Terminada la guerra, Teilhard retoma en París sus estudios universitarios y en 1920 lo vemos ya enseñando Geología en el Instituto Católico de París. Comienza a difundir, poco a poco, mediante conferencias y escritos para amigos, el fruto de sus reflexiones que suscitan violentas polémicas en el seno de la intelectualidad religiosa. Se le retira la cátedra en Geología del Instituto Católico. Sus superiores y el Santo Oficio, capitaneado por el cardenal español Merry del Val, opinan que, por el bien del propio Teilhard y el buen nombre de la Compañía, este debe dedicarse exclusivamente a la investigación científica y que su pensamiento filosófico y teológico lo guarde sólo para sí mismo.
El 10 de abril de 1923 Teilhard es apartado de todas sus funciones y destinado a China. Tiene cuarenta y dos años. En China transcurrirán 23 años más de su vida y el periodo de su camino errante y de subida al Gólgota por defender su pasión personal. Durante sus años en China publicó numerosos y diversos estudios científicos sobre Paleontología y Geología de Asia Central. Confirmó la edad geológica del “sinantropus”, descubierto por Teilhard en 1929. Pero, al margen de su actividad científica, Teilhard continuó soñando con la unificación del pensamiento y durante su destierro en Asia, redactó algunos ensayos para sus íntimos, que terminarán teniendo siempre una gran difusión.
A esta época de China corresponden dos de sus obras más famosas con reconocimiento internacional: “El Fenómeno Humano”, su obra básica del evolucionismo científico, con una visión unificada del desarrollo integral del cosmos; y “El Medio Divino”, una síntesis maravillosa de su experiencia espiritual en los últimos años. Ninguno de estos dos ensayos pudo publicarse en vida del padre Teilhard...