Camille por ser una joven en sus últimos días en su instituto, a pocos semanas de graduarse, siente a lo lejano que pronto su despertador irrumpirá en su calma, por así llamarle, y como pensó así fue pero ella ya había estado fuera de su cama durante mucho tiempo, pensando. Sin darle la más mínima importancia y siquiera apagarlo, empezó a prepararse con el sonido del despertador de fondo y sonaba aun cuando ella se amarraba las agujetas y también mientras se veía en el espejo… mejor dicho, lo que quedaba de el.
Para cuando iba a salir, ella volteo a ver su habitación y pensó que no había nostalgia o ningún sentimiento alguno por ese lugar, escuchó a varios chicos pasar a toda prisa por su lado y bajando las escaleras, en ese edificio poseía los residentes, al parecer de ella, los más bulliciosos. Sin importarle más, subió las escaleras pensando firmemente en su plan de vida, en la decisión que ahora ya nadie podría detener más que la misma muerte. Llegó a la puerta de la terraza y caminó hasta la orilla viendo a todos correr a sus clases o a vagabundear en la cafetería, entonces en la orilla se percató de lo vacío que estaba todo - “Nada más que soledad es lo que me rodea” - se dijo a sí misma y se rió para seguir viendo a su alrededor.
Ella no era muy popular, pero tampoco es la típica chica solitaria del instituto. Claro que para ella en el fondo se sentía tan sola e inútil como el bosque, contiguo a la biblioteca, en invierno. Por supuesto, que no era algo nuevo en ella sino una forma de mala vida que ella misma había escogido sin percatarse y en ocasiones le agradaba, le gustaba su soledad excepto cuando ésta se poseía de todo a su alrededor y le jugaba malos rato, cuando la dominaba y no había más que coraje y odio en su voz, cuando le quitaba todas las ganas de seguir con alguna actividad, cuando la adormecia tanto que no sentía dolor por otros, o siquiera, por sí misma.
Hace mucho ella había decidido hacer eso, quitarse a la soledad del costado, quitársela sin importar nada. Pero no siempre las cosas resultan como uno las imagina.
Por eso mismo, dejo de pensar en su pasado, en su vida. Sin pensar más… salto.
“¡¿Tú no entiendas, cierto?!”
“Me lo pones muy difícil, normalmente no hago esto”.
“Deja de hacerlo, esto es muy molesto”.
Se sobresaltó al escuchar todo eso, fue como un susurro pero también sentía un insoportable pitido en los oídos. Camille intentó abrir los ojos pero quedó cegada al instante, cuando puedo adaptarse notó que había visto directamente al sol y su plan había fracasado, nuevamente, lo cual la molesto. Tomó un respiro y comprobó que le dolían las piernas pero no gravemente sino como cuando haces mucho esfuerzo físico y al día siguiente sientes que tus músculos no quieren cooperar, bueno algo así, lo cual le parecía todo un chiste. ¿Saltar desde el tercer piso y quedar viva? Este es un chiste cruel de la vida.
“Deberías de dejar de hacerlo, disfruta tu vida… aun si es asquerosa como parece” - volvió a escuchar esa voz, se escuchaba muy cercana y como acto de reflejo se precipitó a levantarse y su cabeza empezó a dar vueltas, cerró sus ojos y volvió a recostarse sobre el suelo mientras analizaba lo que le sucedía. Una persona normal puede morir, claramente ha dejado la normalidad en el sótano de sus padres y eso la deja con un mal sabor de boca, eso o la sangre que tiene en ella.
“¡Esto es estúpido! No tiene sentido nada de esto… ¡¡Mi vida no tiene sentido!!” - Sin esperar a que su mareo pasará, se levantó estrepitosamente e intentó caminar, veía doble y en cada lugar de su cabeza sentía punzadas pequeñas pero muy molestas.
¿Qué sentido había en estos últimos meses? Ninguno a su parecer. Sentía que no podría progresar si las cosas seguían de está forma, donde ella claramente no podría hacer más que hacer intentos fallidos y analizar qué o quién era esa voz que había escuchado hace un momento.
Llegó a su habitación y al fin la alarma se calmó, su dolor seguía tanto en su cabeza como en su cuerpo, se vio en el espejo y vio cómo su piel se lleno de moretones, había sangre algo seca en su frente, en su mentón y su vista se nublaba un poco. En el baño, tomó un paño húmedo y empezó a limpiar la sangre hasta notar que parte de su cabello tenía sangre, tiró el paño y se metió a la ducha sin importar su ropa, abrió el grifo y dejo que el agua corriera junto con la sangre, junto con otra falla. Sin pensar más, dejó caer su cuerpo sintiendo la baldosa fría y como su conciencia divagaba lentamente por cada parte en que su ojos se quedaban viendo, y entonces sus ojos se nublaron completamente.
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