Ezra estaba frente a la cocina, con un pantalón de algodón que marcaba su trasero, sus pies descalzos, sin camisa y el cabello levemente mojado. Respiré profundo y observé sus hombros moverse; sus músculos se contraían al mover el cubierto dentro del sartén. Lo observé despegar la mano del cubierto, estirarse hasta quedar en puntillas y sacar el pan de la tostadora. También había café sobre la mesa y los platos.
Mi corazón se contrajo con la imagen de una vida juntos que relampagueaba en mi cabeza una y otra vez. Miré mis pies y el brillo de uñas, antes de elevarla de nuevo y caminar los pasos que nos separaban. Él parecía no sentirme en su espalda, así que aproveché la usurpación para sentirlo tan cerca de mí como siempre quise.
—Huele delicioso —comenté el insertar mis brazos bajo los suyos y descansar el rostro en su hombro, mientras volteaba el tocino en el plato—. Tengo mucha hambre.
Él se estremeció por lo frío de mis manos, pero su cuerpo las calentó de inmediato. Su piel olía a jabón, su boca exhalaba el enjuague bucal y su cabello expedía aroma a champú de caballero. Era una mezcla exquisita, sobre la cual haría lo que fuera.
—Tú hueles delicioso —comentó con una sonrisa—. Ya estará listo el tocino. Busca fruta en el refrigerador para añadirle a la avena que prepararás.
—¡Te estás aprovechando para que cocine! —gruñí, seguido de un golpe en su codo.
Él soltó una carcajada y golpeó mi cadera con la suya. Busqué una olla y le añadí agua para la avena. Ezra había comprado de todo, hasta canela, así que preparé algo rápido pero con el aroma a hogar. Él sirvió el tocino en el plato, colocó varias lonjas de pan y rellenó las tazas de café que de a poco nos fuimos tomando. Al final serví mi avena en dos platos redondeados y en lugar de añadirle fruta, opté por unas bolsas de granola que él había comprado como aperitivo para el largo viaje.
Nos sentamos uno frente al otro, como tiempo atrás. Mordí una lonja de tocino y lo observé remover la avena para enfriarla con rapidez. Escuché el sonido de la madera arder en la chimenea y aspiré cada aroma en el aire, incluido el de la tierra mojada que se elevaba por la tormenta de la noche anterior. El aire se sentía demasiado frío, pero nada que una chimenea y una taza de chocolate caliente no amortiguara.
—¿Qué planes tienes para hoy? —inquirí con el café en mi nariz.
—Primero limpiaré tú desastre de pintura, y luego saldremos a un lugar.
—¿A dónde? —Él enarcó una de sus cejas e ingresó una cucharada de avena a su boca; sabía lo que su gesto significaba—. Sí, sí. Nunca me cuentas a dónde vamos.
—Y siempre te encanta. —Me señaló con el cubierto.
Eso no podía negarlo; Nicholas siempre me llevó a los mejores lugares para sorprenderme, pero no sabía a cuál me llevaría en esa ocasión. Desde el principio mi chico fue misterioso, y al paso de los años se volvía aún más indescifrable. Era poco lo que conocía de Charleston y sus alrededores, así que él podía impresionarme con cualquier lugar hermoso del que no tenía idea que existía en un pueblo así.
Terminamos de comer, lavamos todo y nos pusimos a limpiar el desastre. Fregamos el piso como la Cenicienta, pero nos divertimos mucho. Esa vez no hubo guerra de pintura o hicimos algún desastre; todo fue muy bien hecho, e incluso le dimos una mano de pintura a las paredes en cuestión. Ezra comentó que mientras se secaba, podíamos ir al lugar que me comentó en el desayuno, así que después de una ducha, salimos.
Recorrí un lugar que creí olvidado, pero que con la persona adecuada podía recordar con mucha facilidad. Bajé la ventanilla e inhalé al aroma a tierra mojada, el agua que aún quedaba en las hojas del túnel de árboles por el que pasamos, la grama de una zona hermosa cubierta de flores silvestres y ese oscuro cielo que erizaba el brazo que llevaba fuera de la ventana. Cerré mis ojos y aspiré el aroma a naturaleza en su vivo esplendor.
—Sé a dónde vamos —comenté al girar hacia él—. Me encanta ese lugar.
—Solo podría visitarlo contigo.
Sonreí y regresé la mirada a la naturaleza. Ezra condujo otro par de kilómetros, hasta disminuir la velocidad y entrar a un camino inexistente. La primera vez que fuimos seguía marcado, pero la grama fue más fuerte que la mano humana. Por suerte, Ezra conocía bien el camino y no fue necesario un trazado para saber a dónde iba. Esa vez se estacionó más adentro, junto al sonido de una impetuosa y helada cascada.
