A lo largo de los años, distintas religiones nos han predicado el poder de la fe en un ser superior, llámese Dios, Alá, Olofin, Buda. Pero, ¿es realmente el poder de ellos lo que dirige nuestras circunstancias o es la fe en nuestro verbo?

El catolicismo que tiene como ente supremo a Dios, nos explica a través de la Biblia (el libro más antiguo de la historia) de qué manera debemos comportarnos, tanto con el prójimo como con nosotros mismos para alcanzar el "reino de los cielos". ¿Es una metáfora el reino de los cielos? A lo largo de los últimos meses he investigado la ciencia de la Metafísica y su influencia en controversias mundiales acerca de Jesús. Conny Méndez, una de sus propulsoras nos explica en su serie de libros -Metafísica 4 en 1, el librito azul- cómo la Biblia representa el primer libro de metafísica de la historia. Esto nos lleva a concluir que, si, Jesús fue un metafísico muy adelantado a su época. Conocemos que el Padre Nuestro es la oración por excelencia, sin embargo, en realidad ¿hemos dedicado tiempo a entender qué significa cada parte?. En este artículo te explicaremos cómo Conny Méndez observa ésta gran oración del primer maestro de la metafísica de la historia...

El maestro Emmet Fox dice que esta oración es una fórmula compacta para el desarrollo espiritual; fue compuesta por el maestro Jesús con sumo cuidado para el propósito especifico de efectuar un cambio radical en el alma. Esta oración está hecha en siete partes.

1. Padre nuestro, que estás en los cielos. Primera cláusula: el más pobre de los padres trata que sus hijos no sufran, no les falte nada, y si el padre es rico, vela por sus hijos y los ayuda en proporción a su riqueza. Estar en los cielos es ha condición de perfecta dicha en todos los sentidos. Si el padre es tan dichoso, tan perfecto, que vive y permanece en los cielos, es lógico, es seguro que, fuera de toda posibilidad de duda, habrá asegurado a sus hijos contra toda adversidad. Esta es la idea contenida en las palabras "que estás en los cielos". Al pronunciar las dos palabras Padre Nuestro, estarás admitiendo, confesando y afirmando que el padre tuyo es también el de todos. Estarás admitiendo, confesando y afirmando que todos somos hermanos. Estarás orando por el prójimo.
   El hijo siempre tiene que ser de la misma naturaleza del padre, no se concibe que un caballo pueda engendrar a una cabra, que una hormiga pueda engendrar a una abeja, que un pájaro pueda empollar una orquídea. Si el padre es espíritu divino con todos los dones y poderes; si vive en estado de gracia, por lo cual todo lo que desea, afirma o decreta se manifiesta al instante, el hijo participa de su nidma sangre, naturaleza, dones y poderes. No puede ser de otra manera. Estamos los hijos en los cielos, en estado de gracia y todo lo que tenemos que ser es descubrir esa manera de manifestarlo. Estas en los cielos si tu lo deseas, y no es que tengas que convertirte en un asceta, un mártir, una anacoreta, nada de eso. Vive en un mundo, te lo asignó el padre Nuestro, goza tu cielo pero recuerda darle las gracias y di una vez diaria la primera cláusula con toda la atención e intención de que seas capaz.

2. Santificado sea tu nombre. Segunda cláusula. El nombre de Dios es "yo soy": se lo dijo a el espíritu a Moisés cuando éste se lo preguntó. También sabes que no debes ni puedes calificar ese nombre con cosa alguna que no sea la perfección, pues si emites cualquier afirmación negativa o imperfecta estarás mintiendo y el castigo es la manifestación en tu persona de aquello que te has atrevido a afirmar. Al pronunciar las cuatro palabras de la segunda clausula, habrás expresado el de que tud hermanos, tus prójimos y tu mismo conserven el nombre de Dios santificado, tal cual es. Es decir, ya estas lanzando la imagen y vibración de un lenguaje depurado de toda mentira, de toda infamia, de toda falsificación, error, enfermedad, de toda imperfección.

1. Venga a nos Tu Reino, y hágase tu voluntad, aquí en la tierra como en el cielo. Tercera ccláusula. La intención del Padre, la voluntad de él para sus hijos es perfecta. Su sabiduría, amor, Omnipotencia lo ha dispuesto así; pero sus Justicia infinita también ha dispuesto que nadie ni nada interfiera entre sus hijos y el deseo que ellos expresen.
   Un padre tan sabio sabe que a un niño se le guía sin obligarlo. Se le enseña sin forzarlo, y que tiene que sufrir caídas y golpes para poder aprender a caminar. En el Reino de los cielos el niño es soberano. Nadie lo cohíbe, todo el mundo respeta su libertad y su deseo, enseñandolo con inmenso amor. El niño pronto aprende que los mayores no hablan por molestarlo. Que siempre es para advertirles algo que, por lo contrario, lo salvará de una consecuencia desagradable. Ésta es la condición del Reino. Por eso cuando decimos "Venga a nos Tu Reino" estamos pidiéndole al padre que nos haga agradables nuestras relaciones con nuestros hermanos, maestros, guías, vecinos. Es el amor lo que rige en el Reino, lo que dicta la doncita no que da la incansable comprensión. La voluntad del Padre es que los maestros nos enslen por radiación, por inspiración directa al corazón, para que tengamos una evolución un retardos, sin tropiezos. La Voluntad del Padre, que selalamis en ka primera cláusula, es la que rigiendo en los Cielos deseamos ver aquí en la Tierra, y es la que volvemos a pedir en la tercera cláusula...

Para continuar con las últimas 3 cláusulas o partes me gustaría que éste artículo logre buena cantidad de likes, nos seguimos leyendo amigos.

Este artículo está totalmente basado en la recopilación de metafísica de Conny Méndez