La primera vez que entré al metro de Caracas, hace ya 5 años; las personas que me llevaron a conocerlo me dijeron que debía sacarle la mano al tren para que se detuviera y nos pudiésemos montar.

Entonces, al sentir la brisa y las luces acercándose al andén de la estación del metro Plaza Sucre, inmediatamente procedí a sacar la mano y ¡milagrosamente! el tren se detuvo. Lo gracioso fue que todos a mi alrededor se burlaron, incluso los que no andaban conmigo.

Me pregunté inocentemente, ya dentro del vagón; ¿Por qué todos se ríen?, fue allí donde me dejaron entrever que soy una campesina en la ciudad.

Así comienzo mi historia, de mi transición desde un pueblito remoto del Estado Yaracuy, a la gran Caracas. La que un día fue la Capital más próspera y avanzada de toda Sudamérica.
Si, mis apreciados lectores de la comunidad Steemit, les quiero contar lo extraordinario que ha sido este brusco e intenso cambio para mi vida.

Mis primeros pasos

Nací en Barquisimeto Estado Lara; aunque la casa de mis padres y donde me crié por 25 años queda en un pueblito en las afueras de la civilización por así decirlo de algún modo. El pueblito queda en un caserío llamado "La Piedra"- Yaritagua.

Mis abuelos, eran indígenas y se dedicaron toda su vida a la agricultura y a la cría de ganado vacuno y porcino, así como a la cría de gallinas y gallos para la obtención de sus huevos y carnes. En el amplio y anchuroso patio de las casas de la familia, solíamos sembrar casi la totalidad de todo lo que comíamos. Eran épocas de oro para nosotros.

Trabajé algunos años para una empresa que comercializa insumos para la siembra de las tierras y el cuidado del ganado de producción. Pero un buen día, a mi esposo le hicieron una propuesta de trabajo en la Capital del país. Así que con mucho temor, decidimos aventurarnos con una maleta llena de sueños y esperanzas, a la Gran Caracas.

Mi primera vez

[Fotografías tomadas desde la terraza del edifico donde vivo y trabajo]

Nunca había visto edificios tan altos, tantos ranchos en los cerros, tantos carros, tantas motos, ¡tanta gente!. Me abrumaba la muchedumbre mezclada de aromas, de colores, de ruidos y de sueños.
Mi primera vez en la Gran Caracas, fue para quedarme a vivir, creo yo que para siempre. Aquí estoy echando raíces.

Gracias a Dios por su don inefable

¡Que grandioso!, ¡qué estupendo!, ¡qué sublime es todo aquello que le llaman llamado de Dios!.
Hoy entiendo que todo esto es por la gracia redentora de mi Buen Dios que nos tuvo por fiel, poniéndonos en el ministerio.

Hoy somos pastores de jóvenes de una hermosa comunidad "Quichua", anclada en el epicentro del oeste de la ciudad de Caracas. En un hermoso edificio de 7 pisos, se entretejen nuestros sueños a diario, desde hacen 5 años, (y los que aún faltan).
Desde la cúspide de este hermoso templo he tomado estas fotos para ustedes.

Inefable es el don tan preciado que hemos recibido a causa del llamamiento para servir a Dios. Es maravilloso, es inexplicable y es grandioso poder sentirme una simple humilde campesina de un pueblito insignificante ante el mundo, para ser útil a la vida espiritual de muchos en esta gran ciudad.

Añoranzas de mi vida

No les puedo negar que extraño absolutamente todo de mi pueblecillo, de mi gente, de la tierra de los frutos frescos que se dan en los jardines y en las laderas de mi casa.

Extraño el cantar de gallos en la madrugada y al atardecer. Extraño la leche recién ordeñada y tibia, los huevos criollos recién puestos, los hervidos de gallina en leña, la música llanera, las tardes de toros coleados y hasta las sangrientas peleas de gallo.

Todo lo añoro, pronto por estas épocas, luego de semana santa se avecinan las primeras lluvias.

Hoy están en sequía, pero ya pronto se desprenderá el "petricor" tan delicioso, es único el momento en el cual se nos anuncia con la primera lluvia, que ya es tiempo de preparar la tierra y sembrar la semilla porque es buena hora para producir los frutos que nos comeremos mañana. Esa es mi tierra, esa es mi gente, ese es el vivir de una campesina en la ciudad.

Cuando vean una chica caminando lento y observando con asombro los monumentales edificios que rascan el cielo; cuando vean a una chica de ropaje sencillo y sin mucho ostento; cuando vean a una chica que con voz tímida y temerosa pregunta alguna dirección en las calles o mejor aún; cuando vean a una chica que saca la mano para que se detenga el metro en el anden; muy probablemente esa sea una campesina en la ciudad, así como yo.

Si deseas participar en este maravilloso concurso, por aquí dejo el link del post para que puedas conocer las reglas:
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#provenezuela

Las fotografías son originales, tomadas especialmente para contar esta historia. Con mi teléfono celular Samsung mini S3

@graceleon