Sumisa

No es imprescindible el tacto
Has convertido mi cuerpo en la fuente del placer
Sólo con las miradas
Las puntas de tus dedos como el efecto de un látigo
Los labios se rinden
Al calor inalcanzable que juega a estar siempre a tu disposición
Es toda una ilusión
Las marcas en la piel, fingen ser dolor, pero son gustos prohibidos
Nuestro secreto
Quienes nos miran en las calles no alcanzan a adivinarlo
Guarda silencio
No hables de amor después de hacerme tu esclava
Demuéstralo
Déjame ver tus debilidades, son mi precio
Entrégate
Si doblegas tu orgullo, doblegas mi voluntad
Ven de nuevo
No hay límites más que los de tu fuerza
No lo controles
Deja los impulsos oscuros fluir, ya no es necesario esconderlo
Te conozco
Has esperado esto toda tu vida, ahora es tuyo
Vi todo en tus ojos
La noche en que nos conocimos, en medio del romance te vi salvaje
Te vi indómito
Como aquello que no puede ser conquistado, ni explorado
Eso me llamó de ti
Podría decirse que lo he logrado, lo que nadie logró nunca en ti
Que fueses real
Como el beso que me das cuando todo acaba y tus brazos cálidos alrededor.

La verdadera sumisión es la que se asumo voluntariamente y con agrado.