Muchas veces nos preguntamos sobre qué hacer cuando nuestro entorno es lo que consideramos difícil de entender y comprender, tanto así, que físicamente sentimos que nos asfixia. Es un sentimiento de incertidumbre, rabia, frustración y depresión revueltas, que al final si se mantienen en el tiempo nos enfermaran física, mental y espiritualmente.
Quizás muchas personas en el mundo han de sentirse así, cuando voltean a su alrededor y lo que ven es caos, violencia, agresividad, coprolalia, etc. El mundo luego de la glocalización pareciera haberse “vuelto loco” y hacer un repunte de los estados violentos antes descritos, o por lo menos tener más herramientas de difusión de las mismas. Es impresionante cómo nuestro cerebro el cual ya está diseñado para ver lo malo y protegernos esta bombardeado diariamente de noticias que se pueden considerar negativas, y digo que pueden considerarse negativas porque si nos anclamos a la frase “el mundo depende de cómo tú interpretes lo que ves” pudiéramos considerar que las cosas no son ni positivas ni negativas sólo son, y va a depender de cómo las vemos y de nuestra interpretación como las vamos a catalogar.
Por ejemplo, los niños al nacer y hasta cierta edad por no tener esa interpretación ni critica de las cosas, mantienen su inocencia y consideran que todo está bien y que nada es malo o negativo, más aún, nos enseñan y dan lecciones de paciencia, tolerancia y dicha, nos quitan un peso de esa incertidumbre y nos dan apoyo y reflexión con na sonrisa y con esa inocencia que sólo ellos tienen.
Y aunque si bien es cierto, estamos rodeados de mucha información y muchas herramientas para difundirla, somos nosotros mismos los que debemos darle la interpretación que en realidad amerita, y ver las posibilidades u opciones que tenemos en ellas a nuestro favor.
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