Ya la típica Caperucita había crecido, hace mucho que no era una niña, y ya no le temía al bosque oscuro. –Lo juro, no sé porque la abuela debe vivir en esta pocilga. –Acomodaba su capelina colorida cubriendo su cabello oscuro. –Ni entiendo porque le dice “Bosque Oscuro”. –Vio la luz entrar por entre los árboles y siguió su camino entre las flores, llevaba su canasta, recordaba cuando niña la enviaban por el mismo camino y se encontraba con lo que ella llamaba “El gran Lobo Malo”. –Capaz y ni existe el Lobo, al final yo solo era una niña pendeja, imaginé cosas.
-¿Segura? ¿Me olvidaste? –De las sombras salió un hombre, su cabello era oscuro y del mismo salían las orejas de un lobo. –Vaya caperucita, creciste.
-Eres tú. –Palideció. –Y no soy Caperucita, me llamo Livia.
-Livia. –Sonrió, la chica miro los colmillos del lobo. –Me gustaba antes hacerte correr pero veo que ahora no me temes.
-Para mí, ya no existes. –Se dio media vuelta y siguió su camino.
-Livia. –El Lobo camino a su lado. –Al menos ¿Qué pasó contigo durante todos estos años?
-Solo pasaron seis.
-Demasiados.
-¿Qué quieres?
-Charlar, desapareces seis años, pequeña Caperucita roja.
-Livia. Y a todas estas ¿Tú tienes nombre? ¿O siempre serás el Gran Lobo Malo?
-Si tengo nombre, pero para ti, siempre seré el GRAN LOBO MALO. –Sonrió con malicia y pasó la lengua por sus labios mientras veía la tersa piel de la joven.
-Con esa cara, pareces un sádico. –Lo miró para luego ignorarlo.
-Soy un sádico.
-¿De verdad?
-¿Vas a casa de la Abuela?
-Si. –Alzó su canasta. –Desde que volví al pueblo me toca de nuevo llevar comida a la casa de la Abuela, mientras no estaba yo mis primas venían.
-¿Cómo se llaman?
-Alicia y Gretel.
-Una loca y otra más loca. –Ladeó su cabeza de lado a lado. –Una hablaba con un gato y la otra comía los dulces de la casa de la bruja, ninguna tan interesante como tú, Livia.
-El gato Cheshire. –Rió. –Sí, me ha hablado de ese gato ¿Es real como tú?
-Sí, pero es un gato loco. Me llamo Noah.
-Así que el Lobo malo tiene nombre. –Sonrió. –Un gusto. –Caminaron hasta llegar a la cabaña de la abuela. –Fue bueno verte, la verdad.
-Lo mismo digo… Livia. –El joven lobo corrió al bosque en donde se transformó en el animal, dejando su forma de hombre, Livia suspiró, ¿Cómo pudo haberle tenido miedo antes?
-Abuela. –Saludó a la anciana y la abrazo. –Aquí tienes.
-Oh, hija, ¿Ningún problema en el bosque?
-No. –Recordó al lobo. –Nada de nada.
-¿Y el Gran lobo Malo?
-Ni me lo encontré. –Aunque si lo había hecho, pero no había corrido como nena asustada. –Dime abuela ¿Estas bien en este lugar? Podrías irte.
-Disfruto mi estancia aquí hasta que me llegue la muerte hija. –Comía del almuerzo que trajo su nieta de la canasta, a sus pies habían bollos de hilo con los que tejía. –Además pertenezco aquí. ¿No crees que tu ropa es muy reveladora? –Señalo la corta falda por sobre la rodilla y la camisa con corsé ajustada de la chica.
-No, igual la capelina los cubre. Y si me aparece el lobo malo puedo correr mucho más rápido.
-Sí, pero no te quites la capelina.
-No me la quitaré. –Sonrió. –Me iré antes de que caiga la noche.
-Le diré al Cazador que te acompañe.
-No por favor, Abuela, nada de eso. –Tomó la capa roja y se la echó sobre por los hombros. –Tomaré el camino ahora, Alicia vendrá después.
-Aléjate de los Lobos.
-Lo haré. –Noah… No lo haría si aparecía. Dio un beso a su abuela en la mano y salió cubierta, comenzó su caminata de regreso mirando entre los arbustos. Detrás de uno el Lobo salió haciendo que la muchacha de dieciocho años cayera al suelo. –Auch, torpe.
-¿Qué buscabas Livia? –Saltó de detrás del arbusto y la ayudó a levantarse.
-Nada, veía que tanto había cambiado el bosque.
-¿Segura? Creo que me buscabas a mí. –Volvió a sonreír, de lado, mostrando sus colmillos. –Livia…
-Pues sí. –Lo miró de forma retadora. –Te buscaba a ti. Quería entender como antes te huía además de preguntarte porque me perseguías tanto.
-Me decías “El Gran Lobo Malvado”. –Sonrió. –Pero no te sobrepasaba en edad, y me encantaba molestarte.
-Te comiste a mi abuelita una vez. –Frunció el ceño. –Noah ¿Estas queriendo decirme que tú tienes dieciocho?
-Yo no me la comí, fue mi padre, defendiéndome del cazador, a mí me gustaba molestarte a ti, además de que eras ingenua, y te creíste todas mis historias.
-Sí, pero ya no, las personas cambiamos.
-Lo noté. –Su mirada se dirigió directo a los pechos de la chica. –Y cambian para mejor.
-Insisto, pareces un pervertido de primera. –Noah empujó a la chica contra un árbol y pasó su lengua por la cara de ella.
-Soy un pervertido de primera. ¿Quieres ver?
