Narcisistas, “retratos” del collage social

in reflexiones •  7 years ago  (edited)

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Esto no es un artículo de psicología, es una autoevaluación, con una historia sin orden y la introducción de un nuevo personaje a un libro en construcción, allí será un bufón.

Cuando Oscar Wilde escribió “El Retrato de Dorian Gray”, creo que se inspiró en algún cercano suyo o quizás en él mismo. Quizás tuvo miedo de lo arrogante que podía llegar a ser por el simple hecho de ser Oscar Wilde, quizás le aterró pensar que un día sería solo uno más de esos que se saben las reglas de la etiqueta y el protocolo, o lo más posible, es que se hartó de vivir rodeado de gente así.

Lo último que escribí –El arte de “hacerse el pendejo” – me dejó pensando. Mi cabeza ha dado vueltas por el hecho de que quizás fui un poco arrogante por mi profesión y aunque pedí que notaran lo orgulloso que estoy de eso, en estos días han pasado cosas que me han hecho sentir así. Tengo miedo de convertirme en uno de esos seres vacíos que se creen la gran cosa y no lo son. Siempre he sido alguien que se fija mucho en la gente, al mismo tiempo no me esfuerzo en caerle bien a nadie, de hecho, son pocos los que de verdad considero amigos, porque es raro y contado el que vive en simplicidad.

Anteriormente dije que soy de esos que les gusta pasar desapercibidos, no por miedo a las críticas o a que no le caiga bien a nadie, reitero, no me esfuerzo por caerle bien a la gente. Pensé que mi conducta era narcisista por acontecimientos recientes con un personaje, opté por verificarlo, una vez googleado me encontré con un buen artículo y confirmé, gracias a los dioses no soy narcisista… pero ese personaje sí.

Según este artículo una persona con un trastorno de narcisismo patológico, es capaz de cometer actos maquiavélicos, todo por agradar o por sentirse superior, gente que es capaz de aprovecharse de los demás por su causa. Por lo general se suele asociar el narcisismo a gente famosa, es casi una ley; sin embargo, en el gremio de pensadores hondureños, es raro encontrar alguien así, a menos que su arte sea un “copy & paste” de otros.

Seguramente Oscar Wilde, escribió ese libro, uno de los más conocido de su autoría, basándose en un ser vacío, con suficiente hueco existencial como para ceder ante cualquier “deseo carnal” –o el arte de alguien más y hacerlo propio–, alguien sensible ante los demás, pero una escoria por dentro, a fin de cuentas lo que importaba era su arte… el retrato. Hace no mucho conocí a un pequeño Dorian, y, no es por hablar a sus espaldas, pero creo que por ahora será mejor así, no vaya a ser que se revuelva en “llanto” y siga la victimización.

Este “Dorian”, llegó a nuestras vidas con lo que parecían buenas intenciones, al principio nos fue bien, pero poco a poco se detectó una urgencia, una maldita y puta urgencia por brillar, algo que en nuestra organización popular, no tiene cabida. Dorian se asustó al reconocer que un grupo dijo “manos a la obra”, la atención ya no recaería sobre él, su retrato fue expuesto al mundo. La victimización e invención de un complot dio paso a un “me voy, pero me quedo”. El complot fue otro.


Había discurso, pero no había acción, pensando y hablando no se va a trascender. Los patológicos Dorian Gray, suelen vivir su día a día en miseria porque así lo quieren, necesitan la admiración y ese estimulo de la gente. Que puto asco. Eso no va conmigo, y, me he puesto a dudar mucho sobre el tema ¿me convierto en eso? Espero que no, al menos no externamente.

Sun Tzu explicó en su obra “El Arte de la Guerra”: “conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo, y saldrás vencedor en cien batallas” –traducción quizás no tan fiel–, algo que me ha puesto a pensar y espero no tener la noticia de que “si Fabri, te volviste así y mencionas tu cargo por eso mismo”. Espero no ser así, ya que esa vaina de poner tu cargo delante de tu nombre –cosa que he hecho en el artículo anterior–, luego se te pega y que puto asco.

En ocasiones suelo bromear de que soy arrogante, pero quienes me conocen saben que no lo soy tanto, soy tímido y con el tiempo me hago llevadero, pero, debo confesar que por eso, tampoco puedo definirme como una buena y gentil persona, digamos que como el doctor Jerkyll, tengo un Hyde por dentro. Este no es un “alter ego” ni una transformación, de hecho, viene de familia. Soy de esos que defienden lo que creen, me pongo recio si hacen daño a gente a quien quiero. Trate de explicarlo antes, me suelo hacer el pendejo, pero soy frio y calculador.

“Dorian” se inventó un complot, pero, simplemente fue una lección de democracia, trabajo en equipo y repudio al maldito narcisismo de “véanme, aquí estoy”. En la fantasía el Lobo no pudo con una niña de capa roja, pero en la realidad, todos saben que los lobos andan en manadas, y, en nuestra manada todos somos Alfas.

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no sabia que hacerse el pendejo era ahora un arte

Es un dogma de la extinta poetisa Clementina Suárez (murió a mediados de los 90), ella vivió tiempos obscuros donde fue estigmatizada, ella aconsejó a uno de sus amigos que si quería "triunfar" en Honduras, debia dominar "el arte de hacerse el pendejo". En mi anterior artículo toco el tema.

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