Lástima De Aquel

QUE HA VISTO GRAN PARTE DE LO QUE TERMINABA DE DECIR LA UNA A SU SALIDA Y QUE HA ESCUCHADO TODO LO QUE HA DICHO EL OTRO, CHARLOTTE SENTADA EN LA BARRA, MIRA LA RETIRADA DE ESTE ÚLTIMO. LADEA LA CABEZA DE UN LADO AL OTRO Y CON GESTO DE DESAPROBACIÓN. CHARLOTTE ES UNA MUJER TRANS QUE VISTE MUY BIEN Y ELEGANTEMENTE. SU VESTIMENTA ES ENTRE MASCULINA Y FEMENINA, ES COMO UN TRAJE MUY ELEGANTE Y FORMAL DE MUJER. SUS RASGOS MASCULINOS AÚN SON NOTABLES, PERO ESTÁ MUY BIEN ARREGLADA Y MAQUILLADA. NO ES MARGINAL NI VULGAR, MUCHO MENOS SE PROSTITUYE.

CHARLOTTE: (Luego de una pausa y tomando del trago. Al chico de la barra) ¡Pobre diablo! ¿No te parece? (El hombre lo mira, pero no responde nada) No es necesario que respondas. Todo el mundo cree que todas las preguntas tienen que ser respondidas y no es asi. Hay preguntas que ya vienen con la respuesta debajo del brazo. Asi como hay otras preguntas que más que preguntas, son una confirmación, es decir, buscan la aceptación del interlocutor. Y también hay preguntas que está ahí… que son para la reflexión, digamos, que más bien, no se tienen que responder. Cosas de retórica. (Pausa) Son preguntas asi como ese pobre ser. De todo lo que escucho que dijo la mujer que iba saliendo, él lo único que tomo fue lo de los políticos. Por la pinta que tenía ella, se notaba que era una mujer interesante, una de esas personas que provoca conocer de verdad. Y cuando me refiero a conocer, no es a un simple «¡Hola! ¿Cómo estás?». ¡No! Es saber que le gusta y que no le gusta. Que quiere para su vida, sus sueños, sus deseos… saber quién es ella. ¡Conocerla! (Pausa) El gran problema de esta sociedad y del matrimonio, es que la gente no se atreve a conocer a las personas. Conviven mucho tiempo, sí, pero eso no garantiza que se conozcan. ¿O sí? (Con alguien del público) Ya está empezó a ver al marido. Una cosa es la costumbre, pero que se conozcan… mmm… a veces es bien difícil. No todo el mundo es conforme con lo que tiene o con lo que nace. Te a puesto que los hombres que están a aquí, lo que están es pensando en cómo cambiar a la mujer que tienen al lado, por otra… mejor o no, no sé, pero de que lo piensan, lo piensan. ¡Y las mujeres también piensan lo mismo, no se hagan las locas! Por favor. Si uno el ser humano no es nada conforme, ni con lo que tiene, ni con lo que puede tener. ¡Bueno, quien menos puede hablar de conformidad soy yo! La máxima expresión de la inconformidad humana, somos nosotras… o nosotros, como lo quieran comprender ustedes en sus cabecitas: la familia Trans. (Como saboreando las palabras en el paladar) «TRANS» … ¡Lo «trans»! Lo “trans”, y lo digo responsablemente, es una majadería que nos han impuesto. ¿Y Quién lo impuso? Un grupito de gente a la cual le encanta colocar etiquetas estereotípicas, que ellos creen que ayudan, pero no, en vez de ayudar lo que hacen es un señalamiento que se presta para la burla. Es así. Lo peor de todo es que cada vez hay más y más etiquetas de esas. Por ejemplo: (A algún espectador) ¿Qué haces tú si alguien llega y te dice: «¡Hola! Soy pansexual, ¿Y tú?»? (Pausa) Yo mínimo le respondo: no gracias, yo con el pan lo máximo que hago es comérmelo, tostarlo y comérmelo. Que, además, no se a quien se le ocurren las benditas etiquetas de esas, pero es que ponen cada cosa, que… ¡Un poquito de por favor no le cae mal al mundo! (Pausa) No entiendo porque nos inventamos estas cosas. De verdad. A ver, durante años y años se luchó por lograr un puesto digno dentro de la sociedad, ¿No? Entonces, ¿Por qué ahora nos ponemos calificativos y etiquetas entre nosotros? ¿Por qué esto? Siempre me lo he preguntado y no le encuentro una respuesta clara. Claro está, el ser humano tiene esta necesidad de apuntar, de señalar, de decir “esto es esto y aquello es aquello”. Pero ¿Por qué la comunidad sexo diversa se pone al mismo nivel de la sociedad? Porque si queremos ponernos un poquito emancipadores e irreverentes, como somos, entonces hagamos las cosas distintas. Lo peor de todo esto es que los jovencitos… no, no, no… lo han agarrado como de moda. No es por discriminar, pero es que los chicos pareciera que son gays solo por mariquear a la ligera, sin ton ni son, asi como sí. Es como si un día se levantaran de la cama y dicen: “¡Hoy soy gay! ¡Hoy me siento como gay!”