Todo el mundo dice que perdí la cabeza cuando nací y que nadie se ríe tanto. Es verdad que nadie se ríe tanto, pero los demás pierden la cabeza todo el tiempo. En especial con la frase que ha dicho una tal reina de Francia, “que coman pasteles”.

Y yo opino que todo lo que dice una reina hay que acatarlo. Le empecé a dar a todo el pueblo y a los granjeros, los pasteles que yo hacía, gratis. Mi familia me golpeó mucho esa noche y los pueblerinos se unieron a pesar de que les había dado ricos pasteles.

—Deberías ser quemada, stupide, pero tienes el poder de matar de hambre al pueblo, panadera.

A pesar del dolor y la violencia del pueblo, pude notar que en todo momento nos estaba vigilando un señor con una vestimenta muy rara. Todavía tenía en sus manos el pastel que le había dado esta mañana. Cuando lo miré, el sólo me sonrió, asintió y se fue.

Unos días después me secuestraron, le dijeron a mi familia que tenía una importante labor que hacer, ellos no replicaron, pues siempre supe que se querían deshacer de mí.

Estuve dentro de una carroza que no era de madera.

—¡SÁQUENME, LADRONES!—gritaba.
—Callate, stupide panadera—me respondía la ventana del carruaje y yo sólo le sacaba la lengua.

Después de días en ese carruaje, pararon y me sacaron arrastras. Cuando alcé la mirada, vi la casa más grande que había visto en mi vida y era una casa muy rara, tan rara como un monstruo, puntiaguda, blanca y muy alta, como para tocar el cielo. Empecé a gritar.

—La reina trajo a una loca—respondió uno de los ladrones—CÁLLATE.

Me callé cuando vi tantos mundos en ventanas con marcos de oro, flores bonitas y un suelo que parecía el cielo. La casa monstruosa era lo más bonito que había visto, tal vez yo estaba dormida porque estaba viendo un palacio, como el de las hojas sucias que llegaban al pueblo.

Me encerraron en una habitación que era más grande que mi pueblo, había otras tres mujeres, con vestidos muy largos y grandes.

—Soy Madame Celine, yo soy la creadora del arte de vestir de la reina—se inclinó—y creo que te prestaré uno de mis antiguos vestidos, no puedes presentarte así ante Su Majestad.

Pero me presenté así ante la reina. Los que estaban alrededor, cambiaron su expresión de asco a la que yo siempre estaba acostumbrada. La hermosa mujer con cabellos claros hasta el cielo, en cambio…

—Saluda a tu reina, pobre mujer—me dijo la Madame que estaba a mi lado.
—Hola, Madame—incliné mi cabeza.

Todos jadearon, sorprendidos.

—Su Majestad, debeís meter a esta mujer en el calabozo, que falta de respeto.

Pero la hermosa mujer no me metió en el calabozo, sólo alzo su refinada ceja, me sonrió y mandó a que me bañaran, vistieran y que me pusieran en la segunda cocina más abandonada de Versalles (así llamaban a la casa monstruosa, creo), para que le hiciera 100 pastelillos al día.

Cuando terminaba, la reina mandaba a que yo se los trajera y me invitaba a comer con ella y sus otros hermosos amigos.

—Cuando mi adorado Henry, fue a tu escoria de pueblo porque se perdió entre España y Francia…Oh, Henry…
—Fue el tonto lacayo, ya lo cambié—se defendió el señor raro.
—Le diste uno de tus pastelillos, él dijo que era lo más sabroso y asqueroso que había probado en su vida y me trajo uno a mí. Apesar de que ya estaba podrido por el viaje, seguía estando riquísimo. Tienes un don, Liare.
La reina sabía cómo me llamaba y nunca me había llamado* stupide.*
—Gracias, mi reina. Yo sólo pensé en su frase de “que coman pasteles”. Debíamos comer pasteles.
La reina se puso tensa.
—Yo nunca di esa orden—dijo muy seria y luego se rió…Oh, ella se reía como yo—Sin embargo, me encanta esa imagen. Los súbditos pueden creer lo que quiera. Por creer todo, son tontos y tú los volviste más tontos y de seguro más locos. Eres mi favorita ahora.

Las mujeres que rodeaban a la reina, no les gustó escuchar eso y me miraron con furia.

Luego de hacer 50 o 100 pastelillos diarios, salía de noche con la reina. A ella le gustaba correr por los campos verdes de Versalles y reír mucho. Le gustaba dar teatros e ir al teatro. Pero lo que más le gustaba era comer pastelillos, los vestidos y sus peinados que llegaban al cielo…Los últimos caprichos se lo dábamos nosotras, las mujeres que había sacado del pueblo.

La reina me contaba sus secretos, yo no los revelaba porque se me olvidaban, así que todas las noches me contaba los mismos secretos y me enseñó a recordar y a reír más fuerte.

Me llevó a París y a muchos lugares hermosos. Ya no me asustaba estar en carrozas, con ella siempre me sentía segura, amada y yo la amaba también, todo el tiempo le quería dar besos, como los enamorados Amelie y Troet del pueblo. Había notado que su esposo nunca lo hacía con ella.

Estaba planeando eso para nosotras, hasta ese día…

—La reina y sus caprichos. Le gusta estar con la stupide panadera porque es tan tonta como ella—eso dijo uno de los condes de la corte de Versalles.

Yo se lo conté a la hermosa mujer, claro. Luego él desapareció, dijeron que se había ido de viaje y que la reina lo había sustituido. Todo pasaba tan rápido en Versalles.

Luego de hacer mi labor, me llevaron a lo más profundo de la casa grande.

—La reina quiere verte—me dijeron los sirvientes.
—¿Por qué no me llevan a donde siempre me llevan?
—Porque ahora ella te quiere ver aquí.

Entré a varias habitaciones, sola, como le habían ordenado a los sirvientes.

Cuando entré a la última, vi el cuerpo del Conde, lleno de ese líquido que me salía a mí cuando me golpeaban, sólo que en mucha cantidad.

La reina estaba hermosamente desnuda, frente a él, también llena de ese líquido rojo, sólo que ella sí estaba con los ojos abiertos.

—Siempre he detestado las malas lenguas y todos en mi corte las tienen, pero él, bueno la de él era peor. Por eso siempre es lo primero que me como, la lengua, lo demás es más rico—me mira—.Mi querida Liare, me encantan tus pastelillos pero a veces tengo que probar algo salado y agrio, ¿me acompañas?

Y yo sólo reí, perdiendo la cabeza.

Este relato es para el concurso Show us your talent contest ¡¡30 STEEM prize!! Propuesto por @roadstories y patrocinado por @upmewhale. Espero que les haya gustado mi relato y que se animen a participar.