En el Siglo III, en plena caída del Imperio Romano, un joven cristiano, llamado Valentino, unía en matrimonio parejas de enamorados, según contó el poeta José Narosky en la agencia Noticias Argentinas.
Se vio obligado a llevar estas uniones a escondidas, bajo el estricto ritual de la Iglesia, ya que lo consideraban como una secta prohibida. Al ser descubierto, fue condenado a muerte por el emperador Claudio Segundo.
Valentín había nacido en Roma un 14 de febrero -por este motivo se festeja ese día- y dedicó su vida a difundir el incipiente cristianismo.
En una época, en que la atracción de la pareja humana era para muchos un pecado, este apóstol del amor la consideraba el más hermoso de los milagros y que si la pasión era auténtica, el amor era siempre legítimo.
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