En un país de la esperanza encaminada, existía un ser traumado apático, sin gracia, que dependía de los seres que le rodeaba, para desempeñarse tranquilamente en sus circunstancias, era tan insulso que ni su familia lo estimaba.
Al verse él desplazado de afectos, comenzó a mostrar una postura de sigilo, guardando para el exterior sus verdaderos motivos, pero a sus entrañables secuaces se les presentaba, tal cual era.
Este pusilánime hombrecito desarrollo una vida de mentiras, se mostró manso a quienes les extendieron la mano, adulaba sin medida, usaba palabras lisonjeras para sus compañeros de labores.
Al ver que la vida le sonreía por desplegar su maléfico plan, se llenó de arrogancia simulada, los amigos le estiman, su familia lo respeta, reparte la abundancia al hogar y diversión a los compinches.
Todos dicen; Que buen tipo, parece amigo, démosle una oportunidad, cae y le hace bien al grupo, no le compliquemos su estancia entre nosotros, a lo mejor aprende y nos da una grata sorpresa.
Vaya sorpresa la que les dio a sus compañeros de labores, esta minúscula criatura empobrecida de respeto, el corazón lúgubre sacó a relucir su aversión cuando pisó los caminos del poderío.
La conspiración de los compinches se desplegó a plenitud, a la cabeza está el traumado apático, ataca sin encono a quienes un día se atrevió llamar cohediario de labor, no tiene escrúpulo, salió el sanguinario a despedazar.
Como brujo en pacto, camina pavoneándose en su atrio de traición, engaña para legitimar sus acciones hostiles, las gárgolas amigas lo manejan todo, se sigue un patrón creado por los mismísimos demonios.
