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Subí al auto lamentándolo todo de una vez. Sabía que esta cosa dentro de mí me mataría algún día ... pero no podía controlarlo. Estaba demasiado nerviosa por motivos por los que no debería, y mis palmas sudorosas me lo recordaban cada pocos minutos. Solo esperaba sudar el maquillaje. Pero algo se sentía raro. No puedo decir qué exactamente, solo tenía la extraña sensación de que algo estaba mal ... ¿O estaba demasiado bien?
Finalmente llegué al restaurante. Cuando entré mis ojos fueron directamente a su cara, era como un imán; juro que mi cuerpo lo sintió antes de verlo. Mi corazón se aceleró aun más, y pude sentir mi piel hormigueando con necesidad. ¡Diablos! Necesitaba calmarme antes de que se diera cuenta. Respiré hondo y sonreí. Él me devolvió la sonrisa con sus dientes perfectos mostrándose como una advertencia peligrosa pero hermosa.
Mientras caminaba hacia la mesa sentí que mi teléfono vibraba en mi bolso. Probablemente era Josh. Sabía que iba a salir con Gabriel hoy, y siempre se ponía un poco ansioso cuando salía con otros hombres. Quiero decir, él sabía que tenía que hacerlo, pero aún así... no sabía quién era Gabriel. No sabía el peligro en el que me había puesto...
"Lilah ... Te ves maravillosa, como de costumbre." - Gabriel me dio la bienvenida. Su voz sonaba como la de ángeles cantando. Escalofríos bajaron por mi espalda y, de repente, me sentí demasiado hambrienta.
"Gracias, Gabe. Tú no te ves tan mal."- Dije, y el bastardo se echó a reír. Obviamente sabía que parecía que Dios mismo había esculpido toda su existencia ... Espera ...
La tarde transcurrió entre conversaciones superficiales y miradas hambrientas. Comimos, nos reímos, coqueteamos ... Pero los dos sabíamos que, debajo de todo, había una advertencia silenciosa para los dos; la sentí subiendo mi cuerpo. Él era demasiado bueno. Estaba hipnotizada, hechizada por su conversación inteligente, sus labios perfectamente formados y sus brillantes ojos verdes. El tiempo pasó tan rápido que ni siquiera me di cuenta.
"Deberíamos irnos ahora ... ¿Estás lista?" - Preguntó, y yo me puse nerviosa de nuevo. La invitación en su voz... "Creo que hemos jugado lo suficiente por esta noche, es hora de ir directamente al grano." Oh
"Por supuesto… "
"No pareces tan segura, Lilah ... No voy a hacerte daño, lo prometo" dijo él en un tono seductor. Usar mi nombre fue un golpe bajo.
Los ángeles podían ser tan arrogantes a veces. Era un misterio para mí cómo funcionaba esta atracción. Solo sé que sucedió. Se supone que los demonios y los ángeles nunca deben acercarse unos a otros, no así. Es peligroso. Se supone que es una atracción fatal que nunca termina bien. Es aún peor para una Súcubus como yo, porque la atracción ya es fatal dentro de mi vida. Siempre he sido buena y me he mantenido alejada de Ángeles, pero Gabriel ... era otra cosa.
Desde el segundo que lo vi, sentí un tirón dentro de mí que me llevaba hasta él. No era sólo físico. Oh no. Ya quisiera. Era un tipo de hambre que no entendía del todo. Salía de mis entrañas, hacía que mi alma se quemara (sí, los demonios tienen almas). Algo hacía clic cuando estaba cerca de él, era como si me faltara una pieza que ni siquiera sabía que existía, y de repente estaba allí. Y la necesitaba intensamente. Pero todo eso se sentía demasiado extraño para mí, no podía simplemente caer en la trampa; porque no se trataba de sexo (no solamente). La sensación de que era una atracción que venía de mi propia esencia me asustaba hasta la muerte.
Pero no pude hacer nada al respecto. Y no estaba segura de querer hacer algo al respecto.
Así que nos fuimos. Llegamos a su departamento. Su impresionante, aterrador apartamento.
"Hmm, entonces tu color favorito es el negro ... Imagínate." Dije entre risas para ocultar mis nervios.
Caminé un poco, explorando, mientras él desaparecía en algún lugar. Pero entonces, de repente, estaba detrás de mí, su pecho presionando contra mi espalda, sus labios rozando mi oreja.
"Deja de tratar de ocultarlo, Lilah. Puedo escuchar tu corazón, ¿sabes?” - Oh. Me perdí. Sus manos estaban en mis caderas y las presionó de manera terrible contra las suyas, para que pudiera sentirlo. Jadeé.
"No estoy... no estoy tratando de ocultar nada." Pero esto no era exactamente cierto. Dentro de mi bolso esperaba un cuchillo maldito... Y mi boca se hizo agua. Podía oler su dulce sangre, me estaba llamando. "Sabes exactamente lo que quiero."
"Sí, lo sé." - Me susurró al oído, mientras me daba la vuelta. Y luego me besó.
Fue un beso duro, hambriento. Sentí su necesidad, la misma hambre que yo misma sentía.
Pronto, nuestra ropa cayó al suelo, mientras nuestros cuerpos se movían sincronizados en una danza sagrada que ninguno de nosotros podía controlar. Se sentía como una carrera. ¿Quién de nosotros llegaría primero? ¿Quién de nosotros ganaría? ¿Quién de nosotros sacaría al otro?
