Sobre la introversión

La introversión y extroversión representan una de las dualidades más recurrentes en la mente humana. Son consideradas dos extremos opuestos que no se comprenden el uno al otro, naturalmente antagónicos pero que como dije representan también una dualidad, pues son dos lados de una misma cosa que no existen de manera pura, tenemos características de cada lado aun así nos inclinemos más hacia uno de los dos. En esta ocasión quiero hablar sobre el menos popular y más subestimado: la introversión.

El gusto por la soledad, la inclinación al desarrollo del pensamiento introspectivo o al silencio son rasgos propios de la introversión, que son totalmente distintos a los rasgos típicamente extrovertidos de nuestra sociedad y esto es un problema, puesto que siempre se ha menospreciado la introversión a causa de esta diferencia. Las personas introvertidas a menudo pueden parecer personas extrañas y su manera de ser crispa a los otros (los extrovertidos), esas personas que no comprenden los motivos del aparente mutismo, timidez, aislamiento y negación a participar en el mundo, esa preferencia por mantenerse al margen. Las cualidades y características de un introvertido deberían considerarse como motivo de curiosidad, y no de rechazo como se nos ha acostumbrado. Bien se dice que “cada cabeza es un mundo” y los introvertidos simplemente prefieren habitar más ese mundo interno que el externo, entonces es menester de nosotros no tratar de entenderlos, sino más bien aceptar y comprender que hay personas que simplemente son como son.

El llamado “arqueólogo del espíritu” Carl Jung hizo en la década de los veinte una clasificación sobre las “personalidades” o tipos psicológicos, en las cuales se puede percibir el peso de dos de sus postulados más radicales: el inconsciente colectivo y los arquetipos. Según Jung, las diversas personalidades que caracterizan al individuo y el individuo en sí son producto del ambiente: en gran medida lo externo forma nuestra alma, no hablando nada más de lo que vivimos en el presente sino también de los símbolos (arquetipos) del pasado que continúan determinando nuestra personalidad, como por ejemplo la casa de nuestra infancia o la religión que profesábamos. De eso se trata el inconsciente colectivo, una pulsión de vida que se manifiesta en nuestra personalidad y no solo un vestigio cualquiera o herencia. Jung profundiza en el alma y lo que es el individuo como parte de un todo (un cosmos) y es por esto que a su psicología se le atribuye el adjetivo de “profunda”.

Desde la clasificación que hizo Jung entre las dos tipologías psicológicas que han popularizado el mundo, existen muchos debates en torno a las diferencias de estas personalidades, según el enfoque de la neurociencia estas ocurren a nivel cerebral, fisiológico; es decir que los introvertidos y extrovertidos tienen características cerebrales distintas. Según un estudio de la Universidad de Harvard, las personas con tendencia a la introversión tienen mayor cantidad de materia gris en su córtex prefrontal, un área ligada a la toma de decisiones y al pensamiento abstracto, sugiriendo que las personas introvertidas están mejor equipadas para dedicarse a la reflexión y las personas extrovertidas para la acción y vivir en el presente. El estudio plantea que la diferencia entre las dos tipologías no solo se ve expresada en la personalidad sino también en la capacidad visual; existe un examen diseñado por Tom Nixon que demuestra la conexión entra las personalidades introvertidas y sus diferencias a nivel cerebral, el cual denota que una mayor cantidad de materia gris se traduce en una mejor percepción visual para decodificar o reconocer imágenes abstractas, los diseños de Nixon contienen imágenes “escondidas” que según él solo personas introvertidas podrían descubrir gracias a su cualidad cerebral.

De acuerdo a la neurociencia, la cual reduce todo a excitaciones cerebrales, el cerebro de los introvertidos funciona de manera muy distinta al de las demás personas. Según Scott Barry Kaufman, en los introvertidos el circuito de la dopamina, que es el neurotransmisor de recompensas, no está tan activo como en los extrovertidos, y esto hace que un estímulo como por ejemplo un evento social haga sentir bien y le de placer a un extrovertido pero abrumar a un introvertido; ambos tienen la misma cantidad de dopamina pero el cerebro del extrovertido está más activo y lo engancha en su ciclo.

Christine Fonseca explica en su libro Quiet Kids: Help your introverted child succeed in an extroverted world que la "acetilcolina" es otro aspecto a tomar en consideración. Según Fonseca, la actividad de dicho transmisor, que genera placer pero de una forma más interna y provee la habilidad para enfocarse en una tarea individual por periodos más largos, es en donde más recaen los introvertidos; esto es más sencillo en ambientes tranquilos y es por esto que los introvertidos intentan limitar los estímulos externos. Se anulan del mundo externo al encontrar su bienestar en el mundo interno.

Entonces podría decirse que el ser introvertido presenta ciertos beneficios en comparación al ser extrovertido a pesar de que hay muchos prejuicios sobre las personalidades introvertidas, se les ha percibido como seres narcisistas, tímidos, egoístas o incluso hasta psicóticos. Pero gracias al creciente interés por actividades que exigen la calma y la inmersión interna, como el yoga o la meditación, el contacto con la naturaleza y todas aquellas prácticas que exigen paciencia y silencio, la percepción negativa hacia los introvertidos ha empezado a cambiar en gran medida últimamente. Las diferencias en los procesos afectivos y sociales de un introvertido y extrovertido surgen debido a las características cerebrales distintas que poseen. La introversión aporta más beneficios al mundo de lo que creemos.

