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Don Quijote se encontraba una mañana paseando por el bosque cuando de pronto se encontró no con sus acostumbrados molinos de viento sino con Hansel y Gretel, dos pintorescos niños de aspecto tierno y singular.
Hansel y Gretel lo invitaron a saborear ricos dulces y golosinas de una casa ubicada en un claro del bosque.
De pronto apareció una señora que no era ni bella ni agradable como Dulcinea sino todo lo contrario: era más fea que una patada en el espinazo. Parecía una bruja.
- “¡Susto!” dijeron Don Quijote y sus amigos quienes de la impresión salieron como botellazo de loco.
Después iban todos los días a comer golosinas y ya el Quijote no era flaco sino gordo como Sancho Panza y al tiempo se dio cuenta que ya no había más molinos de viento sino Hansel, Gretel y las golosinas.