Apenas respiraste entre mis brazos,
Llegue a amarte como nunca,
Te convertiste en el brillo de mis ojos,
En mi anhelo más puro.
Fue el día en que comprendí,
Que dios me ama por el hecho de existir,
Como se ama a los hijos,
Con un amor tan puro,
Tan infinito.
Estuve allí en tus primeros pasos,
Tus primeras palabras,
Fueron para mí un tesoro,
Algo que jamás olvidare.
Lo que más deseo,
Es que cumplas tus sueños,
Los tuyos y los de nadie más,
Que vivas la plenitud,
Que te fabriques la felicidad,
Aun en la adversidad.
Y Quizás algún día nos volvamos a ver,
Ese día serás todo un hombre,
Y yo tu padre envejecido,
En ese día para mí,
Seguirás siendo mi gran amado,
Mi recién nacido.