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120 decibelios es el volumen que tiene una alarma de bolsillo, cargada ahora por muchas mujeres. 120 decibelios es el nombre de nuestro movimiento, el cual suena la alarma en contra de la violencia inmigrante.

Las hijas de Europa en su video declaratorio, forman un movimiento feminista llamado 120 decibelios, con el fin de protestar contra los políticos de Europa por permitir la inmigración masiva que, según las estadísticas, ocupan gran parte de los crímenes en varios países, siendo el más recurrente la violación de mujeres -y a veces niños-. Una miembro del grupo explica en video cómo otras feministas pertenecientes al movimiento #metoo llaman "racista" a todo aquel que denuncie las violaciones de los inmigrantes, pero de nuevo, y cómo dicen en su sitio web, sólo hay que ver las estadísticas. El grupo también aclara que no creen que estos crímenes sean conducidos por algún componente biológico conectado a la raza, sino a la cultura de mayoría musulmana de la que vienen, en la cual tratan a las mujeres como ciudadanos de segunda clase.

"Si vuestras mujeres cometen la acción infame, llamad cua­tro testigos. Si sus testimonios concurren contra ellas, encerradlas en casa hasta que la muerte las lleve o hasta que Dios les procure algún medio de salvación." (Corán 4:19)

El Crimen Inmigrante

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Uno podría pensar que, con las estadísticas presentadas, los gobiernos europeos habrían hecho algo hace ya bastante tiempo, mas las estadísticas citadas anteriormente son cosas filtradas, pues está prohibido en Suecia especificar raza o nacionalidad de un sospechoso o criminal -igual que en Alemania-. Otra de las cosas que hacen los inmigrantes de origen árabe es declararse como menores de edad para recibir mayores beneficios del Estado y evitar ser deportados a pesar de que claramente son adultos.

La izquierda trata desesperadamente de defenderlos, y lamentablemente es la corriente ideológica imperante en Europa, como le corresponde para satisfacer a las generaciones de jóvenes actuales, de las que se aprovecha el marxismo cultural y la globalización; el odio a la tradición. Se hacen contramarchas cuando se protesta en contra de los abusos inmigrantes o los recientes baneos que ha hecho Inglaterra a la activista que denunciaba este tipo de abusos, se demoniza a la policía como pasó hace poco en España, pues el mantero se asustó al ver a la policía cerca, y le dió un infarto.

La Re-Reconquista

Puede sonar bastante alarmista, pero viendo que la agenda del supuesto multiculturalismo que consciente personas de cualquier otra cultura y color que no sea la blanca, y escuchando lo que han gritado los mismos árabes, las patrullas musulmanas que pretenden decirle a los residentes cómo deben vestir y actuar, aunado a las no-go zones que se están creando en distintos países de Europa 1, 2, 3 lugares a los que la policía teme entrar y dónde mandan las pandillas musulmanas, no es descabellado pensar en que se está llevando a cabo una invasión.

"Combatid contra aquéllos, de los que recibieron el Libro, que no crean en Allah ni en el Último Día, no hagan ilícito lo que Allah y Su mensajero han hecho ilícito y no sigan la verdadera práctica de Adoración, hasta que paguen la yizia con sumisión y aceptando estar por debajo." (Corán 9:29)

No voy a condenar a toda la religión musulmana, pues la misma tiene muchas ramas ideológicas -que incluso pelean entre sí-. Lo que sí quiero dejar en claro es que estamos cediendo nuestra cultura y valores en base a un sentimiento de culpa ilógico; se trata al europeo como criminal por haber tenido esclavos -cuando no fue el único que los tuvo-, por haber colonizado o asimilado tierras -cosa que hicieron musulmanes anteriormente también-. No podemos dar el culo mientras nos golpean en la cabeza.

La culpa que se intenta promover hacia Europa es ilógica, y en lo único que termina es en hombres avergonzándose de ser blancos y tener pene, condenando su masculinidad y aumentando los divorcios, nada de esto es verdadero feminismo, es convertir al hombre en un pusilánime, es permitir el caos que conlleva meter personas con culturas incompatibles de forma masiva, cuando la mayoría ni son refugiados.

No hay de qué avergonzarse.