Los introvertidos suelen ser personas silenciosas, pero esto no quiere decir que no tengan nada que decir o no posean una opinión con respecto a un tema, justo lo contrario: los introvertidos normalmente son personas pensativas que por lo tanto tienen opiniones sobre muchas cosas. La cualidad silenciosa no es algo que subestimar, tanto introvertidos como extrovertidos pueden llevarse una sorpresa luego de conocer lo que hay detrás de ese silencio, y es que ¿acaso no es eso lo que le hace falta más a este mundo ahora, silencio?

Las personas introvertidas son más susceptibles a razonar las ideas antes de llevarlas a cabo, esto quiere decir que pueden ser tan buenos líderes como un extrovertido porque pueden tener una disposición más abierta para que las personas rijan sus ideas y esto es algo importante a considerar si se trabaja de forma colectiva y se quiere conseguir resultados.

Los introvertidos son esas personas que suelen sentarse al fondo en un salón, o al fondo del autobús no solo para salir rápidamente cuando lleguen a la parada. Los introvertidos se sientan en esa esquina donde puedan observar, analizar y aprender de las demás personas, y el hecho de interesarse por los otros representa una fortaleza de su carácter. Es decir, los introvertidos estudian mejor a las personas, y esta capacidad de análisis es importante si queremos aceptar de manera empática que somos seres distintos el uno del otro y así comenzar a llevarnos mejor con los demás; recordemos que no existe ni siquiera un extrovertido que congenie totalmente con el sistema social aceptado, como mencioné una vez: no hay hechos sino interpretaciones, por lo tanto cada individuo puede poseer varias percepciones de la realidad.

A las personas introvertidas las conversaciones banales se les hacen incomodas, cosas como el clima o el juego de fútbol de anoche le incomodan, y dice Laurie Helgoe (autora de Introvert Power: Why Your Inner Life Is Your Hidden Strength) “no porque les disgusten las personas, sino porque odiamos las barreras que crean entre las personas”. Una fiesta para un introvertido es una ocasión para encontrarse con quienes conocen y pasar un buen tiempo con ellas, más que para conocer personas nuevas. El tipo de persona que se siente sola en una multitud y para la que el auto-promocionarse en el quehacer profesional les parece una actividad que carece de autenticidad y por lo tanto de la que evitan conversar. Gente que le gusta “saltar hacia lo profundo”, les gusta hablar sobre el sentido de la vida, la naturaleza del amor o cualquier asunto sobre el cual encuentren especial interés en hablar con pasión, como por ejemplo un color.

Se distraen y aburren fácilmente en ambientes donde según ellos los estímulos son excesivos. Para ellos, una tarde a solas tan solo tomando un café o en casa viendo una serie de televisión o película no es tiempo para nada malgastado, sino un tiempo necesario para recargar energía para volver a salir al mundo. Debido a la cualidad de liderazgo que pueden poseer, les puede resultar más fácil hablar ante una audiencia que conversar con una sola. Son personas que pueden salir de fiesta por un periodo de tiempo pero que luego activan una dinámica de decaimiento anímico. Capaces de ignorar una llamada telefónica o mensaje luego de ver de quien es hasta que se esté verdaderamente preparado para hablar. Son muy detallistas, tienen habilidad especial para notar cosas que a otros se les escapan.

Su monólogo interior jamás cesa, puesto que piensan más de lo que dicen. Se les suele calificar de “almas viejas”, a causa de su pensamiento analítico y reflexivo que puede crear cierta impresión de sabiduría e incluso hacerlos parecer con más edad de la que en realidad tienen. Gracias al gusto por el pensamiento abstracto que pueden desarrollar, pueden captar el “cuadro completo” de una situación. Ese amigo al que le dices seguido que salga de su casa y participe más en el mundo, debido a su tendencia al aislamiento y silencio. La escritura suele ser un hábito común entre ellos ya que es una manera de comunicarse sin establecer un contacto inmediato. Personas que suelen alternar entre periodos intensos de trabajo solitario con una intensa vida social.

Actualmente vivimos de manera veloz, al igual que la información y esta forma de vivir aparentemente nos exige extroversión, de la manera socialmente aceptada para relacionarnos como individuos o conseguir éxito. Una sociedad no debe segregar a unos o privilegiar a otros, sino más bien beneficiarse de tender puentes entre los introvertidos y extrovertidos ya que aportan diferentes modos de relacionarse y ambos representan un todo de manera holística. A pesar de todo, en estos tiempos ser introvertido es como un grito de guerra, los rasgos extrovertidos están sobrevalorados y ser introvertido es visto con extrañeza. Nos encontramos en tiempos frenéticos en los que se ha centrado la atención en los logros materiales y la apariencia, por lo tanto es necesario revalorizar las prácticas de los introvertidos, ya que podrían servirnos de guía para considerar nuevos hábitos para relacionarnos e incluso resetear el paradigma.