Bajé de la camioneta y escuché el sonido del agua resbalarse por las piedras, sentí el rocío caer sobre mi cuerpo y el calor de la mano de Ezra entre la mía. Hacía mucho que no veía algo tan hermoso como ese, y estar de nuevo allí me trajo un montón de recuerdos sobre ese amor de Nicholas y Andrea. Apreté su mano y solté un suspiro, antes de recostarme en su brazo y apretar su codo con mi mano libre.
—¡Qué hermoso! No ha cambiado.
—Igual que lo que siento por ti —articuló de la nada, al elevar mi mirada y encontrarme con la suya, seguida de una mínima sonrisa—. Hermoso e inamovible.
Ezra insertó sus dedos entre los míos y sentí de nuevo todo el peso de la culpa en mi cuerpo. No podía completar mi felicidad, cuando una persona era engañada por nosotros. Me dolía pensar que Ezra tenía el corazón divido por dos mujeres, y no podía culparlo o presionarlo para que eligiera entre nosotras. El anillo en su dedo anular lo decía todo, aun cuando forzara mis ojos a mirar hacia otro lado.
Solté un suspiro y contraje la mano que él tenía sujeta. No podía con la culpa; era insaciable y se expandía como una metástasis. Ezra notó mi cambio y encogió sus hombros. Era duro, lo sabíamos, pero tenía que decirme lo que pensaba hacer y si eso entre nosotros solo era una noche loca, tal como la que nos unió la primera vez. Evité su mirada y caminé a la cascada, donde el agua burbujeaba y chocaba contra las rocas.
Abracé mi cuerpo y vi el aliento caliente salir de mi boca como humo. El frío era escandaloso, al punto de entrar por mi nariz y congelar mi cabeza. Él caminó y se detuvo a mi lado, con la mirada en el agua. No sabía qué decir sobre todo lo sucedido entre nosotros, pero tenía mucho miedo; podía sentir como el tiempo se escurría entre mis dedos y no había nada que pudiera decir para que él se quedara conmigo.
—Sé que estuvo mal lo que hice, Andrea, pero no me arrepiento —articuló con la mirada en la corriente frente a nosotros—. Te amo demasiado como para arrepentirme.
—Pero estuvo mal —emití al sentir un escalofrío recorrer mi cuerpo.
—Eso no lo niego. No fue la forma correcta de hacer las cosas. —Él giró y sujetó mis brazos con sus manos. Se inclinó hacia adelante y besó mi frente, antes de retroceder y soltarme—. Esta vez no sé qué hacer. Estoy confundido entre seguir mi corazón o hacer lo correcto. Quisiera que alguien me indicara el camino.
Solté mis manos y froté las palmas. Sentí un profundo dolor en mi pecho, y no sabía qué ingerir para mitigarlo. Lo que creí aliviaría mi dolor, solo abrió más la herida y contaminó de nuevo mi sistema. Tragué saliva y solté otro suspiro, seguido de una pregunta que llevaba años punzando en mi cabeza, sin respuesta.
—¿Amas a tu esposa? —inquirí—. ¿La amas como a mí?
Él despegó sus labios y con una gigantesca zancada llegó hasta mis manos. Las protegió con las suyas y llevó hasta su boca. Calentó mis palmas con su aliento, antes de soltarlas y frotar mi mejilla con el pulgar. Podía vislumbrar en su mirada como el mismo dolor que me consumía, a él lo mataba, por ende le costó responder.
—Nunca llegué a amarla como a ti —emitió—, pero tampoco quiero hacerle daño.
—Esto fue un error. Ambos sabemos que nuestro momento pasó. —Las palabras escocían mis ojos, pero las lágrimas no salieron—. Tú tienes una vida muy diferente a la mía, y tienes tus propios problemas en los que ocuparte. Y la idea de ser la otra mujer del hombre que amo, no esta en mi lista de cosas que hacer antes de morir.
—Nunca te pediría eso —interrumpió—. O soy tuyo enteramente, o no soy nada.
Recostó su frente en la mía e inhalé el calor de su aliento sobre mis labios. Me estaba muriendo frente a él. Mi corazón estaba en sus manos y estaba dispuesta a dejar que hiciera con él lo que quisiera. Solté mi espada y dejé que acabara conmigo; sin defensas, sin escudos, sin nada que me impidiera ser lo que él quisiera.
—¿Qué quieres de mí? —indagué con un nudo en la garganta—. Dime.
