Pero hay un engañador, no sé quién, sumamente poderoso, sumamente astuto que, por industria, siempre me engaña. No hay duda, pues, de que yo, yo también lo soy, si me engaña: que me engañe tanto como pueda, nunca podrá hacerme nada, mientras yo piense que soy algo. De modo que, después de sopesar y examinar cuidadosamente todas las cosas, es finalmente necesario establecer que esta afirmación yo, yo soy, yo, yo existo es necesariamente verdadera, siempre que sea pronunciada por mí o concebida en la mente.
DESCARTES, René. Meditaciones sobre Filosofía Primera. Traducción: Fausto Castilho. ed. Bilingüe en latín y portugués – Campinas, SP: Editora da Unicamp, 2004.