Allá en Ciudad Juárez matan a las mujeres continuando tradiciones aztecas mezcladas con sadismo y satanismo nacido propiamente en la época colonial. La cosa no sólo es que las matan, sino es que las secuestran, las torturan, las violan y finalmente, las matan. Hacer esto tiene miles de implicaciones y motivaciones, y lo que se delinea es que hay un ritual detrás de todo esto. O sea, los crímenes no son un fin, una consecuencia, son un medio.
México tiene su tradición bien documentada de sacrificios humanos. A lo largo del tiempo, y viendo su eficacia, se han seguido usando, pero debido a que los medios de poder ya no pueden seguir con las mismas mentiras encubridoras, se decidió silenciar y aparentar tales crímenes bajo otra estela: el feminicidio, que se comete sin motivo aparente, simplemente porque los hombres, un buen día se deciden a comenzar a matar mujeres. Y las matan bajo este modo específico que ocurre en Juárez y matan justamente a las de la misma situación y escalón social.
Las mujeres muertas son jóvenes entre los 8 y 35 años (siendo la media la banda entre 16 y 30), pobres o de clase baja, trabajadoras, la mayoría trabaja en las maquiladoras (que son empresas de capitales mixtos, que elaboran electrodomésticos y piezas para estos productos) y muchas estudian también. La mayoría viven en zonas marginales, con escasa o nula protección, muy alejadas de su lugar de trabajo y estudio, así que viven expuestas a peligros y muchas caen.
Mentiras y ocultamientos, encubrimientos, imposturas y silencio. No sólo se trata de ocultar el crimen sino también su propósito. Y por supuesto, a quienes los cometen. Y éstos son gente de poder; militares, políticos, empresarios, todo aquel que quiera poder y dinero o ambas; y claro, los narcos también se meten en esta jugada. Y eso por no mencionar que muchos de los anteriores son también narcos; pero eso es otra historia.
Para saber que se trata de una doctrina de maldad, aplicada con la finalidad de obtener una ganancia, simplemente hay que reconocer que los asesinatos seriales y los asesinatos rituales tienen una metodología que se cumple siempre, y eso es así desde la Patagonia hasta río grande, desde Las Azores hasta las islas Kuriles. Por cierto, nadie ha descartado que en Ciudad Juárez ocurren asesinatos rituales… pero admitirlo parece tan terrible como la realidad de encontrarlas muertas. El esquema del asesinato institucionalizado y organizado responde a que:
- hay toda una organización e infraestructura que responde a una metodología de funcionamiento
- las víctimas son siempre de la misma tipología, edad, sexo y origen social
- las muertes tienen el mismo esquema
- las muertes ocurren en las noches
- obviamente, hay un ritual, una violación responde a toda una estructura que sin ella no funciona
- al igual que 5) los asesinatos deben cumplir un método específico
- no hay culpables ni sospechosos, sólo víctimas y no son todas las que aparecen
- la misma circunstancia misteriosa de desaparición y muerte que rodea a la víctima y la impunidad que gana el crimen.
El método de Juárez funciona, más o menos, así: las secuestran o bien por la mañana o bien por la noche, regresando a casa o saliendo (la mayoría de las muertas eran jóvenes activas. Estudiantes o trabajadoras, a veces ambas. Aun siendo menores de edad, deben trabajar y estudiar, sin mucha atención a sus necesidades, trabajando en turnos de hasta 12 horas. El trayecto que cumplen de su casa al trabajo es el más peligroso, pues las zonas de trabajo o residencia se encuentran en zonas marginales, donde la vigilancia es poca y no hay opciones de escape) una vez secuestrada y sometida (se le golpea y amenaza de muerte, se causa serio daño físico, lo cual le imposibilitaría el escape y se le droga, para así garantizar su sometimiento) se inicia el primer ritual de violación, donde es ultrajada en repetidas oportunidades. Después de esto, es presentada al demonio y, dependiendo, es asesinada de una vez o sigue viva para ser usada en otra ronda de rituales que incluyen torturas (los cadáveres presentan evidencias de golpes, mordiscos, quemaduras, cortadas y disecciones) y más violaciones (en muchos casos, se tratan de violaciones masivas) incluso mutilaciones (muchas les cortan los pezones, senos, manos, piernas, cabeza, son desmembradas, le sacan los ojos, incluso, les arrancan los ovarios o mutilan sus genitales) y las matan. Finalmente corresponde eliminar el cadáver.
