“Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”
Colosenses 3:14 RVR1960
Existen muchos valores y cualidades que puede tener un ser humano. La solidaridad, altruismo, equidad, igualdad, bondad, sinceridad, paciencia, empatía, gratitud, perdón, humildad, entre otros, se pueden encontrar en las personas y es bueno cuando en un colectivo o sociedad proliferan estos. Pero ninguno de estos tiene valor alguno si lo que los motiva es el interés, el egoísmo o la ambición. Cualquier valor encomiable, puede ser corrompido por una mala intención o un motivo perverso oculto.
El apóstol Pablo en su epístola a los colosenses les insta a que se comporten como escogidos de Dios, santos y amados, misericordiosos, con benignidad, humildes, con mansedumbre y pacientes (Colosenses 3:12 RVR1960). Usa el término vestirse, como si de ropas se tratara, algo que es visible para las personas alrededor y que nos cubre. Pero concluye esta idea al decir: Y sobre todas estas cosas vístanse de amor, que es el vínculo perfecto. Existe claridad al incorporar el amor como aglutinante de todos estos valores. Ninguno de ellos vale para nada si no está respaldado así, y, por el contrario, puede ser hasta dañino si los motiva la maldad.
Muchas personas no cristianas se enorgullecen de ser morales, y no se percatan que se necesita amor detrás de esto. Pero no cualquier amor, sino el que proviene de Dios. Y sucede que más que cualquier otra cosa, es esto lo que precisamos en la vida, y que se convierte en nuestro motor impulsor en nuestra relación con el Padre Celestial y los hombres.
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