Nerón, la bestia de Apocalipsis

in neron •  6 years ago 

Nerón, la bestia de Apocalipsis
Autor: Diac Gonzalez


Nerón (Nerón Claudio César Augusto Germánico), antes de ser emperador se llamó Lucio Domicio Enobarbo. Hijo del cónsul romano Cneo Domicio Enobarbo (Domitio Ahenobarbo) y Agripinila (conocida como Agripina la menor). Ella estuvo emparentada con tres emperadores: bisnieta de César Augusto, hermana de Calígula, y sobrina de Claudio.

Enobarbo era un hombre violento y la relación con su esposa era difícil, así dijo refiriéndose al hijo de ambos, sin saber que estaba profetizando: "de la unión de Agripina y mía, sólo puede salir un monstruo".

Agripina, mujer de fuerte carácter y decisión, manchó sus manos de sangre para conseguir que su familia subiera al trono del imperio romano. Costara lo que costara, incluso su propia vida. Ante la afirmación que unos astrólogos le hicieron de que su hijo Nerón, efectivamente llegaría a ser emperador pero también que mataría a su propia madre, respondió con estas duras palabras: “Que me mate, con tal de que reine”.

De acuerdo a la tabla siguiente, Nerón fue el sexto emperador, gobernó el Imperio Romano entre el 13 de octubre del 54 y el 9 de junio del 68, fue el último emperador de la dinastía Julio-Claudia. Los historiadores romanos inevitablemente comenzaron su registro con Julio César, padre de su país. Por ejemplo, el biógrafo romano, Cayo Suetonio Tranquilo, en su libro Los Doce Césares, comienza con Julio y registra a Nerón como el sexto en sucesión.

Los primeros diez Emperadores Romanos

  1. Julio César: 48 - 44 a.C.
  2. Octavio (Augusto): 31 a.C - 14 d.C.
  3. Tiberio: 14 - 37
  4. Calígula: 37 - 41
  5. Claudio: 41- 54
  6. Nerón: 54 - 68 (Hijo adoptivo de Claudio)
  7. Galba: 68 - 69
  8. Oton: 69
  9. Vitelio: 69
    10 Vespasiano: 69 - 79

Nerón es hijo adoptivo del emperador Claudio. Accedió al trono haciendo envenenar a su medio hermano Británico (hijo varón -único- de Claudio), y también al mismo Claudio. Nerón fue un hombre que en el inicio de su reinado se presentó de una manera moderada y prudente, pero que después reveló un carácter sanguinario y cruel.

En el Nuevo Testamento no se menciona por nombre a Nerón, pero hay varias referencias a él. Fue durante la primera parte del reinado de él, que Pablo exhortó a los cristianos a ser respetuosos y obedientes al estado (Ro 13:1-7; cf. las instrucciones posteriores en 1Ti 2:1s; Tit 3:1). También Pedro hizo las mismas recomendaciones durante la última parte del reinado neroniano (1P 2:13-17).

A este emperador apeló Pablo ante la injusticia de Festo, el gobernador de Cesarea (Hch 25:12).

El César mencionado en Filipenses 4:22 es Nerón. En la conclusión de esta carta, Pablo transmite saludos de los hermanos de Roma y “especialmente [de] los de la casa de César”. La expresión “la casa de César” no se refiere necesariamente a la familia inmediata de Nerón, quien gobernaba para ese entonces, sino que podía aludir a quienes formaban parte de la administración pública, esclavos del César y funcionarios de segundo orden. No se especifica si estos cristianos de la casa de César fueron fruto de la predicación de Pablo. Si estaba detenido en un lugar próximo adonde se encontraba la guardia pretoriana (Flp 1:13), se hallaba en las inmediaciones del palacio de Nerón y, por lo tanto, cerca de muchos miembros de la casa de César, a los que pudo haber predicado (Hch 28:16, 30, 31). Todo esto indica que Nerón era el emperador que estaba gobernando durante los dos años de la primera prisión de Pablo en Roma (Hch 28:30). Evidentemente Nerón permitió que el apóstol fuera puesto en libertad esta vez (Flp 1:25; 2:24), pero no en la segunda (2Ti 4:6s).

Nerón es el «león» de 2Ti 4:17.

