El chirel de origen venezolano, no tiene los niveles de capsaina del escorpion trinitario. Pero si genera una pungencia delisiosa con su consecuente generacion de endorfinas que impulsa a comer y picarse una y otra vez.
Por fin logre cosecharlo en una rustica maseta en jardin de mi casa, desde donde su picantoso saludo de pinga e perro (llanado asi por el parecido increible con el miembro canino) invita a los transeuntes a pedir un piquito para aderezar el ya pobre plato de mis hermanos venezolanos.
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