“¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo!”
Mateo 18:7 RVR1960
Las personas, de manera general, aceptan la existencia de algo conocido como ley de causa y efecto. Se plantea que cada acción tiene un efecto, cada efecto una causa anterior. Es de aceptación popular que cuando hacemos cosas malas, se recibirá como pago cosas malas, del mismo modo que hacer bien a otros desencadenará bien. De manera secular se habla del universo, del karma y otras justificaciones que los que no creen en Dios usan para no reconocer Su justicia.
Sin embargo, es frecuente encontrar individuos que disfrutan crear situaciones para los cristianos. Los persiguen, se burlan, los maltratan verbal y a veces físicamente, y tratan a toda costa de crearles dificultades. Saben que los cristianos no se defenderán, y aprovechan esa característica. Ellos olvidan la antes mencionada ley de causa y efecto que ellos mismos han aceptado. En medio de su ceguera, y habiendo negado a Dios, creen que pasará impunemente todo problema que han causado a los seguidores de Cristo. Sin embargo, Jesús mismo hablaba: ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Nosotros vamos a tener tropiezos, y estos nos ayudarán a madurar y crecer espiritualmente. Pero cada persona que nos haga tropezar deberá responder ante Dios por haber sido un obstáculo en nuestras vidas, por ser instrumento de demonios y tratar de hacernos caer. Por demás, Él es un Juez Justo, que no puede ser sobornado ni persuadido, y aun a Sus hijos castiga si hacen el mal.
Hermanos, evitemos ser piedra de tropiezo para otros y enfrentar la ira de Dios. Como cristianos, no podemos ser obstáculo para nadie, menos para la familia de la fe. Oremos porque el Padre Celestial tenga misericordia de los que nos hacen tropezar y apartemos toda obra de mal de nuestras vidas. ¡El Señor te bendiga!
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