Dudó por dos segundos, quizá cinco, pero al final decidió. –Sí, muéstrame…
-Que chica eres. ¿Tienes idea de todo lo que puedo hacer cuando me dan un “Si”? –Besó el cuello de la chica y desató el lazo de su capelina haciéndola caer al suelo del bosque, el contacto de los labios del Lobo hizo que Livia se estremeciera.
-No tengo idea, pero eso es lo que quiero averiguar.
-Eres curiosa ¿No es cierto? –Las manos de Noah hacían una excursión por los muslos de Livia, quien al sentir las caricias, jadeaba. –Tienes sangre tibia. ¿Sabías?
-¿Y eso que significa?
-Para un Lobo, que tú eres un bocadillo perfecto.
-¿Y para ti?
-Que eres mi bocadillo, Livia. –Se miraron a los ojos unos pocos segundos, Noah soltó a Livia. –Te tienes que ir, el camino por el bosque es largo, y no soy el único lobo aquí, podrían hacerte algo, no todos son bestias controladas como yo.
-Podrías acompañarme.
-¿Y exponer mi pellejo a los cazadores? Livia, quiero morir de viejo, no de un disparo, no quiero convertirme en trofeo de caza.
-Debí suponerlo, tú eres un lobo cobarde.
-¡Para nada! ¿Quieres que te siga como antes? ¿Eso?
-Tal vez. –La chica recogió su capa del suelo y volvió a ponérsela, acomodo su cabello castaño y emprendió su caminata otra vez, Noah había quedado de piedra. ¡Livia estaba incluso mejor que sus primas! Bueno, la locura no les sentaba bien a las otras dos, y ¿Cuál era la tercera? Ah, sí, Ricitos, la pequeña rubia engreída que creía que podía entrar a casa de los osos a comer y dormir como si fuera su propia casa, sacudió la cabeza y sus pequeñas orejas, se transformó en su forma animal y corrió al lado de Caperucita. –Noah ¿Qué paso con los cazadores? –Rió.
-Cállate, te estoy acompañando, agradece eso.
-Cuéntame de ti… Vamos Noah, cuéntame algo bueno.
-¿Algo bueno? –El Lobo miro a la chica y sin pensárselo dos veces dijo. –Tú. –Misión cumplida, logro que ella quedará tan roja como su capa. Pero su imaginación no fue solo a sus mejillas, imagino como se vería su cuello mordido, quizás sus pechos, su vientre… ¡Livia! ¡Quería comerse a Livia!
-¿En qué piensas?
-Deberías saber que hay algunos instintos primitivos en todo hombre, y hay mujeres que saben sacarlos con solo mirar… Te descolocan, te sacan de órbita y vives soñando con ellas.
-¿Ahora me das clases de filosofía?
-Todos los cuentos tienen moralejas Livia, al vivir en uno deberías saberlo.
-No le prestaba atención.
-Oh mi caperucita, hay tanto que debes aprender.
-Enséñame.
-Para empezar, debes saber, que un lobo siempre será una bestia en todo aspecto, no importa cuán enamorado este.
-¿Te enamoraste?
-Siempre lo he estado.
-¿De quién? –La curiosidad seguía siendo imposible con la chica, siempre gigante, siempre curiosa… Siempre Livia.
-De una chica, lo curioso es que ella no pertenece al mundo de los lobos.
-Que mal por ti. –Alzó los hombros. –Yo ni ideas tengo de que es o como se siente estar enamorada, y creo que lo prefiero, veo a Cenicienta y cielos, enamorada en una noche de baile, se casó al día siguiente y nadie le dice al mundo que vuelve loco al príncipe en su manía de limpiarlo todo.
-¿Has estado en el castillo de la Cenicienta?
-Sí, y en el de la princesa Aurora, el mundo de los cuentos está conectado Noah.
-Eso lo sabía, pero los Lobos no salimos del bosque, está prohibido para nosotros, somos los villanos y siempre seremos villanos.
-¿Estas queriendo decirme que los villanos están confinados al bosque?
-Exacto, y es mucho más extenso de lo que crees. Aquí encuentras a Iracebeth, a Hildegart.
-¿Quién es Hildegart? Sé que Iracebeth es la reina de corazones.
-Ah, la vieja Hilde es la Reina Malvada de Blanca Nieves.
Llegaron al inicio del bosque en donde Livia se despidió con un abrazo de Noah. –Vendré mañana, lo prometo.
-Y te espero aquí. –Noah se acercó y pasó su lengua por el cuello de Livia, ella no lo pudo evitar, de sus labios escapó un ronroneo sensual. –Ven una hora antes de la que sueles venir, y te mostraré que tan malo puedo ser.
-¿Serás muy malo? -Se aferró a la ropa de Noah, quien ya había tomado su forma humana.
-Especialmente malo. Y especial porque eres tú.
-¿Yo? –Lo miró a los ojos. –Noah, ¿No que estabas enamorado?
-¿Eres lenta? –Le acarició el cabello. –Adivina porque te perseguía a ti y no al resto de tus primas o a las otras chicas que suelen transitar este bosque.
Livia sonrió. –Así que era yo.
-Siempre fuiste tú. Solo no lo olvides, un Lobo siempre será una bestia.
La chica se soltó de Noah y corrió al pueblo, estaba eufórica, y ya deseaba que cayera la noche y amaneciera, el deseo se concentraba en su cuerpo… Algo sabía de ella, no quería un príncipe, no quería reglas, tampoco quería un cazador, ni un oso, ni un cerdito flojo… Quería a un Lobo, EL GRAN LOBO FEROZ.
¡Pero que hermoso cuerpo! Cambió, y mucho, su cabello oscuro parecía un ónix brillando bajo la luz, su piel pálida, sus ojos cafés, la forma en que se sonrojaba… ¡Y su forma de aullar! En el fondo, Livia tenía una loba…
-¿En qué piensas? –El Lobo Alfa, padre de Noah interrumpió a su hijo quien miraba la luna llena. –Tengo malas noticias para la manada.