Pero nos tomó un tiempo. Estábamos tratando de calmar un hambre primal, insaciable. Perdimos nuestros sentidos y, al mismo tiempo, podíamos sentirlo todo. Estábamos sedientos el uno por el otro, e incluso estando tan cerca como dos cuerpos pueden estarlo, incluso sintiéndolo dentro de mí, incluso con mis uñas clavadas profundamente en las cicatrices de su espalda, nada era suficiente.
Sentí que su abrazo se apretaba, hasta que ya no podía respirar bien. Al principio no me importó, me gustó. Y luego ya era demasiado tarde. Sentí sus dientes hundiéndose en mi garganta, y gemí. Se sentía tan mal, y tan bien... No quería pelear con él, y él todavía estaba dentro de mí. Hasta que sentí mi propia sangre goteando por mi piel; e incluso entonces... casi lo dejo ganar.
De repente recordé el cuchillo... si pudiera alcanzarlo... No estaba tan lejos...
Pero algo me estaba controlando, cuando lo tomé por el cuello y apreté mi agarre hasta que me soltó. Busqué su cuello con mis dientes entonces, y mordí su garganta con fuerza, hasta que sentí sangre caliente derramarse en mi boca. Fue hermoso; era casi todo lo que necesitaba. Sentí éxtasis en todo mi cuerpo, quería sentirme así para siempre. Estaba a punto de explotar.
Gabriel estaba intentando pelear conmigo, tratando de volver a mi cuello. No podía dejarlo ganar. No creo que ni el cielo ni el infierno hayan visto una batalla como esta.
Sentí mi verdadera forma llegar, mi cuerpo estaba empezando a cambiar; mis ojos ardían, y supe que estaban de un rojo brillante. Podía sentir los cuernos tratando de salir de los lados de mi frente. Mis dientes aún enterrados en su carne caliente, mis piernas apretadas alrededor de sus caderas tratando de mantenerlo dentro de mí.
De repente, él estaba encima de mí, y logró alejarme. Me quejé un poco, pero entonces algo sucedió.
Se arrodilló entre mis piernas tomando su forma real también. Dejó que sus alas blancas se extendieran, eran increíblemente anchas. Era magnífico. Hermoso. Espléndido. Gabriel era verdaderamente una obra de Dios mismo. Me quedé inmóvil por una fracción de segundo, mirando la violenta rabia en su rostro que lo hacía lucir aún más hermoso. Pero en el mismo segundo me di cuenta de que sostenía una daga sagrada entre sus manos y estaba a punto de apuñalarme.
Era lo mismo para los dos, después de todo.
"Te quiero... quiero todo de ti." - gritó.
Entendí sus palabras. Yo también lo quería. Todo de él. Y ninguno de nosotros entendía lo que esto significaba, pero era la verdad.
Apenas esquivé su daga y luego intenté alcanzar mi cuchillo. Cuando finalmente lo alcancé, luchamos fuertemente por unos minutos. Las líneas eran demasiado borrosas. Estábamos tratando de follar, y al mismo tiempo tratando de matarnos mutuamente. No estoy segura de por qué teníamos que lastimarnos. Él era una criatura increíble. Nada tan santo merecía ser herido, nunca.
Verlo allí, con sus alas abiertas, casi cegándome con su luz, me dejó completamente sin aliento. Rompió mi corazón en miles de pedazos pequeños. Él era guerra y destrucción. Pero también era arte, poesía, música. Nada tan perfecto ha existido antes o después de él. Anhelaba tocar su corazón, quería sentir su latido en mi mano. Tanto como él quería sentir el mío, a juzgar por la forma en que estaba tratando de arrancar mi corazón fuera de mi pecho.
Mi cuchillo estaba tan cerca de él... Tan cerca como nuestros labios.
"Lilah ... Lo siento." - Susurró en mi boca, sus labios acariciando los míos casi con ternura.
Había algo urgente y desesperado en su voz. Y mi error fue mirarlo a los ojos. Estaban llenos de dolor y tristeza, lágrimas ya se estaban formando. Su dolor era mi dolor. No podía soportar su sufrimiento.
"Tengo que..." Ahora estaba presionando su daga en mi pecho, podía sentir la punta rasgando mi piel.
“Lo sé.” Apenas logré decir las palabras en voz alta. "Lo sé... Pero qué gran manera de desaparecer. Si es en tus manos, rodeada por tus alas, con tus labios tocando los míos... He sido bendecida solo porque tus ojos se han encontrado con los míos. Libérame, y yo te liberaré.
Y así lo hizo. Enterró la daga profundamente en mi pecho mientras me besaba una última vez. Antes de que mi corazón dejara de latir, me mordió una vez más. Todavía podía sentirlo dentro de mí cuando me desvanecí en él.
Me rendí porque me di cuenta de que matarlo habría sido mucho más doloroso que ser asesinada por él. Me rendí porque no podía imaginar la existencia sin su santa presencia. Me rendí porque, después de todo, yo era un demonio, y era lo suficientemente egoísta como para desear esa dulce liberación, incluso sabiendo que le haría más daño a él. Su presencia era necesaria, y la mía jamás lo sería.
Mi último pensamiento fue para Josh. Mi dulce Josh. Mi muy humano, frágil Josh. El era mi lugar seguro. El amor que nunca merecí. Él me amaba de maneras en las que yo no podía amarme. Él me amaba hasta yo sentir que era imposible para mí amarlo de la misma manera. Y lo intenté igual. Pero conocer a Gabriel me mostró la verdad: por más perfecto que fuese Josh, no había nada que pudiera hacer en presencia de lo divino. Estaba destinada a Gabriel desde el principio, mi esencia le pertenecía. Mi alma fue creada para alimentar la suya.
El hambre que sentimos, nos va a matar a todos. Pero oh... Sabemos que vale la pena.
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