. Okey, está bien, supongamos que la “gayiosidad” existe, que uno puede llegar a tener gaydad. Estamos en libertad de expresión, supuestamente, ¿No? Pero hay que darse su puesto. Llevar la homosexualidad con dignidad, que nadie tenga motivos para decirte: “tú esto”, “tú lo otro”. No señores. Si tú eres hombre, compórtate como hombre. Si tú te sientes mujer u hombre, compórtate como hombre o mujer y lucha por estar conforme con tu cuerpo. Pero no está cosa loca de los adolescentes que se la quieren dar de que son “homo” y quieren ser más mujeres que las mujeres, o las mujeres que son… “lesbis”, digamos, y se quieren comportar como hombres. ¿Por qué? Si se supone que tu estas conforme con tú cuerpo de hombre o con tú cuerpo de mujer. Es incomprensible como piensa la gente y sobre todo la comunidad sexodiversa. No, ya no es «L-G-B-T». No, cariño, que eso paso mucho de moda, te diré yo. Y que, como todo, ese nombre me parece un poquito detestable, también, es como separarnos por clases. Es mejor: SEXODIVERSA. El otro parece nombre de aceite de motor de carro o de electrodoméstico. ¡No! ¡Horrible! Y comprendan algo, no desprecio a la comunidad, si lo haría me despreciaría a mí misma; yo desprecio las etiquetas. Solo eso y la incongruencia de las personas de la comunidad. Porque no hay gente más discriminativa que la de la comunidad. ¿Por qué lo digo? Bueno, porque soy parte de la comunidad y me he codeado con cuanta lesbiana, travesti, marico, gay, homo, marilandros y marilandras ‒tú sabes aquí hay que tener contactos en todos los estratos‒, trans ‒por supuesto‒, prosti-trans… ¡Ay, en fin! Con todas las ramas de la comunidad. Y te puedo asegurar que no hay mayor discriminación que en un grupo de maricos. ¡De verdad! Porque ven a una mariquita fea haciendo el ridículo y en vez de ayudarla con la indiferencia a que no lo haga, no, se ríen de la pobre loca. Y tú dirás: “¡Mi amor! Pero la que es bella, ¡Es bella y punto!”. Y sí, es cierto. Pero ¿Por qué hacer del árbol caído leña? Eso es asi, cariño. ¿Tú crees tú llegas a una disco de ambiente y te reciben toda la hermandad sexodiversa y te colocan una corona de flores silvestres y te ponen en las manos una piña colada con paragüitas? ¡No, no, no, cielo mío! Eso es pura ilusión. Tú entras a un escáner visual en el que te evalúan a ver si estas bueno para el “acto sexual” ‒es decir, si eres fácil‒, o para ver si te sacan el culo y buscan la forma de joderte la noche. ¡Solo eso! Y por eso es que yo, cariño, decidí, desde hace años, mandar a la sociedad entera, a la gente de la sociedad completa, un poquito a comer mierda. Sí. Porque ¿Que te importa a ti como yo soy o como dejo de ser? ¿O cómo me siento más feliz? Y te digo una cosa, rechazo ciertos comportamientos, pero eso es problema de cada quien. ¡Qué más da! (Pausa) Por eso es que yo con el pasar de los años, fui comprendiendo aquello de que: “tú decides estar feliz”. Comprendí que la felicidad no te la da nadie, ni nada. La felicidad la tienes tú mismo en tus manos. Por su puesto, cuando chamo si tuve esa sensación desagradable de porque tengo aquello si yo soy mujer. Vivía confundida. Sabía lo que era y estaba segura de ello, pero con el pasar de los años entendí que no puedo ser infeliz por eso. Entendí que mi brillo no puede estar opacado por un simple pedazo de carne. ¡Por favor! Para eso me lo lanzo (Ríe). Yo sé que tengo rasgos de hombre, pero sí, soy trans… ¡«Trans»! Una cosa que quiere decir algo asi como que “está a través de”. Es decir, que esta como atravesado, intersectado, como… impregnado, digamos. Y de cierto modo es asi. Yo soy una mujer que se