—No me dejes solo. Es lo único que te pido —susurró al subir su mano por mi espalda—. Déjame solucionarlo, pero no te vayas como siempre, sin dejar una zapatilla que seguir. Por favor, Andrea, no te vayas. Esta vez no podré reponerme de ti.
La despedida se oía en la corriente del río, el sonido de los pájaros en los árboles, el frío en mis manos y en la opresión en el pecho que me impedía respirar. Creí que lograría avanzar si hablaba con Ezra sobre el pasado, pero estábamos en una encrucijada de la que no podíamos salir. Y sí, aunque sonara estúpido, quería hacer lo correcto, sin importar los trozos de corazón que quedaran en mi camino a la salida.
—Te dije que me quedaría hasta que vendieras el rancho —pronuncié con una mano en su mejilla—. Pero lo que suceda de allí en adelante, dependerá de ti. Dejaré mi destino en tus manos. Solo te pido que lo pienses bien. No quiero repararme otra vez.
No debía llorar, no podía llorar, pero fue inevitable. Mis ojos se tiñeron con la tristeza que repletaba mi corazón, al punto de soltar una lágrima y deslizarla por mi mejilla derecha. Ezra corrió su pulgar por mi piel y borró la huella, pero la que dejó en mi alma era imposible de borrar. Él bajó la mirada a mis labios y regresó a mis ojos, antes de rozar mi labio inferior con su pulgar y cerrar los ojos unos segundos.
—Haré lo correcto. —Despegó sus párpados de nuevo—. Te lo prometo.
Asentí y envolví mis brazos en su cuello. Lo abracé con todas mis fuerzas, mientras el sonido de la cascada amortiguaba mis pensamientos. Sabía qué era lo correcto, así que el tiempo que nos quedaba era mínimo. Ya no teníamos escapatoria o salida; las paredes se encogían sobre nosotros, las garras del pasado seguían arrancándonos la piel y no veía en el horizonte la brillante luz del sol. Todo estaba a punto de acabar, lo sabía.
Ezra tiró de mi brazo y se sentó junto a mí en los viejos escalones de la cascada. La madera aun sostenía nuestros cuerpos y el agua no llegaba a mojarnos los pies. Recosté mi cabeza en su hombro y permanecimos en silencio por minutos, con una mano entrelazada y el rocío cayendo sobre mis piernas. Podía quedarme dormida si así lo quisiera, pero él comenzó a contarme sobre los primeros años que estuvo solo.
Me contó sobre Steven y lo buen amigo que era, como fue él quien le presentó a Skyler, su esposa, y tenía un hermoso hijo que acababa de nacer. Se notaba en su voz el grado de amistad que tenía con el hombre y lo buen compañero de vida que fue durante esos años. El nombre de Charles surgió después, al preguntarle cómo iba a vender el rancho si los documentos estaban a nombre de Nicholas Eastwood.
Ezra me relató todo el proceso legal al que se sometió el primer año que estuvo perdido en el mundo. Charles arregló todo ese proceso antes de morir, ya que el mismo Nicholas le había cedido un poder para hacer con el rancho lo que quisiera. Antes de Charles morir, le vendió la propiedad a Ezra Wilde y por esa razón los documentos estaban a nombre de él. Pasó por varios dueños, y ya tendría el dueño final.
Estaba entristecido por la venta, pero al ser el hombre muerto que todos creían, no había manera de seguir una vida ordinaria en un pueblo tan pequeño como Charleston. Tampoco quería problemas legales con el FBI por usurpación de identidad o mentir sobre su muerte para librarse de la cárcel. Él estaba bien siendo Ezra, así que Nicholas debía seguir como estaba: tres metros bajo tierra y una capa de concreto.
Yo le conté sobre Samantha y sus planes. Hablamos sobre Keith y el futuro que Ezra aseguró que tendría si trabajaba duro. Por un instante nos vi reflejada en ellos, excepto que lo que a ellos los separaba, a nosotros no unió en esa furtiva manga del Álamo.
Al regresar a casa, Ezra le dio otra capa de pintura a las paredes y yo me dediqué a hacer la cena. Estaba picando los tomates para una salsa, cuando la electricidad se cortó en todo el pueblo. Ezra revisó los encendidos para ver si se trataba de una falla dentro del rancho, pero al salir al exterior y rodar la vista por la planicie, observó que era una falla general. Al no poder ver nada, guardó todo el material y encendió la chimenea.
—Eso huele delicioso —comentó al besar mi cuello—. Voy a ducharme para cenar.