-¿Ah sí? ¿Cuáles?
-Llegaron las noticias de que volvieron algunos personajes de cuentos, personajes buenos, y los cazadores tendrán pase libre al bosque, no quiero que ningún lobo muera, así que tomaremos medidas.
-¿Qué medidas?
-Ningún lobo saldrá de las sombras, y en lo posible, si ve a un humano, no se acercará a él, si ven a cualquier lobo, no importando su rango, con un humano, serán severamente castigados.
¿Iba a arriesgarme si veía a Livia? Definitivamente sí, pero debía llevarla a un lugar donde no fuera a ser descubierta, es posible que los Lobos la matasen, dejándonos como los villanos. ¿A dónde podía llevarla? El bosque oscuro se extendía desde la montaña de Maléfica, que era demasiado peligrosa, hasta la mansión de la Madrastra, si, la de Cenicienta, Lady Tremaine, pasando por todo el bosque donde estaba la cabaña de Gastón, la casa de la bruja, la misma que Gretel y Hansel robaban, tenía un jardín de dulces, estaba también la pequeña cueva de Madame Mim, incluso la casa abandonada de Cruella de Vil… Allí no había nadie, allí debía llevarla. También estaba el lugar donde la reina Hilde hacía sus brujerías, pero era tétrico.
Esperó a que los Lobos se ocultarán en las sombras, y transformado en su forma animal fue a esperar tras los arbustos, pacientemente hasta que la chica de capelina roja apareciera por el camino a la casa de la abuela… Y apareció, una hora antes como le había pedido, miraba de un lado a otro, se tapaba con su capa, igual era reconocible, su capelina siempre era roja. –Livia. –Saltó detrás de un arbusto y la jaló.
-Noah. ¿Qué pasa?
-Shhhh. –Sonrió y tapó su boca. –Escucha con atención, me estoy arriesgando, hay una nueva ley, los villanos no pueden acercarse a los buenos, entre los lobos eso está aplicándose, si me ven contigo me van a castigar, y no sé qué puedan hacerme.
Ella bajó la cara, se sentía desganada, como si fuera una niña a la cual le hubieran quitado un dulce. –Yo entiendo.
-Ese es el punto, no quiero que entiendas. El mundo de los villanos es amplio, y si bien, me estoy arriesgando a que otro villano le cuente a mi manada, no pienso prescindir de ti… Pasaste seis malditos años fuera de mi alcance, y ahora que te tengo, pienso devorarte antes de que posiblemente me maten.
-Noah… No pienso permitir que te maten.
-¿Y? ¿Qué harás? Si armas un escándalo tendremos el doble de cazadores merodeando a los lobos, esta vez, me harás caso… No como antes.
-Antes bromeabas. –Livia ya estaba algo enojada, quería marcharse. Ni siquiera entendía porque había ido al bosque una hora antes. Sintió los lazos de su capa desatados y esta cayó al suelo. – ¿Qué diablos haces?
-Tu estúpida capelina resalta en todo el bosque oscuro. –La jaló para ocultarse detrás de un arbusto, mientras pasaban cazadores, había una chica entre ellos, rubia, ojos azules, sus rizos parecían de ángel.
-Es mi prima. –Susurró. –Espera. ¿Qué hace aquí?
-¿Ricitos?
-Se llama Auria.
-Ricitos. –Resopló mientras veían a la chica de unos veinte años pasar junto a los cazadores, llevaba pantalón, el cabello en una cola de caballo, chaqueta, botas y en sus manos, un arma.
-¡Vamos! Ya no habrá villano o bestia que nos aterroricen ¡¿Quién está conmigo?! –Gritó alzando su puño y los cazadores se unieron al grito de guerra que esta lanzaba. Livia abrió muchísimo los ojos… ¡Auria encabezaba a los cazadores! ¿En que acababa su cuento?
-Es una rubia hipócrita, los osos no son los villanos del cuento, es ella. Entró en una casa ajena, comió la avena de los ojos como si fuera de ella, y durmió en las tres camas de los osos mientras ellos disfrutaban un hermoso picnic. ¿Quién es el malo?
-Noah, el mundo no es justo. –Dijo Livia tapándole la boca mientras veía como un cazador se acercaba.
-¿Pero que hay aquí? –Auria se acercó al arbusto cercano donde estaba Livia y vio la capa caída en el suelo, como una obsesa olió la misma, su mirada se llenó de malicia y sonrió. –Tenemos justo lo que necesitábamos para invadir todo el bosque oscuro.
-Señora ¿La conoce?
-Por supuesto que sí. –Auria volteó a ver al misterioso cazador. –Sepárense, tomen todo el bosque, atrapen a cada bestia que vean y que se corra la voz… Han capturado a “Caperucita” y si la encuentran, enciérrenla… Mientras tengamos una “victima” de parte de los villanos, podremos volver el mundo de los villanos nuestro mundo. La ley siempre juega al favor de los buenos.
-Como ordene. –El hombre de más de un metro setenta se dirigió al resto de sus compañeros. – ¡YA ESCUCHARON HOLGAZANES! ¡MATEN A TODA BESTIA! ¡Y SI ENCUENTRAN A CAPERUCITA ROJA, ENCIERRENLA! –La simple orden dejó a Livia muerta de miedo, por su culpa ahora los “villanos” sufrirían las consecuencias, ¿En qué clase de mundo vivía en donde las garras no eran malas y las canastas eran las verdaderas malicias?
-¿Qué haremos?
-¿Tu qué crees? No pienso dejarte, Livia.
-Me buscan, ya lo entiendo… es un plan. ¿Pero por qué deshacerse de los villanos?