La bestia de Apocalipsis 13:18 es Nerón: "Aquí hay sabiduría. El que tiene más entendimiento, cuente el número de la bestia; porque es el número de hombre: y el número de ella, seiscientos sesenta y seis". Este acertijo ha llenado de perplejidad a los críticos e intérpretes a través de todos los siglos desde la época en que fue escrito. La frase "número de hombre", muy naturalmente significaría el valor numérico de las letras que componen el nombre de un hombre. Y los dos nombres que más favor han hallado en la solución de este problema han sido el griego Lateinos y el hebreo Nerón Kaiser. Cualquiera de los dos constituye el número requerido y uno u otro se aceptará según la interpretación que uno dé a la bestia simbólica de que se trata.

La bestia mencionada en Apocalipsis 11:7 es Nerón al mando del Imperio Romano: "cuando hayan acabado su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra ellos, y los vencerá y los matará". Nerón, al mando del gran imperio romano, le hizo la guerra a los dos testigos. Erróneamente se afirma que son dos personas, dos profetas. No son dos profetas literales sino metafóricos, porque si fueran simplemente dos personas, ¿por qué la bestia (Nerón) al mando del imperio romano, necesitó hacer guerra contra ellos, con su poderoso ejército? Lógicamente, porque la metáfora no se refiere a dos personas, dos profetas individuales, sino que se refiere a la iglesia militante judía liderada por Pedro, y la iglesia gentil liderada por Pablo; las cuales estos emperadores persiguieron, y les hicieron la guerra. Inclusive estos dos apóstoles, ambos murieron entre el año 64 y el 67 d.C., en la ciudad de Roma, en la persecución de Nerón (64-68 d.C.).

En el año décimo de su reinado, el 64 d.C., estalló el gran incendio de Roma, que destruyó casi completamente tres de los catorce distritos de la ciudad; se acusó al emperador de que él había sido quien había dado la orden de provocar el incendio. Nerón a su vez acusó a los cristianos, condenando a gran número de ellos a suplicios atroces. La tradición señala que Pablo y Pedro estuvieron entre los mártires.

A partir de esta persecución el imperio asumió una actitud hostil hacia el cristianismo. Además de Nerón, también persiguieron a los cristianos los emperadores siguientes: Domiciano, Trajano, Adriano, Marco Aurelio y Diocleciano, entre otros. Esto comenzó la primera de diez olas de persecución contra los cristianos durante el período del Imperio Romano hasta Constantino en el 314 d.C. Por más de dos siglos, Roma destruyó a cerca de un millón de cristianos.

Por la historia, sabemos que de los siete reyes mencionados en Apocalipsis 17:10, uno de ellos, el sexto es Nerón (Vea la tabla arriba, de los emperadores romanos). Así dice el texto: "y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo." Cuando Juan recibe esta revelación, ya cinco de ellos habían gobernado, como lo dice la versión CST-IBS “cinco de ellos cayeron ya”, estos son:
(1) Cayo Julio César (48 al 44 a.C.;
(2) Cayo Julio César Octaviano = Octavio Augusto (2 de septiembre del 31 a.C. al 17 de agosto del 14 d.C.). Aunque el Senado lo proclamó emperador el 16 de enero del 27 a.C. A partir de este rey se les comenzó a llamar emperadores;
(3) Tiberio Julio César Augusto = Tiberio (15 de septiembre del 14 d.C. al 16 de marzo del 37 d.C.);
(4) Cayo César Germánico = Calígula (16 de marzo del 37 al 24 de enero del 41 d.C.), y
(5) Tiberio Claudio Nerón = Claudio (24 de enero del 41 d.C. al 54 d.C.).

Esta misma versión (CST-IBS) sigue diciendo: “el sexto está gobernando”. De acuerdo a la sucesión, el sexto (6) rey fue Claudio Cesar Nerón = Nerón (13 de octubre del 54 al 8 de junio del 68 d.C.). De manera que al momento de Juan recibir la revelación de la bestia escarlata, estaba gobernando el sexto rey, el cual ya se ha demostrado aquí que fue Nerón. La profecía es tan exacta en lo que dice: “el séptimo no ha llegado todavía; luego, cuando llegue, reinará por poco tiempo”. Por la historia sabemos que a Nerón lo sucedió Servio Sulpicio Galba (68 – 69 d.C.), pero fue por un corto tiempo (siete meses), como lo dice la profecía.

Cuando Pablo habla de "la manifestación del hombre de pecado" en 2da de Tesalonicenses 2, se está refiriendo a Nerón: "Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos." (2 Ts 2:3-10).