Subió trotando las escaleras y se perdió en la espesura de la noche. Yo encendí las velas que encontré en la despensa y una lámpara de keroseno que Ezra había encontrado en una de las habitaciones. Con la iluminación de la chimenea y unas velas estratégicas, el ambiente se tornaba romántico y un poco sensual. Mientras él se bañaba, terminé la cena, serví en ambos platos y coloqué todo lo necesario en la mesa.
Cuando servía la ensalada, Ezra sujetó mi cintura y me dio la vuelta. Su cuerpo emanaba el calor de la ducha, pero su cabello continuaba húmedo. Él sonrió bajo las tenues luces de las velas y rozó mis labios con los suyos. Buscó una botella de vino que habíamos comprado de regreso al rancho y sirvió en dos vasos de plástico; era evidente que no tendríamos copas en un lugar que ni habitable estaba.
—Comeremos como la dama y el vagabundo —revelé al colocar los platos de espagueti con albóndigas en nuestros lados de la mesa—. Bon appetit.
—Era la película favorita de mi madre —articuló él con una sonrisa—. Me encanta.
—Pues bienvenido a nuestra cena bajo la luz de las velas.
Él sacó mi silla y la empujó hacia adentro. Fue todo un caballero al rellenar mi vaso cuando se vaciaba entre uno u otro tema. Reímos mucho, hablamos sobre cosas graciosas que nos pasaban en el trabajo, sobre los cambios políticos en el país, la última vez que quedé varada en la carretera cuando no supe cómo cambiar un neumático o las veces que Samantha me enloqueció la vida cuando estaba en su etapa de rebeldía.
Recogí los platos y él me ayudó a lavarlos. Seguía riendo conmigo cuando regresamos a la mesa. La electricidad seguía ausente, lo que ocultaba algunos rasgos faciales de Ezra entre la oscuridad. Aun así, logré atisbar una sonrisa escondida en sus labios y una mirada diferente en sus hermosos ojos verdes.
—¿Por qué me miras así? —inquirí enrojecida.
—Porque eres tan hermosa que me matas; me robas el aliento.
Con esa flama ardiendo en mi interior, arrastré los vasos de la mesa y me subí a la madera. Gateé sobre el trozo de caoba, mientras Ezra recostaba su espalda a la silla. Moví mis caderas hasta llegar a su lugar, tirar de su cabeza hacia la mía y estampar mis labios contra los suyos. Caí sobre sus piernas y apreté su cuello con mi brazo derecho, al tiempo que sus brazos se aferraban a mi cintura e insertaba sus manos bajo mi camisa.
Ascendió sus dedos por mi espalda y se colocó de pie, antes de desplomar mi cuerpo sobre la mesa y posarse entre mis piernas. Sujeté el dobladillo de su franela y la saqué de su cuerpo, antes de sentir sus labios en mi cuello y las manos en mi pantalón. Sentí de nuevo su cuerpo caliente rozar el mío, su aliento entre mis piernas y su piel bajo mis uñas. Me sentí suya una vez más, cuando Ezra aseguró amarme entre besos húmedos.
Todo fue hermoso, hasta que la realidad nos golpeó y un nuevo corazón nos separó.
Capítulo 40 | Alma sacrificada [Parte 2]
Colgué el teléfono, terminé de humectarme la piel, me quité la toalla de la cabeza y lancé una blusa holgada sobre mi cuerpo. Me debatí entre colocarme un short o no, y al final decidí que no lo necesitaba. Teníamos trabajo qué hacer con la pintura que dejamos secar la noche anterior en las paredes y el piso. Bajé descalza las escaleras y el aroma a tocino impregnó mis fosas nasales, justo antes de cruzar y entrar a la cocina.
"...y un nuevo corazón nos separó."
Una, dos, tres, cuatro... No sé cuantas veces he leído esa frase y sigo pensando lo mismo.
He leído que algunas lectoras creen que Ezra dejará a Andrea y otras creen que Andrea dejará a Ezra.
Yo creo que los dos son tan suficientemente maduros que ambos lo dejarán.
Ezra: será padre y, guiándose por hacer lo correcto, no puede fallarle así a "su hijo".
Andrea: lo ama tanto que no permitirá que se separe de aquello que él tanto desea en la vida y menos después de haberle confesado que ella perdió un hijo suyo. Sería como provocarle el mismo dolor dos veces.
Ahora me voy a meter con ciertos personajes que no son muy importantes en este capítulo, pero sí en la situación en la que se encuentra ahora la historia.
Steven está siendo manipulado por Skyperra de la misma manera que Ezra. No quiero quitarle culpas porque él se metió con la mujer de quien dice es su mejor amigo, pero creo que la más culpable es Sky.
