Puedes ver sus manos arrugadas, pálidas y temblorosas
acariciando la superficie de las hojas roídas por los tiempos
los tiempos que se marcharon y dejan en vilo
a quien los recuerda con anhelo desesperado.
El poeta olvida, llora y evoca
traza con tintas añejas sus melancolías
atrapa los vientos de esperanza
a través de sus pinceladas.
El silencio de los años y el prejuicio
como la mordaza de la censura a sus pensamientos
hace mella en el corazón moribundo de la escritura perdida.