Hirotaro, un chico nuevo termina de desempacar sus cosas en la nueva casa, el vecindario es tranquilo, aunque le queda muy lejos de Shibuya, Tokyo, le parece que es un buen lugar, solo se muda con pocas cosas, su ropa, su ordenador portátil pequeña pero potente y sus pertenencias, típicas de un chico joven que va a la universidad, los vecinos les dan la bienvenida, incluso el mismo también los visita para presentarse, luego de actualizar sus datos de vivienda y su nueva dirección de buzón de correos se dispone a limpiar un poco el lugar, Hirotaro siempre fue un obsesionado con la limpieza, en ese entonces decide abrir las cortinas y ve en la otra calle a una mujer regando sus plantas, esta mujer tiene un aspecto muy cutre y aterrador, su cabello largo despeinado y su kimono verde, ella lo observa de forma molesta, Hirotaro se siente un poco incomodo así que cierra las cortinas. Al ir limpiando el piso encuentra un papel con un sello shinto, Hirotaro lo observa un poco extrañado, así que decide colocarlo en la bolsa de basura y luego la saca para colocarla en el recipiente de basura de la calle, su vecino de abajo lo observa pero no lo saluda, el vuelve a entrar en su casa, Hirotaro decide salir a hacer unas comprar en el centro de la ciudad.

Al regresar el conversa con un amigo de la universidad por su teléfono celular, le explica que acaba de mudarse y que si quiere puede pasar la noche allí, ya que él le queda más cerca la universidad, al girar para entrar a su casa se da cuenta de que la casa estaba abierta, ¡Alguien ha entrado a mi casa! dice Hirotaro, al entrar se da cuenta de que la mujer que lo observaba esta adentro, cuando Hirotaro la ve, ella se le lanza encima de Hirotaro ahorcándolo, diciéndole que nadie le dijo que viniera allí, que no retire los sellos, Hirotaro gritando pide ayuda y los vecinos vienen. La policía se lleva a la mujer, Hirotaro confundido piensa que ella debe padecer esquizofrenia o algún mal mental, sin darle importancia Hirotaro vuelve a su casa, se da cuenta de las manchas negras de lodo que dejo la mujer en su casa y molesto decide limpiarlas, no hace más que refunfuñar de lo que ha pasado, maldice a la mujer, solo quiero bañarse e irse a dormir.

En ese instante que comienza a limpiar las manchas, se queja de malgastar mucho cloro y otros líquidos de limpieza, incluso hay machas encima de la mesa y cerca de ella, al levantar la vista se da cuenta de que en el techo hay un papel con un sello shinto, el mismo del que se había desecho ayer, Hirotaro se pone cada vez más molesto, sube y arranca el sello y lo rompe en pedazos, luego se reclina a limpiar bajo la mesa, en eso cuando comienza a trapear otro papel shinto cae cerca de el.

-¡Que cojones, ¿que demonios es esto?!- Hirotaro voltea la mesa y se da cuenta de que esta plagada de sellos shintos, así que comienza a arrancarlos de forma desesperada, Hirotaro siente un frió que le recorre la espalda, pero mientras más sellos arranca, hay más de ellos, Hirotaro se detiene.

-¡Que demonios pasa aquí!- Hirotaro al levantar la vista puede ver sombras, sombras con formas humanas con ojos rojos, mujeres, hombres, ancianos y niños, se cuentan muchos que no caben en la habitación, Hirotaro se sorprende y el temor le invade, las sombras lo miran fijamente y la habitación se torna muy oscura por las sombras que está observando.

-¡No, no, aléjense, no, déjeme!- un grito desgarrador se escucha en toda la casa.

Al día siguiente, la mujer de aspecto cutre observa la casa y decide entrar, la casa esta vacía, el vecino de abajo la ve a ella bajar las escaleras, el la observa y cruzan miradas por unos segundos, el vecino de abajo la observa y ella se retira a su casa, el vecino suspira y bebe su café, -Otra victima más del piso de arriba, pobre chico desafortunado-.