***El sueño de cualquier hombre y el delirio de cualquier mujer, un orgasmo, tan puro y virginal, que quede en la mente por días, semanas, meses y hasta años, cual copa de vino añeja que con solo olerla deleita a cualquiera, por su color y aroma; amargo y dulce, sutil y fuerte a la vez; algo que lograría desgarrar hasta las entrañas de cualquier corazón
Comenzó como cualquier noche de cualquier día. Nada de ese día era importante o resaltante. Sus conocimientos sobre el sexo eran quizás algo habituales o normales; sus gustos o sabiduría opuestos; uno tan experimentado y el otro solo se guía por instinto de necesidad.
Sin embargo, ninguno de los dos, esperaba que algo así les pasara, de hecho, por ocasiones, pese a conocer de su existencia, quizás hasta se hubiesen burlado, de cualquier persona, bajo la narración de un sexting.
Esos son dos seres, qué pese al sarcasmo del mundo, de la vida o del camino, suelen de una u otra forma alejarse y nuevamente encontrarse. No tan frecuente como en el pasado, pero cada vez más intenso e inusual que antes. Ambos han experimentado una conexión, similar a las descargas eléctricas de roces, que erizan la piel espontáneamente.
Húmedo y duro
El lo describió como una canción: “experiencia religiosa”, para ella, fue su “único y mejor orgasmo de la vida”, que se hizo habitual en diferentes formas, sabores y colores, pues él, era quién lo lograba ocasionar como sea: cerca o lejos, tales pasiones en su ser y, por ende, en su vagina.
Con solo saber que él estaba llamando o mensajeando, ella comenzaba a ruborizarse. Su piel experimentaba un proceso de repulsión hacia cada bello y allí sentía que cada uno de sus sentidos había iniciado un proceso de activación inmediata.
Sudaba cada parte de su cuerpo, pese al frío de su habitación y estaba tan sensible, que sus pezones se pararon y que hasta el papel tiene mayor fuerza ante el agua. Un fuego de necesidad y deseo brotaban por cada uno de sus poros.
Mientras él quería disimular no sentir nada de estas sensaciones, ella expresaba cada una de ellas, tras el insistente interrogatorio de él, sobre lo que sucedía en esa habitación muy lejana a su alcance, pero tan cercana a su imaginación y a la tecnología, pues ambos estaban pegados a su celular, apenas por mensajes.
Él no dudaba en insistir en su interrogatorio o en sus palabras de deseos – ¿Dime qué tienes puesto?, ¿De verdad me extrañas?, ¿Dime cuánto me extrañas?. ¡Te imagino aún medio vestida o con un camisón!
-Pues, te equivocas, respondió ella sin dudar. ¡Tú bien sabes que duermo sin ropa interior y lo más ligera posible!. Tengo puesto una franelilla y un short, pero, creo que me ha dado mucho frío porque mi piel está toda sensible y erizada y estoy muy húmeda.
-Sí lo estás y porqué?, dijo él, muy orgulloso y fuerte, como si de eso dependiera su vida; era una de esas noticias que te alegran el día. Algo que necesitaba escuchar desde hace mucho tiempo de su boca; como si de eso definía su propio ser.
Él insistió y: -¿cómo estás?, ¿qué haces?, ¿te estás tocando?, ¿dime si te estás tocando?. Te imagino ya desnuda enredada en tú edredón. Ella respondió: -¡desde que comenzamos hablar decidí quitarme todo y sí me estoy tocando, sabes que es así!.
Momento indiscutible
Las palabras sobraron y fue casi perfecto ver como ambos se fueron arrastrando a un momento indiscutible. Pasaron de ser simples a calientes y poco a poco fueron calentando los sentidos.
En la garganta de él; un gran nudo y en el estómago de ella, una gran presión, pero muy abajo de su cuerpo, en cada espacio, entre sus piernas desnudas, un gran encuentro entre el deseo y la humedad.
Los minutos o segundos pasaban y apenas dos o tres palabras por mensajes, unos cuantos gemidos y pausas. Una adrenalina única y una exaltación mutua, él decide llamar, tras leer que ella, ya no podía seguir escribiendo y no podía responder a cada una de esas imágenes que abordaban en su mente.
¡Hola!
Fue como si esos mensajes eran la punta del iceberg que desencadenaban todo. Se le iban a ir de las manos, de su cuerpo, los abrazos, los besos, la presión, se desvanecía, todo aquel fuego que amenazaba con apagarse y fue allí, cuando decidió arriesgarse aún más y vivirlo lo más en vivo que podía en su condición.
-Él: ¡Hola! Para ella fue como si su respiración y las fuerzas de las palabras se habían acercado lentamente desde la punta de sus pies, cual puma al acecho de su presa, tratando de dominar todo el escenario y haciendo el baile de la muerte para acabar con ella.