Este texto hay que estudiarlo en contexto para poderlo entender, y la clave está en la frase: "Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio". Los cristianos tesalonicenses ya sabían (en ese tiempo) que ya estaba en acción el misterio de la iniquidad, y sabían qué era lo que detenía la manifestación del hombre de pecado, y era una persona, y esa persona se llamaba Claudio, su padrastro era el emperador que gobernaba en ese momento, y debía ser quitado de en medio.

Es necesario saber esta parte de la historia para entender la profecía. El tercer y último matrimonio de Agripina se llevó a cabo el 49 d.C. con el emperador Claudio. De esa manera Agripina obtiene el título de emperatriz y luego el de Augusta. Al ostentar dichos cargos se hace con más poder e influencias, que usará para convencer a Claudio de adoptar como único heredero al trono de Roma a su hijo Nerón. Para ello Claudio deshereda a Británico, el hijo que tuvo con su anterior esposa Mesalina, que luego sería asesinado. Así Agripina introdujo en la sucesión imperial a su hijo. Una vez obtuvo lo que deseaba de Claudio lo mandó asesinar con un plato de hongos venenosos. De esta manera, envenenado, fue quitado de en medio quien al presente lo detenía, por una conspiración entre Nerón y su madre Agripinila. Así, al quitarlo de en medio se cumplió la palabra del apóstol Pablo: "hasta que él a su vez sea quitado de en medio". A partir de allí se manifestó (en Nerón) la bestia de Apocalipsis.

Al ascender Nerón al poder, su madre Agripina trató de gobernar a través de su hijo, con el cual se insinúa tenía una relación incestuosa. Cuando esta se opuso a la relación de su hijo con Sabina Popea, Nerón, por consejo de su amante, mandó matar a su posesiva madre.

Los que conocen la historia, saben que esta bestia, determinó asesinar a la novia del Cordero, era un megalomaniático que edificó una estatua de él mismo de más de treinta metros de alto y la erigió en el templo romano de Marte. Demandó que lo adorarán como «el Dios Todopoderoso y el Salvador». Y en sus monedas se llamaba a sí mismo El Salvador del Mundo.

Así se expresa Josefo de él: “Dejaré de contar ahora al presente, por saber que sería importuno, de qué manera Nerón, levantado en los bienes de la fortuna y prosperidad, supo tan mal servirse de todo; y cómo mató a su hermano, a su madre y a su mujer, convirtiendo después su crueldad contra todos, viniendo a la postre a enloquecer y hacer cosas de hombre indiscreto y sin cordura.” (Flavio Josefo, Las Guerras de Los Judíos, Libro II, Cap. XI, pag. 131)

Tácito amplificó la naturaleza nefasta de Nerón en sus Anales. Nerón acusó falsamente a los primeros cristianos como los causantes del gran incendio de Roma y los subyugó a las «torturas más exquisitas». Los «cubrió con pieles de animales», «hizo que los perros los despedazaran», «los clavaba a las cruces» y «los quemaba para que le sirvieran como iluminación en la noche». Es justamente por esto que se le llamó "el anticristo".

Apolonio de Tyana describió a Nerón como una bestia más malévola, peor que cualquier otra que él haya encontrado en la selva. Al igual que Lactanio, Sulpicio Severo y los Oráculos Sibilinos, él describió a Nerón como una bestia destructiva y dañina: «Nunca hemos oído que las bestias salvajes se coman a su propia madre, sin embargo Nerón disfruta de esa dieta». Esto fue dicho porque Nerón mandó a matar a su propia madre.

Suetonio dice: «Había prostituido su propia castidad hasta el extremo de profanar cada parte de su cuerpo, para después crear una clase de juego macabro, donde se cubría con la piel de algún animal salvaje, y saliendo de una jaula atacaba las partes privadas de los hombres y las mujeres que estaban atados a las estacas».

Nerón castró a un jovencito llamado Sporus y se casó con él en una ceremonia pomposa. Se deleitaba en la violación homosexual y la sodomía. Mató a su mujer embarazada, Papea, a patadas y se robó el tesoro imperial para utilizarlo en placeres personales. Y eso es sólo un vistazo pequeño de la personificación de la maldad.

Nerón murió en el año 68 d.C., en el año catorce de su reinado, y a los treinta y dos años de edad. Viéndose abandonado por sus tropas y sabiéndose perdido, se quiso suicidar, pero, no consiguiéndolo, pidió a uno de sus defensores que lo rematara.

Autor: Diac Gonzalez
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