-No todos somos malos buenos. –Sonrió. –Ahora, a todas estas ¿De qué va el cuento de Ricitos?
-Se llevó un susto de muerte, ella estaba cogiendo flores, se perdió en el bosque, entró a la casa de los osos, comió, rompió una silla y durmió en sus camas, cuando llegaron sus dueños, ella se asustó y salió huyendo a toda máquina, cuando llego a la villa de los cuentos, nadie le creyó cuando se la quisieron comer, luego, se regó mi historia de que te comiste a mi abuelita y Gretel estaba con su idea de que la bruja de los dulces la metió en un horno y la idea de que los villanos solo querían comernos se acrecentó y creo que ahora buscan venganza.
-Wow, me impresionas. –Atontado Noah miró a Livia.
-Siempre me pregunté porque mi abuela vivía en el bosque oscuro.
-Porque es villana. –Alzó los hombros. –Líder de los cazadores, al igual que tu pequeña prima ahora. Las mujeres de los cuentos siempre las crean con un carácter superior pero les ponen acciones tontas. Cenicienta, luchando por lo que quiere, pero se casa apenas conociendo al príncipe, Blanca Nieves, bondadosa con los animales del bosque y ayudando a los enanos, pero… la Reina Hildegart le da una manzana y ella la acepta.
-Obsequio. Y espera allí ¿Cómo que villana?
-¿Qué tus padres no te enseñaron a no aceptar cosas de los extraños? Por Dios, así es como las violan, secuestran, matan y demás. –Los ojos de Livia se abrieron como platos. –No me mires así, es el mundo donde vives, y tu abuela es villana, mató a más hombres lobos que Gastón en toda su vida. Deberías husmear por su casita… Por eso ella no sale de aquí.
-¿Y qué hay de mí?
-Una niña que tiene miedo de pasar por el bosque pero usa un color demasiado llamativo y lleva pollo recién hecho en una canasta. –La miró y tras unos segundos de silencio, el licántropo se acercó y le robó un beso. –Pero… veo que tu cambio fue el mejor de todos los personajes de cuentos. Costará, pero si quieres salvarte de las garras de los cazadores, deberás convencer a mi manada de que te ayude.
-¿Qué estás diciendo?
-Es hora de que decidas. ¿Buenos malos o Malos buenos? ¿Quieres ser botín de los cazadores o la reina de la manada?
-Definitivo, me iré a convencer a los lobos de que no soy su enemiga sino su aliada. –Livia se levantó tras ver que no había ningún cazador en la zona. –Tú guías, es tu zona.
Noah sonrió satisfecho, le encantaba su Livia, era bella y tenaz, tenía una mirada casi animal que la hacía mucho mejor que todas las chicas tontas de los personajes de cuentos. –Por supuesto, sígueme, sabrás porque el bosque oscuro se llama así. –La tomó de la mano y comenzaron a correr a lo profundo, sobre ellos crecían las zarzas y los espinos mágicos, volviendo el corazón del bosque casi impenetrable. Varios espinos lograron lastimar a la joven de cabellos negros, era como si el mismísimo corazón del Bosque Oscuro supiera que en medio de él había una que no era villana, pues a Noah no le hacían daño.
-Auch…
-Lo lamento. –Noah de quitó su camisa dejando ver su torso desnudo lleno igual de arañazos. –Póntela. Si hueles como villano el bosque no te hace nada.
Livia no dejó de ver las marcas en el pecho de Noah, extendió su mano y las acarició con suavidad, sus ojos se cruzaron y el tacto de ella se volvió cada vez más firme. –Lo siento. –Retiró su mano. –Es que…
-No te disculpes. –La tomó de la barbilla y la besó de forma ardiente. –Tú dime… ¿Qué quieres de mí?
-Maldita sea, todo. –Río Livia y abrazó a Noah por el cuello. –Noah ¿Sabes que es lo malo de crecer?
-No, tú dime. –Sonrió mientras acariciaba las piernas de Livia haciendo que su piel se tornara roja.
-Que pierdes la inocencia.
-Ay mi caperucita, yo poca inocencia tuve, soy malo ¿Lo olvidas?
-Lo sé, Noah… Quiero algo de ti, y es algo que no suele pasar entre buenos y malos. –Se mordió el labio mientras sus manos volvían a acariciar el pecho del lobo. –Yo perdí ya mucha de mi inocencia. Casi, hay algo que prefiero perder contigo.
-Livia, sé de qué hablas. –Miró como ella se sonrojaba y él besó el cuello de ella y lo mordió con suavidad para que sintiera sus colmillos. –No te preocupes, ¿Vale? Escúchame, pasará lo que me pidas que pase.
-Aquí, ahora. Yo te necesito, por favor. –Lo miró y lo besó, su cuerpo ardió y se sintió explotar cuando Noah la separó de su cuerpo cálido.
-No, mi Livia, no te voy a poseer en medio de unos espinos que puedan lastimarte, cuando estés a punto de caramelo voy a devorarte. Aun no estas lista.
-¿Cómo sabes qué no? –Su mirada era de enojo, no quería que la rechazara.
-Mi manzanita, no te estoy rechazando. –Dijo como si leyera sus pensamientos. –Solo te hago esperar. La adrenalina te está llevando ahora, no es buena señal, y soy un lobo, por naturaleza espero un poco a que mi presa se descuide para atraparla, y tú serás mi presa, así que mínimo déjame cazarte, no te me pongas en bandeja de plata.
-Pero. –La calló con un beso salvaje, mucho más posesivo, mordía los labios de la chica, sus lenguas jugaban de una forma que el simple roce los enloquecía.
-Hazme caso por una sola vez, Caperucita. –Se acercó a su cuello y volvió a morderlo dejándole los colmillos clavados.
