La Reforma fue un movimiento religioso surgido en el siglo XVI que supuso la ruptura de la cristiandad occidental entre católicos y protestantes. En el seno de la Iglesia surgieron voces, como la de Martín Lutero, que exigían una reforma para recuperar las enseñanzas del cristianismo primitivo. Este monje agustino alemán daría origen al luteranismo, una de las ramas principales del emergente protestantismo.
Las causas que motivaron la Reforma y su difusión por la Europa del siglo XVI fueron varias. Por un lado, estaba el descrédito de la iglesia por la corrupción y los abusos morales, como la venta de indulgencias para que los fieles compraran el perdón de sus pecados. Por otro, también confluyeron intereses políticos y económicos. Lutero, nacido en 1483 en la localidad de Eisleben, buscó el apoyo de los príncipes alemanes para crear una iglesia nacional ajena a Roma, lo que la nobleza aprovechó en su pugna contra el emperador del Sacro Imperio, Carlos V. Además, las disputas entre el papa y el emperador, y los conflictos de este en Europa, permitieron que el protestantismo se fortaleciera, difundido con el desarrollo de la imprenta.
Martín Lutero había estudiado teología en la universidad de Wittenberg, donde luego sería profesor. El punto de inflexión en su vida fue su viaje a Roma en 1510, por el que fue testigo de la corrupción de la curia. Empezó así a cuestionar la autoridad de la Iglesia, alegando que solo la Biblia mostraba el camino de la salvación. Esto se convertiría en un pilar de su doctrina religiosa: tan solo a través de la fe se conseguiría la salvación. Con ello ponía en entredicho no solo el sistema de indulgencias, sino también el papel de la propia Iglesia como mediadora. Finalmente, Lutero plasmó su crítica contra las indulgencias en una obra, Las noventa y cinco tesis.
Lutero clavó sus tesis en la puerta de la iglesia de Wittemberg el 31 de octubre de 1517. Ante la difusión del texto, entre la Iglesia y Lutero se abrió un conflicto por el que el monje sería excomulgado en 1521. Aun así, después se trataría de impulsar un concilio universal para acercar las posturas de los reformados, sin éxito. En los años siguientes, y mientras Carlos V se ocupaba de las guerras contra Francia y el Imperio otomano, la Reforma se extendió por el Imperio bajo la supervisión de los príncipes alemanes contrarios al emperador.
La doctrina luterana redujo los sacramentos al bautismo y la eucaristía, sus ceremonias eran austeras y la liturgia se realizaba en cada lengua vernácula, no en latín, para hacerla más cercana al pueblo. A diferencia del catolicismo, los luteranos no reconocen al papa, rechazan la jerarquía eclesiástica y no veneran a la Virgen ni a los santos. Para Lutero la fuente de conocimiento de Dios era la Biblia, a la que todos los fieles tenían derecho a acceder e interpretar. Por ello, se hacía vital traducirla a otros idiomas como el francés o el alemán, a lo que contribuyó mucho la invención de la imprenta.
Cuando Carlos V pudo hacer frente a la cuestión protestante, la Reforma ya había consolidado sus bases. Para defender sus intereses contra el emperador, los príncipes protestantes alemanes se unieron en la Liga de Esmalcalda. Las hostilidades finalizaron en 1555 con la firma de la Paz de Augsburgo. En ella, un Carlos V derrotado reconocía que cada príncipe podía elegir la confesión luterana o católica para su territorio.
La Reforma de Lutero favoreció el nacimiento de nuevas ramas del protestantismo, como el anglicanismo de Enrique VIII, el calvinismo de Juan Calvino o el anabaptismo, y marcaría un antes y después en el mapa político y religioso europeo. Fue uno de los factores que influyeron en las guerras de religión, que asolaron el continente durante los siglos XVI y XVII. Su desenlace definió que la mayoría del norte de Europa sea protestante y el sur, católico.
El protestantismo tiene unos 550 millones de seguidores en el mundo en la actualidad, que representan un 22% del cristianismo. De acuerdo con el Center for the Study of Global Christianity, los países con el mayor número de protestantes son Estados Unidos, Nigeria y Brasil, y en Europa encabezan la lista el Reino Unido y Alemania.
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