refleja a través del cuerpo de un hombre. (Pausa) ¿Y saben algo? Es por eso que aún no me he operado. Aprendí a disfrutar de mi transexualidad viéndola asi, con creatividad. Proyectar a una mujer en el cuerpo de un hombre, eso es como inspirador, como artístico. Yo soy una proyección de mi misma. Una proyección de mi interior. Yo proyecto la esencia de lo que soy y por eso siempre lo transmito. Yo soy luz y la emano y la transmito y la reflejo desde mi propio ser, y me transformo en lo que de verdad soy. ¡Eso lo entendí! Y aprendí a soportar mi cuerpo. (A un espectador) No, no estoy operada, por si te interesa. Bueno, de acá arriba, se nota de aquí a ochenta millas de viaje submarino, cariño, pero de acá abajo, no. Y siempre lo digo, no estoy operada de allí. Mi pene aun lo conservo. Lo tengo como una mascota. El a veces se levanta y empieza a jugar y bueno, se pone un poco contento. Pero no lo detesto. Y esto me puede causar un problema el día que decida operarme. Si porque una y que tiene que odiar a su pene para que lo puedan decapitar. Y con razón, ¿No? Porque eso es un motivo como para decapitar a una persona. Ya veré yo que hacer con eso. (Pausa) La verdad es que yo aprendí a querer a mi pene. No lo amo, porque sería demasiado y estaría como demás, me causo mucha ansiedad en la adolescencia, pero si lo quiero. Es como tener un marido y un buen amigo en uno solo, porque nunca te abandona y te hace compañía. (A una espectadora) Tú te imaginas que tu como mujer, y suponiendo que eres hetero, ¿No? Y que tu marido sea un pene, solo un pene, sin el resto de equipo, ¿Tú te imaginas eso? Fuera fantástico, ¿No crees tú? Aunque lo puedes hacer, corazón, lo puedes hacer. Te compras un “ocho pilas” y listo. Tienes un marido que gaveta. (Pausa, mira a la espectadora) ¿Pero tú eres hetero? {(En el caso que diga algo asi como que “le gustan los hombres, pero no es nada de eso, o que no sabe) ¡Ay cariño! ¿Cómo andas por ahí, por el mundo, sin saber lo que eres? Tan de moda que están esas etiquetas y ¿No sabes? ¡Qué pena! Esta mujer anda donándola por el mundo sin saber que es, ni por qué…} Yo pregunto. Porque me parece increíble que a estas alturas del avance de las tecnologías y el internet y todas esas cosas, aun allá gente que no sabe la etiqueta que se tiene que poner. Estoy totalmente en contra de las etiquetas, pero hay que saber los códigos y los modismos para poder entender y hacerse comprender en esta sociedad de mierda. Y más una siendo asi. (Pausa) Que te digo una cosa: al ser trans, todo el mundo cree que lo único que le queda a una es ser prostituta. Pero ese no es mi caso. Cualquiera creería que al yo entrar aquí lo que tendría que hacer es estar sacándole fiesta a los hombres, a ver cuál cae. Y no, no soy una puta excéntrica. No, señor. Uno tiene que tener sentido de la superación, asi trabajes de prostituta, el sentido de la superación tienes que tenerlo siempre presente. ¿Yo? Bueno, yo me crie un barrio, uno de esos de por aquí. Me hice de abajo, me hice de la tierra con muchísimo sudor y esfuerzo. Me plantee varios objetivos y trace mi norte y lo seguí y los sigo cada día. ¿Si recibí golpes? Si, muchos. ¿Desprecio? Muchísimo: de mi familia, de la gente, del mundo, pero yo sabía, y se, lo que soy y tenía claro lo que quería ser y a donde quería llegar. Hoy día soy psicóloga, me va bien, vivo en una buena urbanización, vivo bien, cómoda. Estoy tranquila conmigo misma, con mi cuerpo, con mi ser, con lo que soy y como soy, y hago lo que quiero. ¡También estoy en paz con mi familia! He tenido que enseñarles a aceptarme y lo han aprendido. Y no logro entender nuestra inconformidad, nuestra aborrecible necedad de seguir viviendo en las desgracias del pasado. Por eso es que en la calle cuando me topo con gente tan trivial, solo pienso: «¡Ja! ¡Lástima de aquel!!». Sencillamente tú decides estar feliz o no… (Al chico de la barra) ¡Dame otra copa, cariño! (Charlotte continúa tomando su trago).