El egoísmo nos da la idea de una persona excesivamente concentrada en su propio beneficio. El origen del egoísmo se desprende del ego mal orientado, el punto opuesto de esta mala actitud es pensar en el beneficio de los otros, aunque eso signifique poner a un lado las necesidades propias, una actitud que evidentemente no es nada popular en la sociedad actual.
Por el contrario, está muy generalizada la mala idea de que, para no ser egoísta, se puede ayudar a otras personas, pero con la doble intención oculta de esperar recibir o hasta exigir beneficios y/o favores, pero lo cierto es que esta actitud no es más que una forma de disfrazar el egoísmo, que al final solo busca conseguir beneficio personal.
En pocas palabras el egoísmo es negativo desde cualquier ángulo desde donde lo veamos, es un enemigo de la sociedad y de las buenas costumbres y siempre destruye el amor y la confianza que pueda existir entre las personas.
Sin embargo, es posible que algunas circunstancias puedan llevar a muchas personas a pensar que el egoísmo es necesario y hasta incluso ventajoso para conseguir ciertos objetivos en la vida, pero nada debe justificar una actitud tan destructiva.
Cuando una persona se comporta de forma egoísta, pierde todo tipo de respeto por los demás, incluso no muestra ningún interés por la parte emocional de otras personas.
Es importante entender que no debemos confundir el hecho de que una persona tenga buena autoestima o lo que también puede traducirse en amor propio, eso no es egoísmo; la persona que ha desarrollado amor por sí misma, no necesariamente es egoísta, porque hay que aclarar que la gente con verdadero amor propio se interesa también por los demás, ama a las personas.
Es decir, es mentira que el egoísta se ama a sí mismo, la realidad es que el egoísmo tiene su raíz en el falso ego basado en el solo interés personal.
Ser egoísta impide prever las consecuencias de las acciones llevadas a cabo por esta clase de personas o en el peor de los casos, si se dan cuenta de los resultados negativos, se suelen comportar desinteresadamente a este respecto.
El egoísmo no es una actitud demostrada únicamente por personas con poder, aunque puede ser más evidente en ellos, porque tienen la posibilidad de ayudar a otros o también porque tienen la capacidad para evitar o para frenar acciones que pueden ser perjudiciales para la sociedad, pero no lo hacen porque generalmente defienden sus propios intereses.
En este punto aclaramos que toda persona es proclive sea mucho o poco a ser egoísta y esto convertirse en un detalle negativo para su vida y la de los que los rodean.
Es necesario reconocer si tenemos esa actitud tan destructiva para poder cambiar y dejar de afectar a otros y sobre todo a nosotros mismos, es muy fácil detectar en otros esa falla de personalidad, pero se debe hacer un mayor esfuerzo para sacarlo de nuestra propia personalidad.
Sin duda el egoísmo es un mal camino el cual tomar ya que no contribuye en nada a mantener ni en cultivar amistades, es mejor estar preparados mentalmente para estar pendientes y estar dispuestos a ayudar sin esperar nada a cambio.
He aquí un par de sugerencias
La primera, es desarrollar empatía, pensar en los demás, sentir lo que los demás sufren, comprender como piensan los otros y el por qué tienen ciertos sentimientos y emociones, eso nos ayudará a no solo pensar en nuestros necesidades y sufrimientos, sino también en los demás.
La segunda es estar determinado a cambiar y hacer el mayor esfuerzo para desarraigar este destructivo síndrome del egoísmo de nuestro estilo de vida, no es una decisión fácil, pero no es imposible.
Lo peor de todo esto es que el mismo sistema empuja a la gente a tomar este tipo de conducta, de allí la importancia de tener cuidado para no infectarnos con este comportamiento tan dañino.
Referencias
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