Dentro de todo lo que nos agobia, ahí esta nuestra alma, y que por qué lo digo sin ningún temor, porque es ahí donde abunda la más grata soledad de nuestro ser, de nuestra existencia, es allí donde no dejamos de estar encerrados entre las paredes de lo que construimos con el yo interno.
No solo estamos solos, sino que tenemos que lidiar con tomar el rumbo de nuestro existir; es allí donde tenemos que sentarnos en el más profundo rincón a mirar a la pared, a meditar que es esto que nos esta pasando, qué es lo que miro todos los días al despertar, al caminar, al hablar, al sentir, al llorar, que es lo que nos produce miedo, desbastando nuestra pequeña casa, casa de fantasmas que nos asechan sin consuelo, sin remordimiento, escarbándonos dentro, en nuestro sótano, adentrando a tocar las paredes de nuestro corazón atreviéndose a despelucar el recuerdo.
Es el recuerdo caminante por nuestra casita, el que nos toca, nos grita, nos susurra, nos acaricia, sin una sola gota de piedad, es el más infame fantasma que nos destruye la existencia. Claro!!! cuando esta de mal humor, pero cuando no lo esta, solo se nos acerca de vez en cuando, pero siempre esta de mal humor, por eso esta ahí pegados a nosotros, haciéndonos estragos en la casa, sin importar que nos pueda derrumbar, y por eso dejo este tema aquí, porque prefiero arrinconarme en el lugar más remoto de mi alma, a tener que despertar esta casa de fantasmas.