Concurso de Nano Narrativa (Semana 6) / Nacimiento viviente

Todos los elementos están preparados y distribuidos para presenciar el acontecimiento tradicional del pueblo. Las casas están adornadas con luces multicolores, con guirnaldas y palmas que le dan al lugar un ambiente de alegría y frescura. El río y sus deltas son serpentinas de papel maché que el pueblo trabajó e hizo brillar bajo el establo de cartón piedra.

Las ovejas Manuela, Griseida y Ramona balan delante de los niños pastores Chico, Pastor y Froilán que van con sus cayados pastoreándolas por la pradera que se extiende hasta unas montañas de corcho y periódicos arrugados. La vaca Azucena muge con esa voz tierna de manantial que tienen las niñas de seis años. Graciano, el burrito, también llamado sabanero, le pide ayuda a su colega, el buey Yoel, para que le acomode la cola que se le tuerce a cada rato porque el perrito Martín se le mete entre las patas rascándose las pulgas y ladrándole guao, guao, guao.

La voluntad de Dios está reunida en torno al nacimiento viviente que los vecinos han organizado con la participación de todos los habitantes del caserío, amén de los reyes magos que llegaron de Trujillo, La Victoria y Barlovento con sus regalos: torta, pañales y miel. Mercedes y Virgilio vienen y van con canastas de flores ofreciéndonos pan de jamón, turrones, hallacas, rico dulce de lechosa, bebidas para el espíritu…

María nos contempla hablándonos con sus ojos de madre, en silencio, al lado del pesebre, y José le habla al oído mientras le acaricia el vientre con ternura y una devoción que llega del cielo. Es la noche del veinticuatro de diciembre bajo el techo del mundo. Arpidio charrasquea el cuatro con afán y Eleuterio maraquea qué sabroso las maracas. El cielo está forrado de constelaciones, como un regalo. Hay una estrella que resalta entre todas con un fulgor increíble. La noche está espléndida y ahora todos esperamos el milagro.

Los magos Melchor (Asunción), Gaspar (Cleto) y Baltasar (Fulgencio) han seguido esa estrella desplazando sus sombras por la tierra y en este momento están en la posada contándonos los peligros que han vivido para tributar al niño que va a nacer. Los grillos Pepito y Quintín y las luciérnagas Camucha y Merlina saltan alrededor de nosotros alumbrando el aire con cabos de vela.

Se escucha el aguinaldo:

_{En esta noche estrellada
celebramos la navidad
anunciando tu llegada
con un canto de piedad.}

_{Trae a nosotros tu luz
dulce niño redentor
llenando de pasión y paz
esta villa del Señor.}

Es la música de la humanidad que le canta a la esperanza, que dice de una nueva alborada. Cuando faltan instantes para la medianoche se ilumina el portal. Todos los participantes y visitantes nos hallamos ansiosos pues ha llegado la hora. José nos mira con el alma palpitante. María toma sus hilos y agujas, se acuesta sobre el heno y teje la mantilla del amor. Admirados, escuchamos los lloros del niño Dios. Ha nacido Jesús. Se elevan al viento, alborotadas, las campanas. ¡Feliz Navidad!

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