Los cadáveres son eliminados, arrojados, botados, como si se tratara de una bolsa de basura o un condón usado. Atención: en todos los lugares donde se han encontrado a las muertas, resulta que no se les haya solas; sino que en grupos y además, en estado de descomposición. Muchas de las halladas llevaban meses, incluso, años de desaparecidas. Otras, fueron encontradas, a horas de ser secuestradas. Lo común de éstos lugares es que todos son propiedades privadas (como Lote Bravo, Campo Algodonero, Granjas Santa Elena o el Cerro del Cristo Negro) que pertenecen no sólo a las familias más poderosas del norte de México; sino de todo el país y también de los del otro lado de la frontera, que por cierto, en Puente Libre, nexo entre la frontera de USA y México se han entrado cadáveres de mujeres. A contrario de muchos, yo sí hago responsables a estos dueños. ¿Cómo permites que te arrojen gente muerta en tus terrenos? ¿Por qué callas? Como dice el dicho, el que calla otorga y en este caso parece…
Por otra parte, ¿qué hace la ley y el orden? Lo mismo que los demás estamentos de poder: nada. De hecho, simplemente hacen amagos de investigaciones y buscan chivos expiatorios (como el egipcio acusado de matar a una de las mujeres y condenado por ello y justo cuando la defensa lo iba a sacar, ¡Pum! Aparece muerto, en la cárcel donde estaba. O como el caso de los conductores de los camiones de transporte público, acusados de matar y violar a 8 mujeres. A pesar de que ellos mismo fueron ultrajados y violados, incluso, les quemaron con cigarrillos en sus genitales, están tras las rejas. No, uno solo, el otro murió en la cárcel, también en circunstancias extrañas) o no aparecen y cierran el caso (en México, se cierra un caso cuando ya no hay más qué ver en él, sea porque está resuelto, o porque no había más evidencia qué investigar. Aún más terrible es que si en 10 años el caso, abierto o cerrado, no obtiene sentencia alguna, éste es desechado y para la ley no ha pasado nada. Me imagino que los criminales esperan este momento, que en algunos casos ya ha llegado, pues esto comenzó en 1990) ocurre también que otros delitos, cometidos contra mujeres, tapan estos crímenes. Por ejemplo, la violencia familiar. Cualquier cosa que ayude a desviar la atención, ayuda. Incluso, ya se está optando no por botarlas en los terrenos baldíos; sino que están usando barriles llenos de ácido y dejan que la corrosión elimine el cadáver. De esta manera pasa como en Argentina: sólo hay desaparecidos. Y un desaparecido no está ni vivo ni muerto, simplemente, está desaparecido, no se sabe nada de él, hasta que aparezca. Y ya muchas han desaparecido y no se sabe nada de ellas, incluso, llevan más de cinco años de desparecidas… y en Juárez han desaparecido cientos, incluso, miles de mujeres. Y como ocurrió en Argentina la mayoría de los desaparecidos están muertos y ya al fin aparecen sus cuerpos. En México, algunas desaparecidas aparecen…muertas. La historia siempre repite su horror.
Por otro lado, el sector oficial dice que estos delitos están resueltos en su mayoría, que son crímenes comunes (¿qué mundo, qué país es este donde el crimen es común?) que la procuraduría ha dicho y demostrado en sus informes que están resueltos y que si no que se demuestre lo contrario y… bla bla bla. La procuradora dice que no hay feminicidio en Juárez, que son crímenes domésticos, que sólo se hayan desaparecidas 300 mujeres y que eso no es una cifra como para alarmarse… ella misma dice, acusando a la comunidad aterrada de Juárez (a quienes no atiende cuando van a la capital a manifestar pidiendo justicia, por cierto) que cada vez que muere una mujer, lo denuncian como si se tratara de una más…
¿Se entiende entonces? Claro que hay poderes involucrados en esto. Claro que son secuestradas, violadas, asesinadas y desaparecidas mujeres en el norte de México (desde 1990 hasta hoy se calculan que han muerto unas 1100, aunque las cifras varían, siendo las del gobierno, por supuesto, las más bajas) sin embargo, se cree, con seguridad, de que al menos se puede hablar de 540 muertas. Las desaparecidas, pasan las 4000. Van casi 20 años desde que comenzaron estos crímenes y aún la situación está como al principio, solo que con el horror de las muertas y desaparecidas, el horror que se logra ver y el otro, de aquellas que aún no aparecen y claro, el horror de descubrir quién las mata y por qué. Aunque, desde cierto punto de vista, este horror implica también un alivio, una liberación: la respuesta, la verdad. El fin de esta horrible historia. Y posiblemente, su erradicación. La verdad nos hace libres; pero allá en el norte de México no hay verdad; sólo mentiras y muertes. Sólo silencio, desaparecidas y huesos en el desierto.