazos como se deslizan las manos del odio hacia mi pecho y me invita al siguiente circulo, me dice lo mucho que desea hacer daño a todos y a mí mismo, me invita a vivir eternamente con él, me ofrece una cómoda vida de amargura y oscuridad y mientras bailamos estamos tan cerca uno del otro que siento como si me brindara el refugio que necesito; me aparto bruscamente mientras me hala por un brazo rápidamente la desesperación. Mientras entramos aun un circulo de danza rápida, muy rápida, donde no hay tiempo de hacer algo, vas de un lado a otro sin saber qué hacer, sin saber si salir o entrar, si continuar a parar, no logra decirme nada, pero en su rostro veo reflejado todos esos sentimientos familiares para mí.
De la nada cesa esa rápida danza y se eleva ante mí la tristeza, me abraza y en este círculo, mientras apenas nos movenos al son de la melodía anuncia con la voz más apagada y lúgubre lo mucho que siente todo el camino recorrido; cierro los ojos y me dejo llevar, como si flotara boca arriba en un mar de millones de lágrimas no derramadas. Bruscamente soy golpeado con mucha fuerza y caigo en el suelo, en un círculo mucho más cercano al centro del salón, me levanta con mucha firmeza la ira, me lastima pero me hace sentir el poder, grita, clama por tomar el control, afirma ser la única salida, me hace sentir cómodo, cada paso, cada movimiento es firme, tosco, burdo, potente, tentador. Me lleva hacia el centro del salón y me suelta sin más. Soy capturado por el dolor, solo sonríe y mientras danza siguiendo el clásico 1,2,3, ninguno emite palabra, solo siento desolación, una punzada en medio de mi pecho que no logro ubicar, creo que no voy a resistir. A solo escasos pasos del centro del salón me paralizo mientras el miedo me envuelve, el me arrastra dando mil y una vueltas mientras me dice que soy mi peor enemigo, me hice que habrán horribles consecuencia y me hace ver que todo es incierto, que el momento ha llegado.
Me abandona en los brazos de la protagonista del salón de danza, estoy en el centro, en mi noveno circulo, finalmente he llegado, la conozco, es la locura, bailamos, me dice cuanto ha esperado por mí, bailamos, lamenta que yo haya tratado de huir por tanto tiempo, bailamos, dice que ahora nadie podrá separarnos jamás, bailamos.
Ella me entiende, me ama, me muestra un mundo sin límites; me entregó totalmente a ella y entra en cada fibra de mi cuerpo y mi ser. Termina la canción, el resto de mis demonios sigue ahí, rodeándonos, siendo parte del momento; pero en especial la locura sigue aquí conmigo, porque es mi respuesta, mi salida, mi todo y mi nada, es parte de mí y yo soy parte de ella, somos uno. Juntos desde antes, ahora y por siempre. Mi camino, mi apoyo. Ahora el mundo verá lo que podemos hacer juntos, ahora el mundo tendrá su pago de vuelta por hacerme recorrer este camino, ahora el mundo vivirá la hermosa danza con los demonios.
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