-¿Eres lobo o Vampiro? –Sintió los colmillos clavados en su cuello y dos pequeñas gotas de sangre corriendo por el mismo.
-Lobo, no confundas, soy más ardiente. Vamos con mi manada. –Sonrió al ver la expresión de éxtasis de la muchacha, le tomó la mano y siguieron caminando por el bosque, ahora, el mismo lugar retrocedía ante el aroma a loba de Livia, como si fuera parte de los malos.
La jauría de Licántropos estaban reunidos en el centro del bosque, todos voltearon al oler el aroma de alguien ajeno a ellos, Joah, el padre de Noah se acercó corriendo a su hijo quien apretaba la mano de Caperucita. – ¡¿Qué carajos hace ella aquí?! Noah, ¿Qué te creíste?
-Papá, óyela. –Las miradas de padre e hijo eran retadoras, como si estuvieran a punto de pelear por saber quién sería el Alfa. Veinte segundos, las miradas no cambiaban, la tensión aumentaban y el resto de los licántropos tomaba su forma de lobos y rodeándolos en círculo.
-Una pelea muchacho, si ganas la escucho, si pierdes, estarás sellando tu pena de muerte. –Livia palideció al oír al padre de Noah, no podía permitir eso. Un impulsivo movimiento la puso en medio de ambos lobos, respiraba agitada.
-¡BASTA! –Gritó Livia. –Escúcheme, se quien dirige a los cazadores.
-¿Y porque nos ayudas niña? –Joah se concentró por completo en Livia. Vio las marcas de su cuello y los arañazos de los espinos. –Dilo y sabré si mientes.
-Es Auria, mi prima, Ricitos de Oro para los cuentos. –Le sostenía la mirada a Joah, Noah veía con admiración como Livia tenía valor para enfrentarse a un Licántropo adulto sin ningún tipo de arma. –Quiere acabar con los supuestos villanos. Ella teme a las bestias.
-¿Solo eso? ¿Y esas marcas que tienes que? ¿Por qué estabas con mi hijo? Y quiero la verdad. –Joah lo sabía, ambos jóvenes olían a sexo, era un lobo, podía oler las hormonas a kilómetros.
Livia se sonrojó, no quería decirlo frente a toda la manada viéndola, pero suponía que debía o le harían algo a su lobo.
-Papá, esto es innecesario. –Noah miró de nuevo a su padre de forma retadora. –No dejaré que la expongas así.
-¿Qué ibas a hacer entonces? –Joah le contesto a su hijo sin apartar de su vista a Livia, por dentro ella tenía miedo y Joah lo sabía, la respiración de la muchacha no paraba de cambiar.
-¡Pues amo a Livia! –Gritó Noah. Livia sonrió, ¿Quién decía que los villanos no sentían amor?
-¿Qué le hiciste a su cuerpo? Hablen los dos.
-Lo que creo que importa ahora es que Auria está detrás de los villanos y las bestias del Bosque ¿No? –Livia intentaba desviar la conversación. Algo que no logró.
-Niña, ¿Qué no ves el peligro que corres si te enamoras de un lobo? –Joah volvió a mirar a Livia. –Hablen los dos ¿Tuvieron sexo?
-No papá, no…
-Pero casi. –Joah tomó a ambos jóvenes de los brazos y los arrastró fuera del círculo que formaba la manada. –Escúchenme bien ambos, deben separarse, si llegan a reproducirse, Caperucita deberá dejar el mundo de los “buenos” pero tampoco podrá
estar en la manada, sabes bien que el lobezno sería un mestizo, sin tener toda la fuerza que tenemos los hombres lobo, y por tener sangre de los buenos, nadie en la jauría lo aceptaría.
Livia miró a Noah asustada, no había pensado en ello, sin embargo su cuerpo pedía las atenciones del chico. –Señor…
-Joah.
-Me llamo Livia, no “Caperucita”, es mi apodo, por mi capa roja. Eso para empezar. –Joah volvió a mirarla de forma retadora pero ella no se inmutó. –Soy una mestiza, mi abuela es villana y eso lo sabe.
-Pero eres buena.
-Livia, no te molestes, mi padre no entenderá.
-Amo a Noah. –Lo dijo mientras respiraba agitada. –Y si… estoy aquí es porque quiero ayudar a salvar los villanos que más se pueda. Auria es una chica traumada, pero supone un peligro, yo…
-¿Traicionas a tu sangre por amor? En cuanto se les pase la calentura lo olvidarán.
-No, no lo creo, papá ¿Al menos sabes porque siempre la perseguía a ella?
-Por que estabas aburrido entre los de la manada.
-No, me gustaba cuando era inocente. Y papá, lo sientes como yo, en Livia hay más que una chica buena, sé que viste lo que yo vi. –Y si… lo sabía, sabía que su hijo había visto a su loba, a la compañera de su vida, jamás se había mezclado con las chicas de la manada, siempre iba tras la humana… ¿Por qué no podía ser un Lobo más normal e ir tras una verdadera Loba?
-Si la chica nos cumple y los villanos nos salvamos, podéis quedaros juntos, pero si os atrapan será vuestro problema. –Los miró a ambos. –Y por favor Noah, mantén tus manos lejos de ella, hay que preparar primero a la manada de posibles lobeznos mestizos. –La sola idea hizo sonrojar a Livia ¿Qué cosa? ¿Bebés lobos? Gracias al Cuentacuentos, ella seguía virgen, pero ya que sabía los riesgos, le pediría a Noah que se cuidaran, pues apenas con dieciocho no se sentía capaz de ser madre.
-No te preocupes, no pasará. –Dijo Noah a Livia y ella volteó, era como si leyera su mente. –Prometo cuidarte y no quiero lobeznos aún.
-Por ahora.