Ella pudo evitar casarse con Ezra y decirle toda la verdad desde un principio, pero el rencor que le tenía a Steven no se lo permitió y prefirió quedarse callada. ¿Para qué? Si al final de todos modos fue y se le metió en la cama. Dudo mucho que haya sido Steven quien la buscó.
Finalizo con algo que me encanta hacer y se está conviertiendo en final favorito para mis comentarios 😈
ODIO A SKYPERRA CON TODAS LAS FUERZAS DE MI ALMA Y CORAZÓN 😡😡😡😡
Listo, me siento liberada 😌
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ME ENCANTA
ME ENCANTA
¡¡ME ENCANTAAAA!!
Un comentario muy acertado. La mayoría piensa que lo esta dejando, o se están dejando, por estupideces, pero la realidad es que un niño nunca será una tontería, aun cuando él no sabe que no es su bebé.
Y lo reitero.
¡ME ENCANTÓ! ♥
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Exacto. Es un ser inocente que no tiene la más mínima culpa de que Skyler sea una perra en toda la extensión de la palabra.
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Esta mujer va a dejarlo a penas se entere del bb ni va a dar tiempo a enterarse q no es asi 😥😐
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Una vez más me deja esa sensación triste de lo irremediable y terrible que va a pasar. Ezra tiene que saber muy pronto toda la verdad y no engañarse más con la perra de Skyler y dejar de sentir culpa. No aguanto más no saber que va a pasar. 😧
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Qué hermoso disfrutaron de su amor pero maldita Skyler la odio a la zorra cómo va a ser capaz de decirle a Ezra que va a tener un hijo de el cuando se acostaba con el traidor de Steve que desvergonzado el de la presento cuando ya se estaban acostando son unos malditos Skyler y Steve. Espero que paguen lo que le hicieron a Ezra y a la esposa de Steve
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No quiero pensar que esto sea una despedida mas bien el comienzo de algo muy bello que esta a punto de culminar que es el amor de esos dos bello y triste capitulo.😏
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Cuando Aime afirma que si se dejarán por un bebé que no es de él... Siento que el odio que se acumula en mi ser no es nada normal, quiero asesinar a alguien de pana. No puedo creerlo Aime, cuando pensé que ya por fin estarían juntos, vienes y me sales con esto.
Ezra como puede ser tan bobo, llevaban tiempo sin sexo. Alguien con cinco dedos de frente se daría cuenta de la farsa, a menos que esta bruja de Skyler le mienta sobre la fecha —pensando— claro claro, sí. Así sí, pero igual ¡Dios mío! ¿Por qué otra vez?
Estoy demasiado enojada, hasta ganas de llorar tengo. Joder todo iba tan bien para que ahora venga esto, este par esta más salado que el mar muerto, reafirmo lo de 'ellos y las siete plagas pues' tengo tanto enojo que mi estado de ánimo en todo el día estoy segura va a permanecer así, lo detesto.
La bruja de Skyler le romperá una vez más el corazón a Andrea con un bebé que pudo ser el de ella, no puedo. De verdad no puedo, me niego. Estoy que enciendo la pc en llamas.
Es que Aime, ¿por qué eres tan cruel? ¿No te basta con todo lo que han pasado? No soy ellos y ya me siento frustrada :c
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bien dicen que todo lo bueno debe acabat y al parecer esta historia tendra un algo mas!.... esperemo ver elndesarrollo de la historia..
bellp capitulo
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Contra un niño no hay nada q puedan hacer, Ezra querrá darle un hogar al bb y Andrea sabe q eso es lo q tendrá q hacer, no podría reprochárselo... Así q lo vivido quedará como el más grande recuerdo, nuevamente las circunstancias son más fuertes q sus deseos 😦
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Dios tanto amor que otra vez debera ser sacrificado, y sobre todo x un bebe inocente que ni siquiera es su hijo, aunq en el fondo me encantaria q si. Asi se le cumple el deseo de ser padre.
Y el q considera a Steve su mejor amigo, un hipocrita eso es lo q es y esa zorra de Skiler uuuuuuyyyyy la odio.
Yo creo q con la existencia de este bebe ambos se volveran a separar de comun acuerdo.
Voy a llorar :(
TE ODIOOOOOO SKILER !!!!!!
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Este capitulo me hace sentir nostálgica, pues aunque ellos tienen su burbuja de amor en este instante deben regresar a la vida real donde todo es una mierda lleno de engaños, mentiras, traición, una vida sin sentido para cada uno. Odio ver que no pueden ser felices.
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