EL fogón avivaba su luz,
al ritmo del resuello de la fogonera,
y el hacha se reafilaba orgullosa,
entre las manos callosas,del que fue siempre su prisionera.
El fogón en penumbras,
porque la ultima raja de guatacare,
se abandonó a su suerte quimera,
y su póstuma brizna lastimera,
se fue con el resoplido de la fogonera.
El fogón quedó sin leñador,
y el hacha desmigajo su rabia,
sobre el tronco seco en el camino tendido,
porque el leñador se quedo en su lecho,
después de su último suspiro.
El fogón, El leñador y la fogonera
hicieron a sus anchas un triangulo de amor,
mientras que el hacha sola y triste invernaba,
aceptando su vida herrumbrosa que le apenaba,
sumida en el mas espantoso dolor.
En el fogón quedó el recuerdo imborrable de la fogonera,
abrazado para siempre,
al último hálito infeliz de la hoguera.
Allí está la fogonera,
en su taciturna espera,
mientras se apaga el fogón,
que guarda la llama de amor,
cual luciérnaga que alumbra su corazón,
y que solo, por obra de Dios,
le encendió su leñador.