-Por supuesto, ahora ¿Qué dices que podría hacer Auria?
-Quiere un rehén para poder extenderse por todo el bosque oscuro, si prueba que un malo atacó a uno de los buenos puede exterminarlos a todos.
-¿Cómo llegaste a esa conclusión?
-Soy una mujer inteligente. –Sonrió. –Pero no está demás investigar un poco que trama.
-¿Sugieres una misión de espionaje?
-Sí, necesitamos aliados, si los villanos se unen por primera vez, entonces, podremos hacer algo en contra de los cazadores.
-Me parece buena idea. ¿Tú que dices papá?
Joah reflexionaba, ¿A qué lugares no tenían acceso los buenos? El palacio de Hildegart y la montaña de Maléfica. –Que se reúnan los Lobos, todos quiero que repartan el mensaje a todo villano en el Bosque Oscuro, yo debo ir a ver a la Reina Malvada, en su cueva será la máxima reunión, Livia. Más te vale que tengas una excelente idea. –El viejo lobo los dejó a solas, Livia estaba pensando en cómo conseguir con certeza que tramaba Auria.
-Lo sé. Ya sé cómo. ¿Qué hay de Gastón?
-¡Pero claro! ¿Cómo no se me ocurrió? Es un cazador, pero es villano.
-Exacto, si lo convencemos de que nos consiga información de los cazadores buenos y de Auria a cambio de muchísimo dinero podríamos tener algo de ventaja.
-Por eso me encantas.
-Mentiroso.
-Cierto, es tu piel. –Arrastró a la chica lejos del centro para dirigirse a la vieja taberna en el mundo de los villanos…
-¡DOMINAREMOS ESTE MUNDO Y TODOS LOS QUE VENGAN! –Auria gritaba, animaba a sus cazadores entrar y saquear cada cabaña de villano en el Bosque Oscuro, los villanos eran encarcelados y puestos bajo custodia según las ordenes de Ricitos de Oro.
-Hay que parar esto. –Livia y Noah veían como se ejecutaban las acciones de los cazadores, muchos villanos heridos…
-Tú no harás nada. –Noah reprendió a Livia. No quería que ella se expusiera al peligro.
-Tú no me dices que hacer. –Se zafó de su agarre para ir al encuentro de Auria, Noah le tomó la mano, ella se giró y le miró. –no me pasará nada.
-No quiero perderte.
-No lo harás. –Le dio un beso apasionado, sus lenguas jugaban y la adrenalina empezaba a correr por sus cuerpos. –escucha, prometo volver, pero debo hacerlo, ¿Qué crees que sentiré yo si Auria logra cazar a toda la manada? ¿Si te hace daño a ti?
-Prefiero tenerte a salvo.
-Prefiero un hogar a salvo. Prometo volver, y cuando lo haga, más te vale estar listo.
-¿Para qué? –Noah miró incrédulo a Livia.
-Seré tu bocadillo perfecto. –Sonrió y tomando una daga que escondió bajo sus faldas, acabaría con este desastre que había iniciado Auria.
-Vaya… Livia ¿Perdiste algo? –Auria lanzó la capelina roja a los pies de su prima. –te buscaba, hay quienes dicen que tienes algo que ver con los lobos.
-Te exijo que te vayas del Bosque Oscuro. –Hablaba con voz firme. Tenía que lograr salvar a los villanos. –rompes algo fundamental en el mundo de los cuentos.
-No me vengas con el cuentito del equilibrio, pues eso si no te lo creo, podremos vivir bien sin villanos.
-Auria, ¿No ves en que te conviertes?
-Pffff, ya bájale a tu drama, Livia, ¿Qué no ves que te hago un bien? De niña solías salir corriendo cada vez que te topabas con ese licántropo.
-Es diferente ahora, crecimos ¿No puedes dejar eso en el pasado?
-Lo único que no entiendo es porque defiendes a los villanos, ¿Tengo que recordarte que han hecho? Pues bien, te recuerdo que Gastón casi mata al príncipe Adam, tus preciados lobos, uno de ellos comió siete cabritos bebés, otro casi se traga a la abuela, se hizo pasar por ella, casi te come a ti, y Hildegart, ella casi mata a Blanca, ¿Y qué hay de mí? Me atacaron los osos.
-¡Jamás te atacaron los osos! Tú entraste a su casita, te comiste su desayuno, dormiste en sus camas, ellos no te hicieron nada.
-¿Cómo lo sabes? –Auria gritaba, eufórica, su rostro estaba rojo, el enojo le coloreaba las mejillas. –tú no sabes nada, pues claro ¿Por qué defiendes tanto a los villanos?
-¡Pues nos portamos como villanos muchas veces! Lo estás haciendo ahora. Te volviste villana.
-¿Y qué haré entonces? ¿Salir corriendo detrás de un lobo psicópata y posiblemente pervertido? Hazle un favor al mundo Livia, deja que yo acabe con esto y tú… Tú podrías ir al bonito palacio del príncipe Florián y casarte con su hijo y seguir siendo la buena y dulce caperucita roja.
-¡ME LLAMO LIVIA! ¡LIVIA! No soy Caperucita. –Noah la seguía de cerca, no pretendía dejarla sola, la miraba, ella estaba igual de enojada como sonaba, en sus ojos se mezclaba la furia y el éxtasis, en su alma había una loba. No pertenecía al mundo donde estaba, pertenecía al mundo de los villanos.
-¡VAYA! ¿QUÉ PASÓ CON LA CAPERUCITA MIEDOSA?
-¡SE TRANSFORMÓ! –Y Auria sacó su rifle apuntando directamente al pecho de Livia.
