El día que lo vi por primera vez entendí por qué mis relaciones anteriores no funcionaron. A mis 29, aún era la soltera de la familia, mientras mis amistades concebían sus primeros hijos yo en mi solitaria habitación me refugiaba detrás del teclado de un computador. Me sentía un poco estancada, pero vaya que valió la pena esa espera.
Leí sus primeras palabras a través de aquel foro de debates en Internet y sentí que escribía para mí. Pasaron meses de intercambio de emails antes de que compartiéramos nuestros números telefónicos. Nos bastaba desnudar nuestras almas de esa manera. Llegó un momento en que sólo deseaba llegar temprano a casa luego de trabajar para revisar mi buzón y sentarme feliz a responder su carta Nro. 100, o 200. No recuerdo ni es importante ahora, sólo se que fueron muchas, empezamos enumerándolas, pero perdimos la cuenta. Solo dejamos de escribirnos de esa manera cuando decidimos vernos en persona, kilómetros nos separaban, pero el amor tiene extrañas y perfectas formas de manifestarse.
Pasé junto a él los mejores años de mi vida. Por fin me llegaba mi turno para ser feliz, me sentía hasta culpable por ser tan dichosa en un mundo donde pulula la desventura en las calles.
Aún recuerdo la última vez que lo vi. Nos despedimos con un abrazo de esos donde se cierran los ojos y se sienten ganas de suspirar al terminarlo. Lo amaba como el primer día. Esa noche cenaríamos en un restaurant para celebrar nuestro aniversario Nro. 5. El era muy espléndido con sus detalles y días antes había visto en su gaveta una hermosa cadena que me llevaría de obsequio, pero me hice la desentendida. Yo también le tenía una sorpresa: Victoria, nuestra anhelada hija, venía en camino.
Sería una noche especial y que nunca olvidaríamos, lo fue, pero no de la forma en que yo esperaba pues el destino tenía otros planes para nosotros. Serían las 6 de la tarde cuando, paraguas en mano, salí de mi oficina. Esperaba que escampara, pero llovía sin cesar desde hacía 48 horas y ese día arreciaba con mucha fuerza. Pero Ricardo me esperaba y no pensaba llegar tarde a nuestra cita. Lo último que recuerdo es estar en mi auto cuando de pronto un inmenso río de agua y rocas venía hacia mí. Cuando desperté días después estaba en una carpa de refugiados y con atención paramédica.
De mi amado Ricardo jamás supe. El restaurante italiano donde cenaríamos fue totalmente tapiado por la terrible vaguada que aquella noche cambió nuestras vidas para siempre. Ni siquiera me quedó el consuelo de un sitio donde llevarle flores pues su cuerpo nunca apareció.
Pasaron años de incógnitas. Me preguntaba por qué me había tocado ese triste destino, conocer la dicha plena para luego perderla en tan poco tiempo, era injusto, era cruel. Pero aprendí que la vida es como es, no como debería ser.
Hoy mientras escribo estas líneas tengo varios días que no he podido dormir bien, tengo una mezcla de ansiedad y miedo. Descubrí hace unos meses en Internet que existe un proyecto de ayuda para encontrar a desaparecidos y que está dando grandes resultados a nivel mundial. Pensé mucho antes de escribirles, pero la mirada expectante de Victoria hace un mes me convenció. Próxima a mis 60 años es indiscutible que mi cuota de ingenuidad ha disminuido con el paso del tiempo, sin embargo, mi hija es un ser muy luminoso, ella le hace honor a su segundo nombre, Esperanza.
Me citaron del Proyecto Milkbox porque tenían noticias. Un hombre con características similares a las de Ricardo con un episodio traumático similar y que le hizo perder la memoria fue contactado por ellos a fin de realizarle una prueba de ADN y mañana me darán las resultas de su investigación. Jamás imaginé algo así. Y aunque nunca más me casé ya me había resignado a la pérdida. Me sudan las manos, me duele el pecho. ¿Acaso ese que llaman Dios se habrá condolido de mi suerte? ¿Acaso quien sea que mueve los hilos de nuestras historias se habrá cansado de jugar conmigo?
Martha acudió sin demora a su cita en las oficinas de Milkbox, cuando la hicieron pasar se quedó sin aire. Un hombre de unos 65 años los acompañaba. La miró fijamente y mientras sus ojos se llenaban de lágrimas le extendió entre las rugosidades de sus manos una hermosa cadena que ella había visto antes. Supo entonces que sí, que cuando menos lo esperamos la ruleta puede marcar a nuestro favor. Supo que terminaría sus últimos años de vida junto a su gran y único amor.
Notas:
- Relato original como participación en el 2do concurso para Escritores del Proyecto Milkbox. Bases del concurso aquí
Congratulations! This post has been upvoted from the communal account, @minnowsupport, by Astrea from the Minnow Support Project. It's a witness project run by aggroed, ausbitbank, teamsteem, theprophet0, someguy123, neoxian, followbtcnews, and netuoso. The goal is to help Steemit grow by supporting Minnows. Please find us at the Peace, Abundance, and Liberty Network (PALnet) Discord Channel. It's a completely public and open space to all members of the Steemit community who voluntarily choose to be there.
If you would like to delegate to the Minnow Support Project you can do so by clicking on the following links: 50SP, 100SP, 250SP, 500SP, 1000SP, 5000SP.
Be sure to leave at least 50SP undelegated on your account.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Romantico,hermoso y muy emotivo....exito.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit