Confesionario nocturno

Hay días donde la soledad me hace un daño extremo. Respirar 3 veces para no llorar, sentarse en la cama y abrazarse a sí misma es un método de resolución. Existen días donde despierto necesitada, pierdo los estribos, exploto entre susurros y vuelvo a respirar entendiendo mis propias fuerzas, mis propios ventanales.

Me he encontrado en ojos ciegos, me he mirado muchas veces en el espejo intentando declamar mi nombre; es común no concordar conmigo misma, es común sentirme cambiante, es común sentirme más solitaria de lo normal. Paso parte de mis días añorando lo que no tengo y necesitando a quien no necesito, parezco una cruel fanática de abrir mis propias heridas aunque luzcan tranquilas.

Mi inexperiencia ligada a mi exceso de consciencia me causa un montón de ansiedad. Lucho contra la vida y trato de darle brillo a todo y a mí misma. ¿Cómo está mi gente en verdad?, ¿como estoy yo frente a mi gente?, ¿añorar es de débiles?, ¿necesitar se convirtió en mi malestar?

No soy un chiste.

Y muchas veces me recrimino diciendo que esto es lo que soy, que me quiera el que pueda y que lidie el que quiera. ¿Pero estaré yo misma a mi favor?

Es fácil desvivirse en plena juventud, caerse, torcerse y volver a creer.

Cito a Spinetta: Si no canto lo que siento, me voy a morir por dentro."

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Y también hay mucha necesidad abultada en este ser.

Por favor, sean honestos. Sean firmes.

Y a veces, solo a veces, quisiera multiplicar mi ser para llenarme de abrazos sinceros y curar mi piel.