-¡ME DIRÁS JUSTO AHORA QUE PASÓ CONTIGO! ¡LO HARÁS O TE DISPARÓ! –Noah sintió un chispazo de miedo correr por todo su cuerpo, Livia no decía nada, solo estaba parada allí, fulminando a Auria con la mirada, sonó el cañón, corrió lo más rápido que pudo para interponerse entre la bala y Livia.
Su peso lo arrastró a tierra, sus ojos estaban vidriosos, Livia lanzó un grito de horror al ver a Noah en el suelo. – ¡AURIA! ¡¿QUÉ HAS HECHO?! –Se lanzó contra su prima arrebatándole el rifle, Auria se defendió como pudo, un puño se estrelló contra la mejilla de Livia rompiéndole el labio, el sabor de la sangre solo le dio un impulso, sacando la daga se abalanzó sobre Auria y cayendo ambas a tierra, en un forcejeo seguían en su pelea.
-¡Te libré del Gran lobo malo! Deberías tenerme gratitud.
-¡LO AMO! –Gritó Livia y apartó la daga de su mano, lloraba.
-¿Escuché bien? –De un empujón, Auria quitó a Livia de encima de ella. –Tú ¿Amas a… ese licántropo? ¿Por eso no aceptaste la mano de Florián?
-Lo que escuchas. –Se limpió la cara. –y ahora lo mataste.
-El lado bueno es que ya no estarás con un licántropo. –Se levantó del suelo.
-No, me niego. –Livia se acercó a Noah, en el suelo. Respiraba…
-¿De verdad me amas?
-De verdad te amo. –Sonrió y acarició su rostro. –no podría estar con ningún niño bonito, quiero a mi lobo.
-Ash, me harán vomitar los dos. –Auria rodó los ojos. –es una maldita bala normal, si hubiera sido de plata si se hubiera muerto el cachorro. Sácasela y listo.
-¡CALLATE YA! –Livia gritó y miró a su prima. –Y más te vale que saques a todos tus cazadores de aquí o moveré a todos los villanos para expulsarte de estos lugares, ¡PARA SIEMPRE!
-No te recordaba con tanto carácter. –Río Auria. –Si me quieres fuera del bosque oscuro deberás pelear conmigo.
Livia no lo pensó dos veces, se levantó del suelo y plantó cara frente a su prima. –Pues a pelear. –Su rostro era el reflejo del enojo que le corría por las venas, cualquiera casi podría decir que se estaba transformando en una loba.
-¡Es hora de sacar a flote nuestras raíces villanas, adorada Livia! –Auria sacó una pequeña daga de sus pantalones, dispuesta a clavarla en su prima para matarla, Livia ejecutó un movimiento igual con la daga que había escondido en su falda, los cazadores al mando de Auria se habían colocado a su alrededor apuntado con sus rifles a Livia. –Perderás de todas formas, ¡ESTOY DISPUESTA A GANAR!
El Bosque mismo pareció escuchar la declaración de Auria, para protegerse, los espinos se alzaron separando a Livia de Auria, Caperucita se abrió paso entre ellos, resistiendo los arañazos que estos le hacían.
-¡NO ESCAPARAS! –Golpe tras golpe, las dos primas se peleaban, a su alrededor, no estaban fuera de calma, licántropos y cazadores se batían en duelo igual, disparos sonaban, aullidos, gritos… La masacre iba a pasar a mayores de no ser por la mismísima magia del Bosque que mantuvo a los villanos vivos.
-¡VAYA QUE VER LAS DOS! –La anciana disparó su rifle y todo el bullicio pasaron a ser pequeños murmullos.
-¿Abuela? –Auria y Livia se quedaron viendo a la mujer que las miraba con sumo enojo.
-¡Estáis locas! –La abuela de ambas le dio un coscorrón a cada una, a lo cual las dos jovencitas chillaron. –Llevar al mismísimo Bosque Oscuro a la guerra. ¿No han pensado que la misma magia de aquí puede destruirlas? ¿O el Cuentacuentos?
-Pero abuela. –Auria interrumpió. –a Livia le gusta el lobo, y la estoy salvando de ser mala, como él.
-¡Pero que chismosa eres! –Livia seguía enojada. –Abuela, es mi decisión, yo quiero a Noah, y lo que haga con mi vida no es problema de Auria.
La anciana las volvió a ver y seguido de acomodarse los lentes le propinó otro coscorrón a cada una. –Locas, habrá que ver, no hay buenos ni villanos, tú, Auria, con estas últimas acciones que hiciste demostraste más ser villana que una heroína y tú, Livia, vaya que pelearte por un hombre, debería encerrarlas a ambas por locas, aunque por otro lado, Auria… Livia tiene razón, tú y tu vida son decisión tuya, y nadie debe interferir, aprende eso.
-¿Y que hay con hacer lo correcto? –Auria alzó una ceja. –toda la vida de los cuentos se basa en eso, nos dicen que los buenos ganan y los malos pierden.
-Ash, habrá que arreglarte esa cabecita tuya, ya es el siglo XXI, ya el mundo piensa diferente, ya no hay malos o buenos, tontuela, solo personas.
-Igual ya perdí yo. –Livia contenía las lágrimas. –Auria le disparó a Noah.
-¡Te apuntaba a ti! –Auria se golpeó la frente de un palmazo. –Ya bájale, no lo mate.
-¿Pues qué sentirías tú si yo tomará un arma y le disparará a Florián?
-¡ME DA IGUAL EL NIÑO BONITO DE SU MAMI CENICIENTA! –Gritó Auria. –Jamás me gustaría ese imbécil, está más pendiente de llegar a tiempo que hacer algo divertido.
-Creí que tú estabas detrás de él, no paras de nombrármelo.
-Pues tonta, no me gusta. Si me conocieras bien, sabrías que me gustan las mujeres.
