El canto se acerca y gime en sus cuerdas.
El rey del trono abre ventanas
y ahora se está bien aquí.
La luz acaricia pariendo la rama
que llega a tu cara,
se estremece en la dulzura.
Estás ahí,
al otro lado, rozando la misma luz
y entregándote a una lluvia de trenes,
de relámpagos agitados,
que se expanden,
que enraízan,
que fulminan toda belleza
enemiga de sí misma.
Justo calor,
equilibrio tumbado
sudando el augurio.
Astroglía