Posición personal.

A veces siento que me voy a morir.
Estoy llegando y no me quiero devolver.
Me agarro fuerte.
No entiendo lo que se siente,
me está dando miedo pero no voy parar.

En ocasiones siento que voy a quebrame y entre sollozos le digo:

-No me pidas que me detenga, por favor.

Él es fuerte y me ayuda a no caerme. Con la cabeza asiente y yo continúo.

Adelante, atrás.
Arriba, abajo.

Me suelta el cabello, dice que le gusta mas así, quizás debí obedecer desde el principio para ver esos destellos de fuego en sus ojos.

Uno, dos, tres.
Estoy un poco lenta.
Necesito captar todo este caos que se está ocasionando.
Mi respiración va al ritmo de mi corazón.
Mis caderas no quieren perder la inspiración.

Estira sus brazos y mide mis senos con las palmas. La agilidad de sus dedos pasa a mis costillas rápidamente posándose en cada separación con las manos posicionadas cual pianista que esta tocando al mejor ejemplar.

Estamos en el mismo lugar elevando la situación sin centímetros divisores.
Esto es lo que lo vuelve personal.

Su firmeza mientras le doy lo que desea.
¿A quién se lo estoy dando en realidad?
Realización mutua al tocarnos,
no podemos dejarlo pasar.

Y estoy llegando y no me quiero regresar, voy a estallar, las sábanas atajarán mis pedazos.
Sonidos brotaban de nuestras gargantas en diversas repeticiones.
"Ah" y "Mmm" como parte de nuestro nuevo vocabulario.

¿Por qué es tan fácil hacerlo personal?

Los deseos se comparten pero no nos queremos comportar.
Llegamos al destino sin tener un mapa específico, solo los puntos equidistantes de nuestras figuras rimbombantes.
Hemos aprendido demasiado, cómo ser uno y no poder separarnos.

Solo podíamos hacerlo personal.