-Bueno, ya que resuelven sus problemas como mujeres, yo me iré. ¿Qué tal está viejo Joah? –Saludó la anciana al Lobo Alfa que ayudaba a curar la herida de Noah. –traigan a ese cachorro a la cabaña, esta vieja aún tiene un par de trucos.
-Así que… ¿Las chicas? ¿Desde cuándo?
-Desde hace mucho, no se desde cuándo, no sabría decirte.
-¿Alguna especial? –Sonrió Livia al ver el sonrojo de su prima.
-Una, pero no te diré. ¿Y tú desde cuando el Lobo?
-Desde siempre, solo que antes… no sabría decirte.
-Lamento haberle disparado, creí que… perdón.
-Disculpas aceptadas. –Sonrieron ambas, Auria se volteó a ver a su grupo de cazadores.
-Vámonos… No tiene caso seguir con este plan. –Livia vio como todos salían del lugar, el Bosque comprendió que el peligro había pasado y así les dejó pasar entre sus espinos.
-Adiós, Auria. –Livia corrió a toda prisa a la cabaña de la abuela, Joah estaba al lado de Noah, ya su bala había sido extraída del cuerpo, el chico le sonreía, estaba bien…
-¿Creíste que te desharías de mí? ¿Eh, manzanita? –La chica se acercó y lo abrazó.
-Tal vez. –Sonrieron ambos.
-Vamos Joah, dejémoslos a solas. –El lobo Alfa y la anciana salieron de la casa dándole absoluta privacidad a los jóvenes. –Quien iba a decirlo, la nieta de una cazadora y el hijo de un licántropo.
-Ni el mismísimo Cuentacuentos lo hubiera adivinado jamás…
-¿No te duele? –Livia presionó un poco el pecho de Noah, donde había estado alojada la bala.
-Auch, no… no mucho. –Tomó las manos de la chica. –quiero saber algo ¿En serio me amas?
-Si, por supuesto que sí, te amo.
-¿Tienes idea de lo mucho que valen esas palabras para mí?
-Seguro que valdrían igual para cualquiera que me correspondiese ese sentimiento. –Sonrió. –pero me importa que valgan los suficiente para ti como para aceptarme, Noah… ¿Tú me amas a mí?
-Desde siempre mi Manzanita. –No hubo necesidad de otras palabras, el Lobo sacó su lado salvaje y la atrajo hacia él con fiereza, la besó como nunca, como si fuera el oxígeno que necesitaba para respirar.
-Estas muy tibio.
-Es mi sangre. –La vio sonrojarse. –al igual que tú. –Besó su cuello y desató las cintas del corsé de Livia, la prenda cayó al suelo, seguida de la camisola, dejando sus pechos desnudos a la vista de Noah. El lobo se deleitó en lo rosado de sus pezones, llevándoselos a la boca para morderlos con suavidad.
-No, Noah… Podría lastimarte, aún no deberíamos. –Livia casi suelta un gemido del puro placer al sentir.
-No me vas a lastimar. –Con sus garras terminó por romper la falda y lo que le quedaba de ropa a Livia, dejándola por completo a su merced, la chica se mordió el labio, adoraba el brillo animal que salía de los ojos de Noah, sin pensárselo dos veces, terminó por desnudarlo y en un rápido movimiento, sintió como el chico la aplastaba con su peso mientras la besaba.
Caricias, toques, el calor aumentaba su intensidad, los besos subían su tono, y ya los jóvenes no se estaban conformando con solo tocar, Livia en especial quería mucho más. –Noah… Ya hazme solo tuya.
-¿Estas segura de lo que haces? –Miró a la chica desnuda bajo su cuerpo, su respiración agitada y sus mejillas arreboladas.
-Nunca estuve tan segura de algo en la vida…
Le sonrió, la volvió a besar sintiendo como ella se estremecía en sus brazos. –Ay Livia, mi manzanita, tienes la sangre tibia. –Dejó un suave mordisco en su hombro.
-¿Qué esperas entonces para comerme? –Su voz se deshizo en un gemido, los labios de Noah la volvieron a capturar, ella pasó sus manos por la espalda del chico, quería matarlo de tanto placer como pudiera. Entre besos y caricias, por fin se volvieron uno, en un solo latir y en un solo corazón. No había rastros de dolor, ya no eran villanos o buenos, era un solo amor el que se sentía resonar en las paredes de la cabaña.
-Noah ¿Te quedarás por siempre? –Livia jadeaba al sentir el vaivén de Noah, la llenaba por completo, el chico presionaba justo los puntos que ella necesitaba, la conocía y apenas la estaba explorando.
-Siempre. –Su voz era ronca, su éxtasis se mezclaba con el sudor de sus cuerpos, sus gemidos, ¡El Cuentacuentos quisiera que Livia aguantará más de un asalto! Pues su fuerza de lobo iba a dar para ratos. Mordía los dulces pechos de Livia mientras sus movimientos subían de ritmo, ya no podía (ni quería) ser suave, su bestialidad se hizo presente, escuchaba los gemidos de Livia cual aullidos que lo invitaban a ir cada ver mucho más rápido, el interior de ella lo acogía cálido, ella terminó por rodearlo con sus piernas mientras su cuerpo aún respondía, pocas embestidas de parte del lobo hicieron falta para que los dos se dejaran caer al vacío.
Sus respiraciones eran aceleradas, sudaban, apenas se habían separado. –Cielos ¿Y se supone que hacer esto es malo? –Livia intentaba acompasar su corazón acelerado. –Lo malo sería no hacerlo.
Noah casi se parte de la risa, mirarla a su lado, tal y como siempre quiso tenerla y además bromeando, superaba cualquier sueño, cualquier cuento. –No lo creas Manzanita, te devoraré bastante seguido.
¡EL FIN!