Civilizaciones ancestrales avanzadas tecnológicamente

Todas las culturas conocidas tienen mitos y leyendas. En estas historias se nos habla de dioses, seres que luchaban entre ellos, unos buenos otros malvados, protectores o destructores, que manejaban poderes considerados sobrenaturales. Pero… ¿qué tal si esto fuera cierto?

Invitamos a los lectores a sobrevolar un tema que desarrollaremos en varias entregas. En éstas intentaremos, no convencer, pero sí dejar pensando y manejando una posibilidad desde una mirada crítica y científica, entendiendo por “científico” el no negar ni asegurar, sino otorgando el beneficio de la duda, en vista de no haber pruebas que apoyen o que nieguen la posibilidad.

Comencemos por analizar una realidad: la humanidad, según los científicos antropólogos más ortodoxos y conservadores, ha tenido la misma inteligencia, capacidad de ingenio y creatividad que tiene hoy día, desde hace por lo menos 200 mil años. Esa es una verdad irrefutable.

Tomándole la palabra a estos científicos, observamos que ha sido éste un tiempo bastante largo para desarrollarse desde diferentes puntos de vista. Ese es un primer aspecto.

La otra variable que debemos tomar en cuenta es que, para que la humanidad llegase desde la era en que se comenzó a sembrar, llamada la revolución agrícola, y pasara a desarrollar la economía, la política y se iniciara un avance tecnológico hasta llegar a la era de la física cuántica y los viajes espaciales, todo ese proceso le llevó alrededor de 10 mil años. Sólo 10 mil años en el inmenso mar de 200 mil.

En este punto, la pregunta salta a la vista: ¿será posible que los seres humanos estuvieron 190 mil años únicamente metidos en una cueva, haciendo dibujitos en las piedras? Es demasiado tiempo para vivir como nómadas, recolectores y cazadores, con la misma inteligencia y capacidades del humano moderno.

Una teoría válida es que en esos 190 mil años la humanidad pudo haberse desarrollado unas 20 veces, volver a caer y volver a surgir. La capacidad para ello existía. Pero, seamos modestos. No imaginemos que haya surgido y caído 20 veces. Supongamos que ya lo haya hecho una vez, que antes de esta civilización que conocemos haya existido otra igualmente avanzada. Una civilización que hace, digamos, unos 140 o 130 mil años llegó a manejar cierta tecnología y, debido a una guerra atómica o a catástrofes naturales, haya desaparecido.

¿Imposible? ¿Por qué? ¿No hay pruebas de que haya existido? Tampoco tenemos pruebas de que no haya existido. La duda queda. Pero… pensemos un poco. Es posible que haya algunos indicios.

Como lo mencionamos en el primer párrafo, en casi todas las civilizaciones que hemos conocido en esta nuestra historia existen mitos, creencias y hasta conocimientos que pudieran ponernos a pensar en un posible avance ancestral, aunque no hay pruebas físicas. ¿No las hay?

Para esta inquietud podríamos poner como ejemplo las pirámides de Egipto, las de los aztecas y mayas, las construcciones incas, la precisión del calendario y cálculos astronómicos mayas. En cuanto a los mitos y leyendas, todos ellos hacen referencia a un pasado glorioso de seres que llaman “dioses”, que tenían acceso a poderes increíbles. ¿Fue esto producto de un exceso de creatividad o serán estos seres y sus “poderes” sólo recuerdos de una posible tecnología avanzada?

Invitamos al lector curioso a hacer un ejercicio de imaginación: imaginemos que a nuestra civilización le toca vivir una catástrofe (una guerra o una tragedia natural). La misma hace desaparecer a la mayoría de la población, hace insostenible las relaciones internacionales, el comercio, la producción, la tecnología y todo lo que conocemos como civilización actual.

Solo quedan algunos sobrevivientes que se ven obligados a buscar el sustento diario de una manera primitiva. Lo más probable es que, dentro de varias generaciones, tan solo en 100 años, ya habrían perdido la mayor parte de las herramientas y del conocimiento adquirido. El clima y la vegetación van desmoronando los vestigios de esta civilización y los sobrevivientes no tienen la posibilidad de mantenerlos ni volverlos a construir.

En este caso, en nuestros descendientes sólo quedarían los recuerdos de lo que les han contado sus abuelos, el recuerdo de cómo era esta época, sus maravillas y lo que era capaz de hacer nuestra gente. Y, con el paso de los años, esos cuentos se van tergiversando hasta el punto en que se convierten en un mito o leyenda de lo que realmente fue.
Los científicos, los ingenieros, los médicos, los artefactos como neveras, televisores, vehículos, aviones, naves espaciales, satélites artificiales, teléfonos inteligentes, internet, computadoras, pasarían a ser, en la imaginación de quienes nunca los conocieron, pura “magia” o poderes sobrenaturales. Y, el recuerdo tergiversado de algunos líderes, quedaría como seres poderosos… dioses.

Con el pasar de los milenios, si la civilización vuelve a desarrollarse a partir de nuestros descendientes, la humanidad considerará esos cuentos como mitos y leyendas de la gente primitiva, basados en creencias religiosas, sin imaginar que realmente sí existió un avance que de hecho lo estamos viviendo ahora.

Es muy probable que así suceda si ahora ocurriera una catástrofe.

Ahora bien, como “prueba” de alguna posible civilización avanzada del pasado, queremos hacer un análisis hipotético de ciertas obras literarias del pasado remoto de la humanidad. Dos de ellas son especialmente interesantes si se les mira con la idea que estamos planteando: el Mahabharata, historia o cuento hindú sobre una guerra que hubo en la antigüedad y que destruyó a una civilización, y el Popol Vuh, cuento maya que trata sobre los sobrevivientes de una guerra que hubo en la antigüedad entre dioses. De ellas hablaremos más adelante.

En la próxima entrega tocaremos las que serían unas posibles “evidencias” físicas: las pirámides, un misterio aun hoy en día para la ciencia. Si bien son temas ya tratados en otros ámbitos, intentaremos abordarlos desde un punto de vista diferente.

Hasta aquí el planteamiento de lo que podría considerarse una idea loca. Invitamos a los lectores a eliminar de su mente prejuicios y fundamentos rígidos y a abrirse a un juego de imaginación. ¿Qué tal si esto es verdad?