Así y bajo esos ánimos exaltados, se fueron llevando cada quien desde sus aposentos. El tocarse fue parte de sus rutinas. Dudosa ella entre el hablar y sentir; mientras su cuerpo con las manos, disputaban el control, entre cohibirse o responder a cada uno de esos estímulos, aquellos que solo él le puede producir en persona.
Y que innegablemente, le estaba produciendo ahora de una forma inédita. Toda una gran batalla, entre imágenes, pensamientos, deseos, represión, que al final sus cuerpos respondieron de forma natural, calentándose, cual fogata encendida en medio de la nada.
¿En la misma cama?
Ese calor, tomó cada espacio y no hubo frío alguno, que ocasionara distanciamiento, por el contrario, ambos llegaron a sentir esa pesadez y roces como si estuvieran en la misma cama.
Pero, en ambas habitaciones no había cabida a las interrupciones o al clima, que llegara a separar a esos dos volcanes incontrolables a punto de ebullición, bajo un calor intestinal casi imposible de apagar.
Siguieron los grandes momentos en que se daban las preguntas y al mismo tiempo, las respuestas, como estuvieran frente a un espejo conociendo las respuestas y aún más exaltante, fue el momento cuando ambos supieron que sus manos estaban tocando sin control cada parte de su cuerpo.
El torbellino terminó por desatarse. Los pensamientos de ella eran desbastadores y obscenos, la humedad entre sus piernas era incontrolable, más que un manantial incapaz de ser controlado por sus dedos, la cama, las sábanas, todo fue humedecido por el placer de su vagina.
Un incansable río de placer se había desprendido, más haya de eso, fue el quiebre de su espalda tratando de levantar sus blancos, tensos y redondos senos, como si quisiera salir su espíritu del cuerpo o como si él la estuviera levantando y estrujando hacia su pecho.
Un momento fraternal con todas sus articulaciones activadas. Los dedos de sus pies parecían que querían conocerse entre ellos, agitados por el deseo, se movían sin control.
Todo parecía funcionar por sí mismo, pero con un gran descontrol biológico, químico y físico, que terminó revolcando su cuerpo a las ganas únicas de ser domada por ese hombre.
Descontrol total
Mientras él seguí hablando, tratando de ser controlador; perdía su coherencia bajo los gemidos de ella, pues tocaba su miembro una y otra vez, hacia arriba y hacia abajo, como si fueran los dedos de ella.
Ocasionalmente, en esa lentitud, fuerza y bajo los gemidos, imaginaba que la pequeña y húmeda boca de ella, era la que acariciaban su rojo y erecto glande, de manera circular y muy eficientemente, hacia arriba y hacia abajo, con sus pequeñas y suaves manos.
Como si su lengua apenas intentara entrar en el pequeño orificio en el centro de su glande, por apenas unos pocos segundos y los fluidos se hicieron llegar, mientras el ritmo seguía su curso, hacia arriba y hacia abajo.
Ojos bien cerrados
Las respuestas de sus imaginaciones eran inmediatas y emocionantes, bajo unos ojos bien cerrados, no había duda alguna que esas almas y esos cuerpos estaban tan cerca como habían anhelado tanto, bajo una respuesta emocionante, de dos seres que nunca han estado distantes.
Era el momento del fluir de sus almas y canalizado por sus cuerdas vocales se podría decir, que eran gemidos desbordados de locura, cortos, pero seguros y con un color casi rosado en su cara, él se la imaginaba; a cada momento y con mayor fuerza, estrujando su miembro y apretando sus labios, sosteniendo en una de sus manos sus senos redondos y rosados.
Ella, hacía algo similar, sintiendo que el cuerpo de él, ese rico pecho suave y sutil la estrujaba es su totalidad, a la par; que la penetraba sin cesar, arañando su espalda bajo un masaje lleno de locura y frenesí.
Sonido animal
Sus labios sin poder contenerse ante aquel escenario de dominación, temían dejar salir, toda clase de sentidos y lujuria; que fue inevitable pues, los pequeños labios de ella empezaron a distanciarse, para que él pudiera escuchar semejante sonido animal y desposeído.
Por largos momentos fue necesario una respiración profunda de parte de ambos, ya que sus mentes se nublaban, ante el dispersar de sus ojos, mientras sus manos no cesaban de frotar los juguetes entre sus piernas, agitando los labios de su vagina una, otra y otra vez, de arriba abajo sin parar, así como él frotaba su pene.
Ambos, estaban conscientes de que el momento de acabar se acercaba, pero trataban de alargarlo aún más. Hasta que las imágenes volvieron a ser las protagonistas y el fluido fue imparable, el típico gruñir de él, le avizoró de su llegada simultáneamente y así sin planearlo, su espontáneo, único y mejor orgasmo no dudó en llegar…
Alfremary Marval
JFD-AMO